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La fundación maldita

El 19 de noviembre de 1882 se fundó la ciudad de La Plata bajo el mal augurio que anticipa cuando todo sale mal: mal clima, poco festejos, peleas política y una maldición. Antonela Mennuto realizó un repaso por los diarios de la época para saber las particularidades de esta primera fiesta local. 

El día de la fundación está enmarcado básicamente como el comienzo de todas las maldiciones de la ciudad, así arrancó, trunco ya”, advirtió Antonela Mennuto en comunicación con En Órbita. Luego que Dardo Rocha, gobernador de la provincia en ese entonces, hubiera levantado los edificios públicos de la ciudad preparó una gran fiesta inaugural donde había “comida, asado; trajeron músicos de magdalena, celebridades y toda la gente que estaba en el pueblo también, gente que vivía en las zona de Tolosa o Los Hornos”, detalló la columnista. 

Casi todos están invitados a la celebración: a la fiesta faltaron Sarmiento y Mitre, presidente y vicepresidente respectivamente en esa época, quienes no se presentaron por la rivalidad que tenían con el fundador por sus intenciones de postularse como mandatario nacional. Además “un detalle, es que las mujeres no estaban invitadas a la fiesta de inauguración. En el anuncio de la comisión de invitaciones, decían que las mujeres no estaban invitadas porque no había un edificio digno para poder alojarla”, señaló Antonela.

“Un cronista del diario La Nación que estuvo presente el día de la fundación relataría luego que: ‘una omisión compuesta de los más encarnizados enemigos del gobierno del dr. Rocha no habría podido hacer las cosas mejor para poner a este último en el más espantoso ridículo y hacerlo colmar de maldiciones''' citó la columnista y es que todo salió mal: por demoras, la celebración se concretó a la tarde cuando caía el sol, “supuestamente la carne llegó podrida por el calor, otras versiones dicen que Jose Hernandez se había ofrecido para hacer el asado y que le salió mal, se le quemo y demás. La cuestión es que estaban todos re calientes”.

De ese enojo surgió una maldición profesada por una bruja tolosana que ese día, en el marco de los festejos, auguró: “Nosotros, hombre y mujeres de bien, invocamos todas las fuerzas malignas de la tierra y el cielo. Convocamos a los espíritus del mal y les pedimos, les ordenamos, que se queden para siempre en este lugar, por los siglos de los siglos. Que en este sitio nadie viva en paz y prosperidad. Y si naciera una ciudad, malditos sus habitantes, malditos los hijos que nazcan en ella, malditos los jóvenes y malditos todos los que la amen y la defiendan. Dios nos libre de ellos para siempre y quien se atreva a descubrir este secreto que lo pague con su vida”.

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