Inicio Destacados En una jornada cargada de emoción, la casa Mariani Teruggi reafirmó su compromiso con los Derechos Humanos

En una jornada cargada de emoción, la casa Mariani Teruggi reafirmó su compromiso con los Derechos Humanos

A 48 años del ataque a la casa y del secuestro de Clara Anahí, la actividad conmemorativa reunió a generaciones de militantes, artistas y comunicadores. El sitio es un espacio emblemático para la construcción de Memoria, Verdad y Justicia en La Plata.

Foto: Gabriela B. Hernández

Se cumplieron 48 años del ataque a la Casa Mariani Teruggi y del secuestro de Clara Anahí, nieta de María Isabel "Chicha" Chorobik de Mariani, una de las fundadoras de Abuelas de Plaza de Mayo. El sábado 23 de noviembre, la Asociación Anahí realizó un acto para recordar lo sucedido; conmemorar la restitución de Paula Eva Logares, nieta de Elsa Pavón; y celebrar los 101 años del nacimiento de Chicha.

La primera en hacer uso de la palabra fue Elsa Pavón, presidenta de la Asociación Anahí y compañera inseparable de Chicha, quien dijo tener “una mezcla de sentimientos, pero el principal es recordar la primera vez que pisé la casa, fue una gran conmoción. Durante mucho tiempo me daba la misma sensación porque la casa tiene una energía especial. Yo quiero mucho a las plantas, para mí son una muestra palpable de la energía, y las plantas habían quedado a pesar de la muerte que transcurrió en la casa, a pesar del robo de Clara Anahí, a pesar de todo”.

Pavón destacó el trabajo de Chicha y el cariño de los compañeros de la militancia, que posibilitaron el funcionamiento de la casa y la puesta en valor de la propiedad, que “hoy es un referente para quien quiera verlo y sobre todo para el estudiantado, para la gente joven, para la sociedad, la muestra de qué fue lo que pasó en nuestro país hace 48 años”.

El 24 noviembre de 1976 un grupo de tareas desplegó un intenso ataque sobre el #1134 de la calle 30, una casa donde funcionaba una imprenta de Montoneros. Además del secuestro de Clara Anahí, fueron asesinados Diana Teruggi, mamá de Clara Anahí, y los militantes Roberto César Porfidio, Daniel Mendiburu Eliçabe, Juan Carlos Peiris y Alberto Oscar Bossio. La casa quedó completamente derruida, evidenciando la magnitud del ataque. Daniel Mariani, hijo de “Chicha”, fue asesinado tiempo después en agosto de 1977.

Gracias a la determinación de Chicha y Pavón, en junio de 1996 la Asociación Anahí empezó a funcionar -aunque la primera comisión directiva se oficializaría tres años más tarde- recuperando la casa como sitio de memoria. A la hora de sintetizar el camino recorrido hasta hoy, Pavón dice que “la palabra satisfacción no es de ninguna manera. No sé si hay alguna palabra que pueda decir qué siento hoy. De todas maneras, se sigue trabajando”.

Foto: Gabriela B. Hernández

La actividad tuvo una charla abierta conducida por Juan Salvador Delú, de la que participaron el periodista Laureano Barrera, autor del libro La casa de la calle 30, y la música e investigadora Claudia Salomone. También estuvieron presentes los guías del espacio y la Comisión Provincial por la Memoria, y hubo cierre musical a cargo de Leticia Carelli.

El libro de Barrera no sólo reconstruye lo que fue el ataque a la casa, sino que también aborda la transformación militante que operó en Chicha. A la hora de explicar este proceso, el periodista dijo que “la historia de las abuelas es también la historia de los papeles que juntaron. Para Chicha el archivo era una cosa tan preciada, tan importante, no solo eran las evidencias que aparecían en esos papeles, la demostración de que la justicia no siempre iba a la velocidad que se requería, sino que también era el legado que estaba construyendo para Clara Anahí”.

Ella decía "cada papel que yo pierdo, cada papel que yo tiro, es algo que no va a saber Clara Anahí cuando aparezca". Chicha, Elsa, el resto de las abuelas son el testimonio, pero los papeles son lo que perdura y ella estaba obsesionada con eso”, completó Barrera.

Sobre el archivo personal de Chicha, que también incluía su correspondencia personal, Barrera dijo que “Chicha era muy poética cuando hablaba. Tenía un tono de voz que era de una serenidad absoluta y era muy poética cuando hablaba. Hablaba como escribía, recitaba, era una cosa descomunal”.

En esas cartas había un montón de cosas que a mí me sirvieron no solamente para reconstruir un poco la vida pública de ella mientras buscaba -junto a las otras abuelas- a los nietos, sino para reconstruir un poco la vida íntima, la vida privada. ¿Qué le pasaba a una mujer que cargaba en las espaldas la mochila que cargaba Chicha?”, se preguntó el periodista en tono reflexivo.

Foto: Gabriela B. Hernández

Encontrar en las cartas el día que ella había ido al Jacarandá junto con once abuelas para fundar, acaso sin saberlo, una organización que iba a tener una historia universal, que iba a cambiar el rumbo de la humanidad, esas epifanías que yo encontraba en la vida íntima de Chicha, una vida que después estaba escrita en los manuales, en los libros de abuelas y en los documentales, para mí fue un regalo impresionante”, expresó Barrera a modo de cierre.

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