Crudeza verbal, relaciones violentas y desamparo marcan el tono general de Las tumbas, una exitosa novela prohibida en dictadura. Quién está detrás del relato, cuánto de autobiográfico hay en sus páginas y por qué se lo persiguió
Enrique Medina nace el 26 de diciembre de 1937 en Buenos Aires, estudia cine, teatro y pintura, se forma en distintos oficios que incluyen periodismo, actuación, dirección teatral y hasta manejo de marionetas. Un hito importante en su vida es un viaje en el que recorre América Latina y que lo tiene alrededor de diez años fuera de su país natal.
“La lectura es una lectura ágil, pero hay que tener cuidado porque los hechos que narra son hechos difíciles, hay que tener estomago para aguantarlos, los personajes la están pasando re mal y al mismo tiempo están casi en una especie de diversión, ahí es donde se encuentra una conciencia que le pasa al que lee porque el autor no baja línea ni subraya, no dice qué hay que pensar”, sintetiza Matías Esteban sobre Las tumbas.
La novela se publica en 1972 y narra la vida hacia el interior de un instituto de menores, experiencia que Medina conoce de primera mano en su adolescencia. A pesar del carácter virulento y un uso del lenguaje hasta ese momento insólito el texto rápidamente se convierte en un éxito.
Sobre el contenido y la forma del libro, el columnista destaca que “lo que se lee en Las tumbas es reflejo de su paso por institutos de menores, no está escrita a la usanza de una autobiografía, acá no hay un pacto de verdad sobre su vida, de hecho la narración está ficcionalizada: hay un chico que llega a un instituto al que llama tumba y el relato está construido desde una mirada de niño, una mirada que muestra lo violento de ese mundo”.
Una de las consecuencias que trae el suceso de Las tumbas es la prohibición de su obra y la persecución policial de su persona, un sendero de censuras que comienza en 1973 y culmina con el retorno de la democracia, transe del que sale airoso sin la necesidad de exiliarse ni dejar de publicar: “Medina fue prohibido durante la dictadura hasta 1984, momento en que se levantó la censura, por este lenguaje y estas formas de mostrar la vida en los institutos, que no eran denuncias sino que es tan virulenta esa representación que genera incomodidad en el lector”.
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