El titular de la Dinali explica cómo funciona el programa del Estado uruguayo que trabaja para la reinserción social de las personas liberadas. Una mirada franca sobre un debate necesario.
La Dirección Nacional de Apoyo al Liberado (Dinali) surge en 2016, a partir de la actualización impulsada por el Estado de Uruguay al viejo Patronato Nacional de Encarcelados y Liberados, organismo que había iniciado sus tareas allá por 1934. La modernización no se limitó a un cambio de nombre sino que profundizó y amplió una serie de políticas post-penitenciarias que acompañan a la persona privada de su libertad en su proceso de reinserción social, brindándole empleo, vivienda, contención, capacitación y acceso a crédito. El trabajo de pregreso, realizado por la Dinali en los seis meses previos a que la persona recupere su libertad, es la clave de un programa que sitúa a sus funcionarios dentro de las unidades carcelarias y los pone en contacto con el territorio al que se preparan para regresar los privados de su libertad.
Jaime Saavedra, titular de la Dinali, se enlazó vía telefónica con el aire de Rap de las Hormigas donde explicó la importancia de trabajar con políticas que impacten directamente sobre los factores críticos de la reinserción como son la vivienda, tener un núcleo socio-familiar que acompañe, empleo, capacitación en oficios y acceso crediticio, ejes para los cuales el organismo desarrolló un programa especifico: “La persona privada de su libertad, como cualquiera de nosotros, si más o menos tiene resuelto eso dignamente tiene muchas chances de participar de la vida en comunidad, ahora si alguno de esos factores o todos esos factores están haciendo ruido, la cosa se pone muy cuesta arriba, más con el perfil de personas liberadas que nosotros tenemos, que es el mismo perfil que tienen ustedes: muchos jóvenes, muy pobres, muy tempranamente vinculados al mundo del delito, muchas veces con problemas de poli-consumo, un panorama verdaderamente complicado y con muchos presos, y por lo tanto, con muchos liberados por año, así que es un problema espinoso”.
El titular de la Dinali recapituló parte de la historia escrita por el país vecino en materia de políticas de acompañamiento para liberados: “Los servicios post-penitenciarios en Uruguay tienen una larga trayectoria, desde el año 1934 se abre el primer ensayo de atención a las políticas post-penitencias, esa unidad siempre fue una unidad chica, sub-valorada, mal diseñada institucionalmente pero se mantuvo al impulso de gente que trabajó con mucho cariño y con mucha dedicación, que advertía la importancia de atender este problema, y en el año 2016 es que se cambia la denominación y se cambia parcialmente el estatuto de funcionamiento porque ahora se le encomienda con buen criterio trabajar en lo que se llama pregreso”. A la hora de definir esta etapa del proceso, Saavedra destaca que su organismo tiene presencia en todas las unidades del Instituto Nacional de Rehabilitación, responsable de gestionar la privación de libertad en Uruguay, donde se trabaja con las personas que están a seis meses de recuperar su libertad: “Ese trabajo de pregreso es lo que nos permite tomar contacto con ellos y con su familia y en función de la realidad que se advierte se los va derivando a estos programas que estamos desarrollando”.
Según Saavedra, lo destacable de los programas del Dinali es que “se trabaja en un sistema, de acuerdo a un plan, a una organización de ciertos objetivos en todo el territorio nacional y en todas las unidades, esa es una primera cosa distintiva, estás interviniendo sobre toda la población que va a ser liberada a los seis meses, establecer un vinculo y construir el vinculo con la persona liberada facilita el trabajo que ocurre después que la persona sale”. Otro de los aspectos que señaló es el desconocimiento de la vida intramuros que adolecen los funcionarios que se desempeñan en esta área en toda América Latina: “Los funcionarios de los servicios post-penitenciarios adolecían de no conocer el funcionamiento diario de las unidades, la complejidad que supone trabajar en las cárceles y para nosotros es muy importante que el funcionario post-penitenciario sepa cuál es al vivencia, con qué cosas se enfrenta todos los días la persona que está privada de su libertad, por eso nuestros funcionarios, que siempre trabajaron en oficinas ahora están yendo a trabajar a las unidades”. Además, remarcó la importancia de hacer trabajo en el territorio donde se busca reinsertar a las personas: “Acá en Uruguay los jóvenes pobres provienen de cuatro o cinco zonas de Montevideo, son barrios donde está concentrada la fragmentación social, la exclusión y la pobreza, todo lo que abriga el fenómeno delictivo desde siempre, y nosotros tenemos funcionarios trabajando ahí en esos barrios, no solo trabajan en las unidades sino yendo al territorios para tratar de captar a aquellos que, por distintas razones, cuando salen de las unidades resuelven no pasar por nuestro servicio”. De esta manera, la Dinali garantiza el acercamiento con la totalidad de la población que ha sido liberada.
“Es un camino en el que tenemos muchas expectativas, en la medida en que logremos dar el debate ideológico con las personas privadas de su libertad, para sacudir su cabecita y su corazón, para que entiendan que el camino del delito es un camino muy jodido para los pobres, en la medida que tengamos éxito en ese debate estamos haciéndole un gran bien porque estamos ayudando a que la convivencia áspera que nuestras sociedades han construido empiece a disminuir pero para eso hay que contactarse con todos, hay que ir al encuentro de la gente pero ir al encuentro desde una posición de reconciliación, de abrazo solidario, de abrazo amoroso, no de enfrentamiento y de ninguneo y de rencor, porque el rencor no conduce a ningún lado”, reflexionó Saavedra a modo de conclusión.
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