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Gabriela Massuh y una literatura que abre interrogantes

En su columna semanal en Rap de las hormigas, Gabriela Pesclevi presentó la novela "Degüello", de Massuh.

Massuh es editora, escritora, docente y traductora. Este año se publicó Degüello (Adriana Hidalgo), una novela de su autoría atravesada por la transformación de la ciudad, la sexualidad, la literatura y la amistad.

Esta historia está protagonizada por El Topo y María. Él, un bello hermafrodita que ha decidido vender su cuerpo a los hombres, transgresor de un género que no posee, estímulo de pasiones enardecidas por dinero, habitante de un mundo en el que, paradoja mediante, no deja ingresar su propio erotismo. Su pasión está en otro lado. Ella, una mujer solitaria para quien el Topo, el ángel de la historia, discípulo y amor imposible. También se hace presente el asesinato de un arquitecto y constructor, "el fundamentalista del cemento".

El relato transcurre en Buenos Aires, con una fecha imprecisa pero que, arriesga Pesclevi, "podría ser una novela ubicada 20 años por delante, en una Buenos Aires, sitiada, minada de personas viviendo en calles y avenidas, de ollas populares, de sesgo aterrador. Una ciudad divida por las aguas de las catacumbas o de las superficies. María aún la está remontando en la superficie y se una a la vida de El Topo, que tiene interés en la lectura, le gusta leer desde que es pibito, cazaba los libros que circulaban por la villa, desde chico le gustaba la poesía".

Las formas que toma la especulación en la ciudad son un tema clave en la novela: "todo espacio urbano bulle en el sentido de mutar, pero el costo es alto", apunta Pesclevi.

"Los párrafos de esta novela tienen una artesanía muy rica, por momento con oraciones subordinadas muy extensas y luego otras con más exactitud sobre lo que quiere decirse", agregó Pesclevi. Para la lectura de este libro, también planteó cruces con Eisejuaz, de Sara Gallardo, Desmonte, también de Massuh, Descubrí que estaba muerto, de J. P. Cuenca, y Fantasmas en el parque, de María Elena Walsh.

"La característica de la novela de Massuh es que es una narración no tan controlada, o que trabaja en eso, por las cosas que permite decirse. Permite arrastrar fugas previas de quien narra, notas al pie que no tienen correspondencia con un personaje nacido en la villa", expresó en la columna de Rap de las hormigas.

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