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Vilca, la magia del silencio

El documental que cuenta la vida del músico Ricardo Vilca, que supo cautivar a León Gieco, Ricardo Mollo y Skay Beilinson llega a la plataforma Kinoa.tv.

A través de varios testimonios el documental Vilca, la magia del silencio presenta a un músico que todavía sigue siendo un misterio. “Ricardo fue un intérprete de su paisaje y de su pueblo, y creo que eso era lo que más lo motivaba, sentir y reflejar, su gente su lugar y su paisaje”, contó el director, guionista y productor Ulises De la Orden. Por su contribución cultural a la Quebrada, en 1983 el músico recibió un premio de la Unesco.

“Ricardo fue un personaje fascinante”, aseguró el cineasta sobre el músico que supo cautivar a León Gieco, Ricardo Mollo y Skay Beilinson y que sus colegas en la Quebrada, consideran como el mejor de todos ellos. “Tuve la posibilidad de conocerlo y entablar una amistad y en ese ir compartiendo, fue develándose una admiración como artista y como intérprete de su paisaje cultural”, describió en diálogo con Cacodelphia.

“La película salió a la luz en plena pandemia, se estrenó en las pantallas de Cine.ar, se presentó en algunos festivales y ahora empieza su recorrido a través de esta plataforma (...)Hasta aquí es muy grato todo lo que viene pasando, pero todavía la película está por encontrarse con su público”, aseguró el responsable -junto con Germán Cantore del film que repasa la vida de Ricardo Vilca. Desde el próximo 9 de agosto, el audiovisual se puede ver desde cualquier parte de Iberoamérica a través de Kinoa.tv.

“Ricardo fue un personaje fascinante”

“Junto con Germán, empezamos hace 20 años a retratar momentos del tiempo que pasábamos con Ricardo, juntadas, asados, recitales, con la idea clara de hacer una película. Y de repente Ricardo se nos murió y todos quedamos un poco huérfanos”, relató. El músico originario de Humahuaca falleció el 19 de junio de 2007 a sus 53 años. “Cuando comenzamos el film pensábamos en contar quien era Ricardo, para que su música tomara más dimensión, más vuelo y se conozca más. Y finalmente la película termino siendo un homenaje al maestro”, dijo.

“Se trata de una película hecha con amor a la amistad”, expresó De la Orden sobre el film que el año pasado se presento en el Festival Internacional de Cine de las Alturas de Jujuy. “Hacerla fue también encontrarse con un montón de amigos y con gente que hacía mucho que no veíamos y eso en la película creo que se siente y se transmite”, agregó.

Hijo de Fidel Vilca, en sus comienzos el músico y maestro rural jujeño (1953), se deslumbró con el sonido de la guitarra eléctrica y así en la adolescencia comenzó su vida musical formando parte de grupos de cumbia, de rock y de folklore Con relación al folclore lideró el grupo Ricardo Vilca y sus Amigos, con el que grabó álbumes como La magia de mi raza (1993), Nuevo Día (2000), Majada de Sueños (2003) y Música del Altiplano (1993). “Ricardo es a la música del noroeste lo que Piazzolla es al tango”, significó el director y agregó que “su música tiene un vuelo distinto”.

“A Ricardo todo le costó muchísimo, pero nunca se apartó de su camino”, explicó el director, “ese camino artístico lo fue trazando con la ayuda y la colaboración de algunos amigos y referentes. Como Graciela Volodarski – poeta y compositora autora de Guanuqueando-, Ricardo se asentó mucho en ella. Abraham Dip, que fue el productor del disco ´La magia de mi raza´, fue otra de las grandes personas junto con Lucio Boschi, un fotógrafo porteño, productor del disco ´Nuevo día´. Para Ricardo grabar esos trabajos fue muy relevante y esas personas trabajaron mucho para que lo logre”. Entre los referentes el director cinematográfico, mencionó al músico nacido en Yavi, Anastasio Quiroga y a José María Mercado, “a quien Ricardo respetaba muchísimo”.

Sobre cómo se conocieron con Vilca, De la Ordenc contó: “Conocí a Ricardo tocando en el Hotel Hilton de Puerto Madero, donde nadie le daba pelota. Así fue que una vuelta, después de esas presentaciones, nos fuimos a comer a una pizzería que está en San Telmo, era una de esas noches templadas, muy agradables, las ventanas estaban abiertas y había poca gente. Terminamos de comer, y entonces Ricardo, sacó la guitarra y de a poco la gente se fue acercando y desde la vereda o apoyada en la ventana, disfrutó de ese toque improvisado, eso lo hacía muy feliz a Ricardo. Por supuesto que también tocar en diferentes teatros donde la gente disfrutaba de su música y lo aplaudía de pie, pero era muy feliz tocando en esos lugares, chiquitos sin tanta gente y de manera improvisada. Y eso lo hacía también en cualquier barcito de Jujuy mientras esperaba el bondi para volver a Humahuaca. Esa era la forma en que también se fue dando a conocer”.

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