A 20 años de la muerte de Marcelo Berbel, su hija, Marité, repasó la obra de su padre y adelantó que lo recordarán el próximo 19 de abril en Plaza Huincul.
Marcelo Berbel fue un poeta, autor, compositor y un músico representativo de la región patagónica. Nació el 19 de abril de 1925 (fecha en que se conmemora el Día del Indio Americano) en la localidad de Plaza Huincul, provincia del Neuquén, en lo que se conoce como el Pozo 1 y murió el 9 de abril del 2003, apenas unos días antes de cumplir 78 años.
“Abril es un mes berbeliano, donde pasan cosas muy fuertes y muy lindas, es un mes muy importante para nosotros”, dice su hija y adelanta que su padre será recordado el próximo 19 de abril en la ciudad de Neuquén. El homenaje a quien es considerado el mayor poeta patagónico, se realizará en la Casa de las Leyes y en el marco del programa de puesta en valor del antiguo edificio legislativo. Ese día al anfiteatro del lugar le pondrán el nombre de Marcelo Berbel.
“Cada 19 de abril, además, festejamos el cumpleaños de mi papá en algún lugar de la provincia. Al comienzo lo celebrábamos en la tumba de La Pasto Verde, luego durante mucho tiempo lo celebramos en la ciudad de Neuquén, frente al monumento donde compuso Regreso al ayer y hace unos años decidimos hacer ese festejo por toda la provincia, porque mi papá le ha cantado a toda la región”, describe la cantora y compositora.
“Este año con motivo de un nuevo aniversario de su nacimiento, nos propusieron celebrarlo en Plaza Huincul, donde nació mi padre y donde se va a erigir una estatua de seis metros de altura”, explica en diálogo con Cacodelphia.
“Mi papá, fue siempre medio esquivo a los homenajes, siempre fue muy modesto en ese sentido, porque él dejó sus obras para que hablen de él, pero estos homenajes de alguna manera son una forma de seguir defendiendo y preservando nuestra identidad patagónica”.
Canto a la región
Marcelo Berbel fue uno de los poetas más influyentes de la región patagónica. Compuso los himnos oficiales de la provincia del Neuquén (Neuquén Trabun Mapu) y de su capital (Regreso al Ayer), el primero junto al compositor Osvaldo Arabarco. Sus canciones han sido interpretadas por artistas reconocidos en todo el país y se han difundido en gran parte de América, abarcando diversos estilos.
“Mi padre, le ha cantado a toda la provincia y en cada una de sus obras, se puede sentir lo que ha vivido en cada rincón de Neuquén y de la Patagonia. Ahí lo encontramos a mi padre. Para eso está su obra. Sentir es una palabra que usaba mucho. No hay que mirar, no hay que escuchar, hay que sentir, decía, ya que cualquier huevon escucha, pero no cualquiera logra sentir ”, describe su hija.
Las composiciones de Marcelo Berbel datan del momento mismo en que aprendió a escribir, mientras cursaba 2° grado en la Escuela 22 de Plaza Huincul. Desde entonces, además de intérprete, fue autor de obras integrales, piezas de teatro, libros de coplas, letras y músicas. Hizo más de 1000 canciones”. Por mencionar solamente algunas, entre las más conocidas se encuentran “La Pasto Verde”, “Rogativa de Loncomeo”, “Piñonero”, “Puel, Puel”, “Lago Quillén” y un largo etcétera.
“Cuando le decían que era un estudioso, él decía que solo era un curioso. Y a nosotros nos invitaba a curiosear, a escribir y a sentir. Él fue poeta y musico y fue un buen poeta y un buen musico y no es muy frecuente que se de esa combinación. Yo digo siempre que además de poeta, mi papa fue un gran pintor, porque describió un paisaje que podías ver a través de su poesía”, cuenta.
Marcelo Berbel, el segundo de 10 hermanos, fue criado en su pueblo natal y en Allen (Río Negro). Luego pasó su adolescencia y juventud en Mariano Moreno (Neuquén), un tiempo en Buenos Aires, y más tarde regresó a su provincia. “En esa enorme familia no hubo más músicos que mi papá, todos fueron Ypefianos”, explica.
“Papá comenzó a escribir cuando empezó a escribir, aunque suene redundante y hasta ridículo, pero así fue. La palabra escrita llegó siendo muy chico. En la Escuela 22 de Plaza Huincul, la maestra, Gisella Depornoi, lo descubrió escribiendo a los 7 años y aquel verso lo guardo para siempre. Esos versos están todavía allí en la escuela. A esa edad, ya estaba revelando mi padre, toda su dimensión de poeta. A los 9 empezó a hacer música y como no tenía manera de grabarse, creó su propio sistema de letras y números para ir escribiendo esas melodías. A los 14 años entró a la banda del ejército, donde empezó a estudiar música", repasa.
Gran parte de su vida estuvo dedicada a escribir: “Mi papá no leía nada. Él quería su tiempo y su cabeza despejada para escribir, porque constantemente estaba escribiendo, entonces, no se permitía distraerse leyendo. Lo único que agarraba todos los días, era el diario para hacer el crucigrama, eso era lo único que lo distraía. Y cuando estaba escribiendo y algo se le encarajinaba, hacia un solitario con las cartas”. Con respecto a las músicas, decía, que “no se escribían, sino que andaban por ahí, en el aire y había que saber encontrarlas”.
Sus padres fueron Juan Ramón, español, empleado de la empresa YPF y su madre americana-mapuche, María Teresa, tenía el apellido Arriagada por el dueño de la estancia donde nació, pero en realidad era hija de un puel.
Al regreso de Buenos Aires, se casó con Rosa Edith Rodríguez y tuvo cuatro hijos: Néstor Armando, Hugo Marcelo, María Teresa Edit (Marité) y Dante Gerardo. Los tres primeros también siguieron el camino de la música, y así llevaron por todo el país la inmensa obra de su padre.
“Nosotros, los hijos, siempre tuvimos acceso a los cuadernos donde estaba la totalidad de la obra de mi papá y de allí podíamos tomar lo que quisiéramos o por lo menos lo que no se habían llevado antes”, dice quien es considerada una de las mayores referentes de la cultura y la música popular neuquina y patagónica. “Mi papá ha escrito muchos tangos, chacareras, gatos, zambas, canciones románticas, habaneras, muchas cordilleranas, pero lo que más ha trascendido son los loncomeos y las milongas”.
“En ese sentido mi padre fue muy ordenado y muy responsable. Cada vez que alguien le pedía alguna poesía para musicalizar, puede ser por ejemplo Edgardo Lanfré, o José Larralde, o Roque Martínez, o quien fuera, él se la daba y anotaba en el cuadernito la fecha en que se la había entregado. Pasado un tiempo, te llamaba, para preguntarte si le habías hecho algo”.
Marcelo Berbel cumplió también funciones legislativas, desempeñándose como convencional constituyente en la redacción de la constitución de la provincia. Y alguna vez dijo de sí mismo “mi política es celeste y blanca y mi patria son los mapuche”.
“Toda su obra tiene una conexión con el pueblo mapuche y si bien no hablaba fluido el mapudungun, por eso de curiosear fue aprendiendo mucho”, contó su hija
“No hay que olvidar que nosotros somos mapuche, mi abuela María Teresa, que tenía el apellido Arriagada, era Puel. Y ese Puel, es el que mi papa visito cuando escribió “Mi abuelo indio”, recuerda su hija. Y destaca el cancionero que armó su padre con esa temática en un país que durante muchos años ha preferido invisibilizar todo aquello que tiene que ver con nuestras comunidades. “Dando a entender que todos bajamos de los barcos”.
El legado de Marcelo Berbel
El Instituto Nacional de la Música (INAMU) junto al Ministerio de las Culturas de la Provincia de Neuquén, presentaron en diciembre del “Desde la Patagonia. El legado de Marcelo Berbel”. Un libro de estudio que será distribuido en instituciones educativas de todo el país. Y que contiene, no solamente historias, fotografías y poesía, si no todo el cancionero y cada una de las partituras de las obras más emblemáticas de Marcelo Berbel.
El ministro de las culturas de Neuquén, Marcelo Colona, en la presentación de un libro editado por el INAMU, puso de manifiesto que en la Patagonia estaban los hermanos Berbel y a las autoridades del Instituto les intereso la propuesta. “La idea primera entonces fue realizar un libro sobre los Berbel. Pero a mí me pareció que escribir la historia de los hermanos, era perder de vista la historia que comienza con mi padre”, contó la cantora.
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