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El intangible arte de Vigo

Un artista platense cuyo trabajo desbordaba toda convención y que llegó incluso a irritar a sus pares. Un incomprendido que puso a La Plata en el mapa del arte correo y enseñó que la verdadera obra estaba en el ojo del público.

Matías Esteban, escritor, docente y agitador literario, se enlazó vía telefónica con el aire de Los Mundos Posibles donde se explayó sobre vida y obra del artista platense Edgardo Antonio Vigo (1928 - 1997), reconocido por su poesía visual, la creación de una red de arte-correo mundial y los señalamientos con que intervenía el espacio público: “Algunos podrán decir que no es un poeta convencional, en primer lugar es un artista plástico, es más reconocido por eso, pero tiene muchas intervenciones dentro de lo que es la poesía experimental”.

Toda su obra se remite a La Plata, pero también puede decirse que se abre al mundo porque es un gran exponente, quizás el más importante de la Argentina, del arte correo, una forma de arte muy hermosa y sencilla que se trata de mandar una carta a alguien con un contenido artístico-poético libre y la otra persona contesta con su propia visión, son cartas que tienen un contenido estético, que son una obra en sí mismas y que se envían por correo, Vigo armó una red de artistas en el mundo cuya base era su domicilio acá en La Plata”, explicó el columnista sobre la particula forma que tenía Vigo de compartir su arte.

Manojo de semáforos (1968)

Según lo explica Matías, a finales de la década del 50, Vigo hizo un viaje muy importante a Francia donde se puso en contacto con la vanguardia artística del arte concreto, una forma de arte que trabaja con la abstracción total: “No hay asociación, vemos un color pleno, una forma muy dura, y nada más, es algo que parecería que no tiene una idea detrás”, y generó una gran controversia al importarla de regreso a su hogar: “Trajo esa estética a La Plata e hizo muestras muy polémicas porque la forma poética que prevalecía en esa época era otra y eso produjo un choque, hasta dicen que en la primera muestra que hizo hubo una especie de ataque a sus obras”.

El aporte significativo de Vigo pasa por un arte no tangible, que reside en la mirada del público: “Gran parte de su obra tiene que ver con señalamientos, una de las cosas que hizo fue un señalamiento del semáforo de 1 y 60, había una invitación hecha al púbico a que observara el semáforo de 1 y 60, de manera estética, lo llamó "un manojo de semáforos", es una acción, una performance, donde el espectador va y le da valor estético a lo que ve, el objeto de la ciudad está siempre y estará hasta que se dañe o lo saquen”.

A modo de conclusión, el columnista caracterizó el arte de Vigo de la siguiente manera: “La obra no está en el objeto artístico en sí, sino en cómo construyen los espectadores ese sentido”.

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