Inicio derechos humanos Celulares en cárceles: “Había presos que hacía años no tenían comunicación con su familia”

Celulares en cárceles: “Había presos que hacía años no tenían comunicación con su familia”

A un año desde que la provincia de Buenos Aires habilitó el uso de telefonía celular para personas privadas de su libertad. Qué beneficios trajo y cómo se modificó el clima de la población carcelaria.

Xavier Aguirreal, del Taller Solidario Liberté, de la Unidad Penal de Batán, se enlazó vía telefónica con el aire de Los mundos pobiles, donde hizo una cacaterización del impacto positivo que ha tenido la reglamentación de telefónos celulares en cárceles: “El beneficio principal es la comunicación con la familia, que también sirvió en este contexto de pandemia para la comunicación de la gente que está afuera, hay muchas familias que no podían verse para evitar posibles contagios, pero también acá dentro había presos que hacía años no tenían comunicación con su familia hoy lo pueden hacer

El otro elemento destacado segúnAguirreal fue la educación: “Muchos presos se están pudiendo capacitar, seguir la escuela, entregar los modulos tal cual los pibes que están afuera y que siguieron estudiando a través de la tecnología, acá con más razón, todo tiene más valor para el preso, porque hay un montón de cosas que no tiene, entonces las poquitas cosas que tenemos tienen un valor diferente”.

Se supone que la idea de que el preso esté acá dentro es que cuando salga no sea un preso liberado que está afuera del cual hay que cuidarse sino que sea una persona que salga y sea un vecino más, para eso tenemos que construir desde acá dentro, la ley dice que solamente se nos priva de la libertad ambulatoria y no el resto de los derechos, pero los telefónos estaban prohibidos”, reflexionó Aguirreal.

A modo de sintesis, el entrevistado recordó cómo eran las cosas antes de aplicarse esta medida: “Acá la forma de comunicarse era por telefonos fijos, había dos por pabellón, podíamos hablar unos cinco, diez o quince minutos cada uno, dependía de la cantidad de personas que había para hablar porque en el pabellón había cien personas, tenías que sacar turno y que coincida con que tu familia esté del otro lado, era caótico y traía muchos conflictos que podían terminar en peleas, tensiones, y además que no te podías comunicar”.

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