La última dictadura intervino la Parroquia Nuestra Señora de las Victorias, desapareció a miembros de su comunidad, le cambió el nombre y buscó borrar su sesgo tercermundista. Memoria de las Victorias, un grupo conformado por sobrevivientes, personas cercanas la institución, hijos e hijas de desaparecidos de la parroquia y jóvenes interesados en esta historia, busca recuperar su pasado, construir memoria y dejar marcas en el presente.
La Parroquia Nuestra Señora de las Victorias está ubicada en 54 y 23, en La Plata. En esa esquina hoy hay un banco construido por el grupo Memoria de las Victorias que busca construir memoria de la comunidad católica que se había formado en torno a la parroquia en la década del ´60 y ´70 y que fue víctima del Terrorismo de Estado. Sus integrantes soñaban con un Hombre Nuevo solidario, justo, libre y comunitario, con conciencia de trabajador y de sujeto colectivo.
Memoria de las Victorias es un colectivo por la memoria, reencuentro y homenaje a la comunidad de la Parroquia Nuestra Señora de las Victorias de ese momento. Dos de sus integrantes, Susana Coloma y Mariel Uncal Scotti, contaron que parte de sus integrantes se reencontraron en 2014 "con el objetivo y con las ganas de empezar a visibilizar esto que desconocíamos mucho, para algunos permanecía en el olvido y otros ocultaban porque los años de la posdictadura no se hablaba de eso”. Como parte del plan de destruir el tejido social y acallar las voces que construían en libertad, la dictadura cívico-militar-eclesiástica, secuestró y desapareció a siete de aquellos jóvenes en 1976 que participaban en múltiples actividades comunitarias en la institución. Para borrar aquella historia, la dictadura toda la estructura del templo, le cambiaron el nombre e implantaron la advocación de la Rosa Mística para que la potencia política de una patrona que lleva el título "de las Victorias" perdiera fuerza. Pero la memoria brota tarde o temprano y vuelve a florecer.
“En aquellos años, centenares de vecinos del barrio participaban en muchas actividades -grupos familiares, niños o universitarios- desde los lineamientos que en ese entonces se planteaba la Iglesia Latinoamericana, conocida como Teología de la Liberación, con un compromiso cristiano luchando contra la desigualdad, la pobreza, por la justicia. Hubo desaparecidos/as, secuestrados/as, detenidos/as, exiliados/as. Hubo un tejido que la dictadura había desmembrado, había roto, y fue una de las cosas más fuertes en cuanto a la reconstrucción de las vivencias, porque no había sido solo esos siete los desaparecides, sino toda una comunidad”, explicó Susana Coloma, cuya madre, Susana Larrubia, era parte de la comunidad y fue secuestrada y desaparecida.
El Hombre Nuevo se ha multiplicado en muches, que hoy reconstituyen aquel tejido que entrelazaba a la parroquia con la comunidad. En la vereda de la parroquia, sobre calle 54 están inscriptos los nombres de aquellos siete jóvenes que creyeron en Dios y en el Hombre, y el banco con los pedacitos está esperando para que vayamos allí a sentarnos, a leer, a reflexionar y reencontrarnos con sus huellas. Federico Bacchini, Alicia Cabrera de Larrubia, Nora Larrubia, Susana Larrubia, Eduardo "el Patón" Ricci, Diego Salas y Elisa Triana.
En diálogo con Futura en casa, Mariel se refirió a los comienzos del grupo y expresó que una de las intenciones fue construir a partir de los afectos: "en el grupo hay hijes de aquellos desaparecides y en un evento familiar nos dimos cuenta que hablábamos de ellos, que sabíamos sus historias, pero que no hacíamos memoria y nos estaba haciendo falta. Y, como decía Susi, en el medio del homenaje nos dimos cuenta que no eran sólo esos siete los desaparecidos, sino que era toda una comunidad con una iglesia más humana que hacía un trabajo importante en conjunto con les vecines”.
La construcción de esa memoria se va haciendo de manera colectiva. Susana rememoró: “nos empezamos a encontrar algunos de los sobrevivientes de aquella comunidad, con los hijos e hijas de los desaparecidos, los amigos, y comenzó desde ese pequeño homenaje a crecer. Pusimos una placa en la iglesia y después pensamos en baldosas, y después en un banco, un recital, a leer poemas, canciones, documentos, cartas. Aparecieron revistas de la época que se editaban ahí en la parroquia y un libro de recuerdos y canciones". Entonces, el silencio se pobló de un nuevo tejido: "Cada uno que se acercaba traía algo nuevo y no paraba nunca de crecer”.
Construir presente y pasado
¿Cuáles fueron las primeras acciones a través de las cuales materializaron esas memoria?
S: Al ir andando nos dimos cuenta que no queríamos caer en algo lúgubre, y los que los conocieron nos contaban que eran personas alegres, con mucha energía, con mucho amor, y quisimos reproducir eso en el homenaje. Lo más rico iba a ser hacer un espacio donde une se pudiera sentar y reflexionar en qué había pasado en esa iglesia. Terminamos haciendo una placa explicativa y un banco que representara que el todo somos las partes y que las individualidades solo son en colectivo.
¿Cómo es el diseño del banco que instalaron en la vereda de la iglesia de 54 entre 22 y 23?
M: Son pequeñas piecitas esmaltadas en rojo, triangulitos. Fue muy hermoso el momento en que cada uno del grupo y sus familiares fueron sumando las piecitas… empiezan cada una por separado y terminan formando una silueta de un hombre y una frase: “Aquí lucharon por un hombre nuevo”, que era uno de los ideales que buscaban los jóvenes en aquella época, y esta comunidad en particular.
Había una canción que ellos siempre cantaban y los representaban que se llamaba “Qué lindo y qué triste”, de Julián Zini: “Por eso estoy aquí cantando/por eso estoy aquí soñando/Con el hombre feliz, el hombre nuevo/el hombre que te debo mi país".
“Estos triángulos rojos terminan formando la estrella roja, porque nuestros desaparecidxs se alineaban en el peronismo revolucionario…” Y agrega Susana :”Queríamos que el diseño de ese mosaiquismo hablara un poco de eso, poner en valor y visibilizar, fue un proceso intenso y creo que lo logramos. En el medio, la parroquia actual se opuso a la realización del banco y tuvimos que salir a defenderlo en el ámbito burocrático, en el Consejo deliberante para seguir adelante con el homenaje . El arzobispo de la ciudad lo había prohibido pero con el apoyo de muchos pudimos sacar adelante la ordenanza municipal, que nosotros llamamos espacio urbano de memoria y de reflexión “
“Estamos hablando de ideales, de valores, de la vida de muchos...todo lo que hicimos fue cargado de emociones"
“El homenaje fue el 14 de julio del 2014, cortamos la calle 54, retomamos la idea de festejo y celebración e hicimos un escenario donde muchxs músiques cantaron, danzaron, se proyectaron videos, una línea del tiempo que se fue armando allí lmismo con la participación de la gente que se acercó, muchos se emocionaron y se reencontraron en ese espacio y terminamos con la inauguración del banco
“Quisimos sentirnos tejidos, aquí estamos para darle revancha, y seguimos….” Agrega Susana Coloma que…” Entre 2015 y 2016 lxs invitaron a hacer una intervención en la actual facultad de Psicología: emplazada ahora en el ex BIM 3, que durante la última dictadura funcionó de centro de detención y de tortura . . . , propusimos hacer talleres de reflexión que de allí surgiera la imagen con los conceptos y sentidos que quedaran plasmados en los bancos futuros, entrelazar el presente de la facultad con las historias de la comunidad de Ensenada, de Berisso, con los de La Plata, de la carrera y del ex BIM . Y sumamos el aporte de mi mamá que está desaparecida, que ella fue una militante muy querida en Villa Detri… Queríamos sentir que después de tanto dolor, tanta destrucción y tenemos mucho para seguir juntos…”
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