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Paraje, un abordaje en clave poética de la cosmovisión wichí

El libro del poeta salteño Carlos Aldazábal fue distinguido con el prestigioso Premio de Poesía del Fondo Nacional de las Artes 2021. El fundador de la editorial El Suri porfiado habló sobre esta obra, sus formas de trabajo y su tarea como editor.

“Siempre el desafío y la competencia real es con uno y con el intento de armar una voz propia. Lo valioso es el proceso creativo, claro que te alegra ganar un premio, pero te alegra más cuando tenés la sensación de que creaste algo”, dijo Carlos Aldazábal en Cacodelphia.

Esta edición del Concurso de Letras del Fondo Nacional de las Artes -que premió su poemario Paraje- rindió homenaje a la gran poeta pampeana Olga Orozco, en el marco del centenario de su nacimiento. “Estoy contento con el premio, pero sobre todo por el nombre que me hace pensar en esa gran poeta, una de las más importante en todo Hispanoamérica y una de las grandes voces de la poesía, sin distinción de géneros”, expresó el poeta y narrador salteño, autor numerosos poemarios y seleccionado en incluido en distintas antologías internacionales.

Carlos J. Aldazábal nació en Salta en 1974 y obtuvo, como poeta, entre otros, el Primer Premio del II Concurso Identidad, de las huellas a la palabra, organizado por Abuelas de Plaza de Mayo, y el Premio Alhambra de Poesía Americana (Granada, España). Publicó los poemarios La soberbia del monje (1996), “Por qué queremos ser Quevedo” (1999) y entre las últimas se cuentan “Piedra al pecho (Valparaíso, 2013), “Camerata carioca” (Valparaíso, 2016) y “Mauritania es un país con nieve” (Algaida, 2019).

Recuerdo que por el año 1996 tuve la osadía de llevarle hasta su casa mi primer libro, era entonces un joven impertinente y fue muy bien recibido. Muchos años después cuando Olga murió y donó su biblioteca a Toay, el pueblo de su infancia en la provincia de La Pampa, me llevé una gran sorpresa cuando vi que allí estaba mi libro y los de tantos otros jóvenes, lo que habla de la inmensa generosidad de Olga”, rememoró.

Sobre Paraje, poemario que será editado a través del Suri Porfiado y con una introducción escrita por Mempo Giardinelli y María Rosa Lojo, el poeta explicó que en principio significó “volver un poco a esa tierra que nos hacían leer en la adolescencia, a través de las novelas de Federico Gauffin, publicadas en la década del 30, novelas de aventura que sucedían en el Chaco salteño. Ese territorio exótico lo conocí a través de En tierras de Magú Pelá y Los dos nidos y lo redescubrí a partir de Eisejuaz, la gran lo novela de Sara Gallardo”, contó Aldazábal. “Luego gracias a diferentes antropólogos y escritores salteños, descubrí el trabajo de Laureano Segovia, que falleció en el medio de la pandemia y que fue un gran difusor de la cultura Wichi. Lautaro realizó un montón de recopilaciones de relatos orales de ese pueblo, un trabajo muy importante que también me ayudó a darle un enfoque al poemario”.

El desafío entonces fue escribir sobre algo que está muy registrado por el cine, Nosilatiaj de Daniela Seggiaro, por ejemplo, o la fotografía de Guadalupe Miles, buscar hablar sin ser yo, fue el gran desafío. Y en ese sentido, el dispositivo lingüístico creado por de Sara Gallardo en la década del 60, me sirvió para encontrar una voz y tratar de recrear algunos de esos mitos, pensar el ecocidio y la relación de las mujeres en aquellas tierras a las que logré viajar a partir de una Beca a la Creación del Fondo Nacional de las Artes, que gané en 2016, y que me permitió darle forma al proyecto de este libro”, expresó quien también escribe ensayos y narrativa.

“Toda esa información junto al trabajo de investigación realizado, me permitieron acercarme a una zona con muchas dificultades, en su gran mayoría, generadas por el neoliberalismo y el capitalismo en sus formas de expansión”, dijo Aldazábal. “Ya que al ampliarse la frontera agropecuaria de repente los bosques nativos pierden importancia, se elimina, entonces, el nomadismo que atraviesa a esos pueblos, para extraer esas riquezas y, surgen así muchas crueldades. Cuando el monte y el rio, que son la fuente de subsistencia para ese pueblo desaparece, asoma un panorama desolador por los desastres que el desmonte y las plantaciones de soja generaron en la región”, agregó.

“Se trata de una tierra en disputa y también de subjetividades en disputa"

“Se trata de una tierra en disputa y también de subjetividades en disputa, porque aparecen las iglesias evangélicas y cristiana, por ejemplo, prohibiendo la religión indígena. El pueblo Wichi es un pueblo que mantiene el idioma, pero los que se acercan al evangelismo, que es mucho más abolicionista de las culturas populares, terminan con la prohibición de practicar sus ritos”, contó.

El poeta también detalló que se habla de una "cultura viva" que sufrió el genocidio, el ecocidio y una suerte de martirologio que sufrieron todos los pueblos originarios de América Latina y también en otros continentes.

A la hora de pensar su trabajo de campo, Aldazábal, expresó que sus poemarios se construyen de distinto modos: "es una escritura que yo llamo poesía antropológica, que implica no solo la experiencia del extrañamiento antropológico, sino también, lo que denomino, como la conmoción del paisaje, entendiendo por paisaje también al paisaje humano y cultural”.

Esos conceptos nacen en el trabajo anterior que fue un libro de poemas que se basó en la historia y la cultura del pueblo selknam de Tierra del Fuego y que surgió a partir de conocer a Anne Chapman, la antropóloga norteamericana feminista que trabajó con las últimas mujeres selknam. Conocerla me conmovió muchísimo, ella fue el disparador para escribir Nadie enduela su voz como plegaria (2003)”, contó. “Pude entonces viajar a Tierra del Fuego y sentir esa conmoción del paisaje, conocer a ese pueblo que a comienzo del Siglo XX fue diezmado a partir de plagas y de un montón de imposiciones culturales y diferentes atrocidades”.

El FNA y el desafío de una mirada federal

En los últimos años el Fondo Nacional de las Artes viene consagrando a poetas de Tucumán, del conurbano Bonaerense y de Corrientes, resquebrajando de ese modo, el centralismo histórico, cultural y político de Buenos Aires. “El premio del Fondo, ha sido una de los premios que se mantuvieron a pesar de los cambios y de los gobiernos neoliberales”, destacó el poeta y subrayó la democratización que busco el organismo al conformar los jurados. “Por ejemplo este año en la categoría poesía, hubo cinco jurados y uno solo de ellos era de Buenos Aires, entonces el modo de leer cambia y bastante”, explicó el responsable de coordinar el Espacio Literario Juan L. Ortiz en el Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini.

En algún momento los integrantes del jurado eran todos del mismo taller literario, o poetas solo de Buenos Aires con la misma mirada estética, como también ocurrió o de un mismo grupo con la misma afinidad y eso mantenía ese canon establecido desde Buenos Aires”, explicó. “A partir de la democratización en la conformación de los jurados y la circulación de las voces que se dio a través de las redes hoy es imposible imponer un canon y una estética, como ha sucedido en otros tiempos, lo cual no implica que haya pequeñas conservaciones”.

El suri porfiado: doscientos títulos y más

El Suri porfiado es una editorial independiente de poesía, creada en 2007, por poetas de distintas provincias argentinas, incluida CABA, con el objetivo de difundir la diversidad poética del país, sin excluir propuestas de otras partes del mundo. “El Suri surgió hablando con el poeta neuquino Tomás Watkins, con el pampeano Héctor De Matteo y con un porteño que es Diego Bustos, el hijo del gran Miguel Ángel Bustos. Y el nombre tiene que ver con el chaco salteño, porque en realidad en esas novelas que leímos en la secundaria, en una de ellas se mencionaba una localidad que se llama Suri Pintado, dije entonces en chiste el Suri Porfiado y gusto”, contó el editor.

Ya han editado más de 200 títulos, publicando poetas tan valiosos como Bustriazo Ortiz, el año pasado en pandemia realizaron una edición de Altazor, de Vicente Huidobro y de La Plata, publicaron a Julián Axat y a José María Pallaoro. "Y así seguimos porfiando porque no queda otra, el mercado de la poesía argentina hace mucho que vive una crisis grande, pero bueno, si uno hubiese querido ser millonario se hubiese dedicado a la autoayuda y no a la poesía”, expresó.

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