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Hudson, allá lejos y hace tiempo

Hijo de un granjero estadounidense con poco tino para los negocios, desarrolló un temprano interés por la vida al aire libre que lo llevó a explorar buena parte del río de la Plata y la pampa bonaerense. Los libros autobiográficos y de carácter naturista que escribió más tarde lo posicionaron como uno de los mejores narradores de habla inglesa.

Matías Esteban, escritor, docente y agitador literario, se enlazó vía telefónica con el aire de Los Mundos Posibles donde ofreció un recorrido por vida y obra del escritor Guillermo Enrique Hudson (1841 - 1924), con un particular detenimiento en su infancia entre el río de la Plata y la pampa bonaerense, el interés por la naturaleza que lo hizo cartearse con institutos naturistas de todo el mundo y el tardío éxito cosechado gracias a su obra.

En primer término, Esteban se refirió al linaje del escritor, cuyos padres, Daniel Hudson y Carolina Augusta Kimble, llegaron desde Boston para establecer una granja de cría de ovejas en la zona rural de lo que hoy se conoce como Ingeniero Allan, en los limites entre Quilmes y Florencio Varela: “Es hijo de inmigrantes norteamericanos por lo tanto su nombre y su idioma natal, el que se hablaba en su casa, es el inglés, pero nació en Argentina, en la zona de Quilmes, fue bautizado como William Henry Hudson, ya ahí hay una duplicidad que puede llamar la atención por tener estas dos formas de encontrarse con su identidad”.

La infancia de Hudson, retratada en su libro Alla lejos y hace tiempo (1918), se inserta en un escenario agreste, bien al sur de la Capital: “Los primeros años de su vida los pasa en la pampa bonaerense, ahí entra en contacto con gauchos, con indios, con colonos ingleses y norteamericanos, como su padre, era una vida totalmente rural, a la Ciudad de Buenos Aires fue dos o tres veces solamente, luego, cuando el negocio de sus padres fracasa y empiezan a tener bastantes problemas de dinero se mudan a Chascomús a una pulpería que abre su padre, llamada Las Acacias, que también fracasa, cada vez que habla de su padre, Hudson dice que era una persona muy confianzuda y siempre lo engañaban en los negocios”.

El paso de los años hizo crecer su interés por la naturaleza, inclinación que plasmó en obras como Un naturalista en el Río de la Plata (1892) y Aves del plata (1920): “A medida que va creciendo empieza a interesarse más por el naturalismo, por el estudio de las aves y las especies naturales, distintos tipos de animales como vizcachas, perdices, aves de distinto tipo, y los estudia de manera insistente , con mucha pasión y mucha dedicación, cabalgando leguas enteras hasta encontrar un nido, describiendo toda esa región para luego reunir ese trabajo y enviarlo a institutos de diferentes lugares del mundo como el Smithsoniano de Estados Unidos o la Sociedad de Aves de Londres, carteándose con esos espacios, más como un coleccionista porque él no era un científico con un bagaje académico a cuestas”.

En 1874, a la edad de 33 años, Hudson se va de Argentina porque tras la caída de Juan Manuel de Rosas, se empieza a avizorar un horizonte donde el campo se transformaría en otra cosa: “Se instala en Londres y comienza a escribir sobre su vida en suelo argentino, casi como una especie de añoranza constante, escribió sobre la naturaleza, escribió literatura, escribió relatos autobiográficos, cuentos, novelas y poesías, siempre hablando de la vida que vivió en la zona del río de la Plata y de la pampa argentina”.

Ahí pasa una cosa muy extraña, si bien no tiene un éxito enorme, se empieza a rodear de escritores conocidos como Conrad, Kipling, lo cual le da un grado de prestigio y aunque al principio la pasó bastante mal en términos económicos, sus novelas empiezan a tener un éxito relativo, comienza a ser leído y a ser considerado uno de los mejores escritores de la lengua inglesa por esos años”, refirió Esteban a modo de conclusión.

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