En la actualidad hay 11 vacunas patentadas y en uso en al menos un país del mundo. En el medio de una de las campañas de vacunación masiva más grandes en la historia de nuestro país, surge la pregunta por las patentes de las nuevas vacunas que fueron creadas en tiempo record a base de investigaciones creadas por los Estados Nacionales de diferentes partes del mundo.
“La realidad es que hay grandes conglomerados, que son muy poco y muy grandes, que tienen el monopolio del desarrollo de la investigación específica en medicamentos y vacunas”, señaló la bióloga Natalia Ferressini en comunicación con Micrófono Abierto a los Trabajadores, “la pandemia lo que hizo fue poner un pie en el acelerador del desarrollo de la investigación, pero se vienen usando conocimientos que son acumulados por la ciencia básica de todos los países, (...) son un montón de científicos y científicas que trabajan, la gran mayoría, sustentados por dinero de los estados. Que trabajan en sus investigaciones y hacen un aporte de conocimiento básico que queda en los registros y que mucho de eso se ha utilizado. Por lo tanto estamos hablando de un conocimiento que es social, que es producido socialmente y es producido de manera pública en una gran mayoría de los casos, sostenido por inversiones estatales que son de los impuestos de los y las trabajadores, por lo tanto es un contenido producido de manera social y que debería pertenecer a la sociedad”, agregó.
Los laboratorios, encargados de la producción de las vacunas, justifican la patentación de las mismas en base a los costos que suelen demandar la creación de las mismas. “lo que no dicen estos grandes laboratorios es que mucho de ese dinero, por no decir todo, fue puesto por los mismos Estados que estaban apostando a la producción y al desarrollo de nuevas vacunas”, explicó la pasante del Conicet y subrayó que “los grande laboratorios que tanto dicen que invierten, tanto no invierten. Porque se vio superada la capacidad de producción muy rápido. No tenían una base de producción tan grande como para responder a la demanda de dosis, y por otro lado se ve esta competencia intercapitalista. Esta competencia entre estados, donde los estados que son mas fuertes (...) acaparan las dosis y hay toda una competencia por aquellos países que tienen en su territorio sedes de los laboratorios que están fabricando, que no quieren liberarlo para que se exporten la vacunas”.
“El problema es que se patentan. La patente te da un derecho de uso exclusivo por 10 años y en otros desarrollos anteriores de vacunas lo que ocurría es que los primero 7-8 años por ahí estás haciendo pruebas, entonces después la patente dura dos o tres años y cae. Ahora con esto de que se patentaron y prácticamente salieron en simultáneo las vacunas y las patentes, estamos hablando de que por los próximos 10 años la humanidad no va a poder utilizar libremente este recurso tan importante en un contexto de pandemia mundial como son las vacunas”, alertó Natalia. “Acá se produce la vacuna en lote y se fracciona en otra sede del laboratorio, porque claro, está desacoplado el sistema. Entonces la ruta puede pasar por 80 países y no quedar vacunas en ninguno de ellos, porque Astra Zeneca después firma los acuerdos con los Estados que le conviene bajo las características que le conviene y se lo vende a los Estados. Mientras tanto, todos los trabajadores y trabajadoras que estuvieron involucrados en la producción, desde los científicos que están a cargo de eso hasta el operario que está envasando y armando cajita de vacuna, la ven pasar con la ñata pegada en el vidrio porque no queda nada”, ejemplificó.
Natalia concluyó que en un contexto donde no hay datos reales de la circulación del virus en todos los países, “la patente tiene que ser libre para que cualquier país que tenga la matriz productiva la pueda producir y esa cuestion tiene que estar controlada pro los trabajadores”, concluyó.
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