Una morada

por Juan Rey Lucas

Permutable sin afanes de concretarse

Su realización deviene en la construcción

A la vez es demolida

También es edificada

Tanto cuadraturas como pulsaciones requiere

Un sonido insistente y peculiar se desentierra en sus paredes

A veces el mundo no es lo suficiente en su bastedad para ocuparlo

Otras, la superficie de un élitro resulta demasiado para su extensión

Piedras quebradas con la intención de levantar el polvo y soportar el dolor

Existen ocasiones en que bajando la rodilla la encuentro

Un aparato de descomposición nutrimental

El proceso de urbanización se forja para asimilar los desmoronamientos del 

espíritu; así como la manufactura de las hostilidades

La casa suele solventar las entrañas de los desplomes

Resguarda los confines de los abismos

Pero ¿acaso se pueden liberar todas las potencias sin que resulte derrumbada?

¿Un amor para cada pared, un delirio en cada mueble, un perdón por cada

 espacio?

Las ruinas incluso sirven para percatarse del caos por el que se ha atravesado

Entre la morada y el hombre se encuentran galaxias energéticas que tienden a no 

brillar, ya que su candor se suaviza por lo imperceptible

Una mascota atravesando la morada es el ejercito de los guardianes amando los

 territorios que han de librar las batallas por crearse

Las devastaciones naturales preconizan la furia que se fija en los muros

Manadas de animales y parvadas bendicen los perímetros 

La lluvia que ha de tocar cada porción, moja con luz como con densidad el 

ímpetu, el tesón, el clamor, la convicción de lo que se avecina

Una morada como organismo indestructible por afectos y deseos 

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