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Carta para Joel

por Francisco Quicaña

14 de septiembre del 2023


Para Joel:


Hoy quiero compartir contigo una historia fascinante sobre la Casa de los Duendes, un lugar mágico y enigmático que descubrí hace algún tiempo. Espero que al leer estas líneas, puedas sumergirte en el mundo de la fantasía y la maravilla que encontré allí.
La Casa de los Duendes se encuentra oculta en lo profundo del bosque, en un claro rodeado de árboles majestuosos y flores silvestres. Para llegar a ella, debes seguir un sendero angosto y serpenteante, como si estuvieras siguiendo las huellas de pequeñas criaturas traviesas. A medida que avanzas, una sensación de misterio e intriga te envuelve, haciéndote preguntarte qué secretos se ocultan más allá.


Al llegar a la casa, quedé asombrado/a por su apariencia encantadora y peculiar. Está construida con materiales naturales, como troncos y piedras, y está decorada con detalles artesanales y coloridos. Las ventanas son pequeñas y curvas, como si estuvieran hechas para encajar perfectamente con el espíritu juguetón de los duendes que la habitan.


Al entrar, fui recibido por un ambiente cálido y acogedor. El sonido de risas y melodías llenaba el aire, provenientes de los duendes que se movían rápidamente por la casa. Los muebles eran diminutos y exquisitos, hechos a medida para criaturas de pequeño tamaño. La sala de estar estaba adornada con cojines y alfombras suaves, invitándome a sentarme y disfrutar de la comodidad del lugar.
A medida que exploraba cada rincón de la casa, descubrí maravillas inimaginables. En la cocina, encontré una despensa llena de frutas y verduras frescas, recolectadas de los jardines cercanos. Los utensilios de cocina eran diminutos, pero perfectamente funcionales, utilizados por los duendes para preparar deliciosos manjares. En la biblioteca, los estantes estaban llenos de libros antiguos y misteriosos, escritos en letras diminutas que solo los duendes podían leer.


Pude sentir la presencia de los duendes en cada habitación. A veces, escuchaba risas juguetonas y susurros suaves que llenaban el aire. Incluso encontré pequeños tesoros escondidos en rincones secretos: monedas brillantes, piedras preciosas y notas escritas con letras diminutas que hablaban de historias y aventuras pasadas.


La Casa de los Duendes me hizo recordar la importancia de la imaginación y la conexión con la naturaleza. Era un recordatorio de que la magia puede existir en los lugares más inesperados, si estamos dispuestos a abrir nuestros corazones y mentes a ella. Me enseñó que la belleza y la alegría pueden encontrarse en los detalles más pequeños y que la amistad y la camaradería pueden florecer en cualquier rincón del mundo.


No dejes de creer en la magia,
Zigor

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