Así lo expresó Luis Tumiñá Ussa, joven perteneciente al pueblo misak de la localidad de Silvia, de Popayán, al suroeste de Colombia.
Hace alrededor de 50 años los pueblos originarios de la región del Cauca colombiano iniciaron un proceso de recuperación territorial reconstruyendo sus modos de organización política y social desde la filosofía del Buen Vivir, sus formas propias de gobierno sus autoridades tradicionales, y el legado histórico de sus ancestros.
Luis Tumiñá Ussa, joven perteneciente al pueblo misak de la localidad de Silvia, de Popayán (suroeste de Colombia) y estudiante de Filosofía y Sociología en la Universidad del Valle, en el Cauca, conversó con Futura en Casa sobre su experiencia de vida y la de su pueblo.
Según explicó Tumiñá Ussa, en las décadas de 1970 y 1980 surgió la organización de los pueblos indígenas misak y nasa en la llamada recuperación territorial de haciendas que estaban en manos de terratenientes que poco a poco fueron convirtiendo a los mismos indígenas en terrajeros, una especie de esclavitud.
Sobre la forma en que el pueblo misak se organiza para decidir desde sus comunidades, contó que “Un nachak es para el pueblo misak el gran fogón comunitario, representa la reunión de todos los pueblos misak, también su memoria histórica. Durante la conquista del territorio por los españoles, el pueblo misak fue prácticamente exterminado y los que quedaron con vida se dispersaron huyendo ante tanto sangriento despojo.
Uno de los jefes españoles que más violencia ejerció sobre los pueblos originarios fue Sebastián de Belalcazar. El 16 de septiembre, el pueblo se movilizó hacia el lugar donde se erigía una estatua sobre una pirámide o morro, en el municipio de Popayán siendo derribada como un acto de reivindicación histórica.
Ya desde hace varias décadas las poblaciones que habitan el macizo andino colombiano, como todo el territorio nacional, se están desangrando en medio de graves conflictos armados producidos en el cruce de enfrentamientos entre guerrillas, mafias de narcotraficantes, grupos parapoliciales, grandes emprendimientos de explotación minera y agroindustriales y el ejército. “Donde ha habido más asesinatos ha sido en los departamentos de Cauca y de Nariño”, señaló el joven.
También se refirió a la marcha campesina e indígena MINGA INDIGENA, que remonta a una antigua tradición de juntarse la comunidad para ayudar a un vecino o para lograr un bien común. El 5 de octubre diferentes organizaciones sociales que forman la Mesa de Derechos Humanos por la Defensa de la Vida y el Territorio, se movilizaron desde las principales vías del Departamento del Cauca, para exigir el cumplimiento de acuerdos por parte de las autoridades nacionales y rechazar la violación de Derechos Humanos que se viene cometiendo en Colombia. Pero no fueron recibidos por nadie desde el gobierno nacional.
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