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"Castillo estaba preocupado, sabía que lo investigaban"

Sebastián Hacher, autor de "Sangre Salada", se refirió a la detención de Jorge Castillo, y el funcionamiento de la feria más grande de latinoamérica.

El 21 de junio pasado los medios informaron la detención de Jorge Castillo, uno de los principales accionista de la feria “Punta Mogotes”. Desde entonces se habló de la clandestinidad de “La Salada”, de las medidas de seguridad dentro del predio y de un negocio millonario que cuenta con las complicidades de jueces, políticos y policías. En Cacodelphia se conversó al respecto con Sebastián Hacher, autor del libro “Sangre Salada. Una feria en los márgenes” . Aseguró que “la base de la feria es el trabajo de miles de personas que frente al abandono del Estado, inventaron una forma de salir adelante, generando progreso, donde había desolación”.

El libro fue editado en 2011 por la Editorial Marea y forma parte de de la colección Ficciones reales dirigida por el periodista y escritor Cristian Alarcón. “Narra las tramas de violencia y sacrificio de hombres y mujeres que se inventaron para sobrevivir los medios para progresar”, expresó Hacher. El autor del trabajo investigó la historia de la feria textil ilegal más grande de Latinoamérica que muchas veces “el Estado intento intervenir, pero Jorge Castillo se negó sistemáticamente”.

Sobre quien fue presentado en los medios como el “Rey de La Salada” aseguró que “más que un rey es un marques, que dirige un sector de la feria. Un personaje muy peculiar pero no es quien la controla, quizá sea la cara más visible, el más poderoso, el que más dinero gano, pero ´La Salada´ no se acaba con él” dijo Hacher en el aire de Radio Futura. Agregó que "Castillo en todos estos años, a partir de viejas lealtades y del dinero que todo lo compra, se supo rodear de un grupo de matones y con eso fue teniendo y ejerciendo un control muy importante, pero aparentemente se le acabó la suerte”.

Jorge Castillo, acusado de ocupación de espacio público por el funcionamiento de la feria en la calle, fue detenido en Lujan en el marco de una serie de allanamientos dispuestos por la Justicia. “No sé si perdió algún tipo de protección, si cambio de socio o si hay detrás de su detención alguna teoría conspirativa, pero si te puedo decir que de algún modo se la veía venir” describió el editor de Cosecha Roja y contó que “Castillo estaba siempre preocupado, sabía que le pinchaban los teléfonos, que lo escuchaban y lo investigaban”.

El escritor explicó que cuando lo conoció, a Castillo le preocupaba ser secuestrado o ser detenido: "Ya tenía para entonces, en el año 2009, muchas denuncias por amenazas, por extorsión y administración fraudulenta". Sin embargo, remarcó también que"tenía el conflicto judicial con su socio, con quien tenía una relación de padre e hijo y se había puesto muy violento. Cuando la hija de este hombre quiso recuperar los puestos de su padre, le vaciaron de un auto de la policía bonaerense un cargador de 9 milímetros. Fue a partir de eso que ella decidió salir del país y no volver nunca más”.

Castillo comenzó, vendiendo zapatos en la puerta de su casa, a quienes visitaban la feria, detalló Hacher sobre los comienzos de quien hoy es el administrador de “La Salada” y además, dueño de Punta Mogote, uno de los tres predios de Lomas de Zamora. “A fines de los años ´80, alguien le comentó la idea de armar otra feria, porque ya estaba funcionando una organizada por bolivianos, Castillo vio el negocio, tomó el poder y de manera violenta desplazó a su socio” explicó el periodista. “Rápidamente logró entonces copar un sector importante de la calle, que es donde se realiza la feria más irregular y menos controlada y donde ganó millones de pesos. Así se transformó en el máximo exponente del negocio inmobiliario”.

 

De la Mar del Plata de los pobres al shopping popular

El escritor relató que antes de transformarse en la feria más importante del continente “La Salada fue un complejo de piletas que nació como ‘la Mar del Plata de los pobres´, por eso una de los galpones se llama Punta Mogotes”. “Ese espacio comenzó su decadencia a mediados de la década del ‘80, cuando se corrió la bola que el agua de las piletas estaba infectada y la gente dejó de ir” recordó quien fuera uno de los fundadores de Indymedia Argentina.

Continuó contando que “a partir de esa decadencia, los dueños de los predios terminaron dándole alojamiento a un grupo de bolivianos que venían siendo corridos por las autoridades y que intentaban hacer una feria para vender producciones típicas, junto con productos que traían de contrabando de Bolivia y Paraguay”. Sintetizó de esta manera que la feria "que hoy es como el shopping para los sectores populares, ayer era un complejo de piletas, donde esos mismos sectores iban a pasar la tarde”.

Desregulación y violencia

Remarcó el periodista que "desde algunos medios de comunicación intentaron instalar la idea que todo lo que sucede alrededor del complejo ubicado en Lomas de Zamora es “turbio, marginal y descontrolado”, sin embargo para el escritor y periodista, se trata de “lugares muy controlados, porque el negocio está en cuidar los puestos y la feria, porque allí se gana mucha plata”.

Sobre la violencia con que tratan a mecheras y punguistas, considerados enemigos públicos numero uno de los feriantes, dijo que va variando con el tiempo: “En la época que yo estaba los esposaban y los paseaban con un bonete y la gente les tiraba cosas y les pegaba. Pero hay que decir que no todo el tiempo sucede esa violencia, sólo es un ejemplo de lo bestiales que pueden ser”. Agregó así que “esa violencia es parte de cómo se organiza la feria y de las reglas no escritas. La Salada tiene como un código de convivencia urbana propio, distinto al que utiliza el resto de la sociedad. Tienen sus propias policías, sus autoridades, sus horarios y sus formas de vincularse, es decir hay un montón de lógicas internas y no digo que estoy a favor de que traten de combatir a los punguistas de esa forma casi medieval, lo que digo es que es parte de cómo se manejan”.

Hoy esa feria se realiza en un barrio pobrísimo, que no está preparado para nada, donde no hay ningún tipo de regulación y recibe dos veces por semana 500 micros, 300 combis y miles de autos” expresó quien durante cuatro años investigó ese enorme complejo emplazado en Ing. Budge.

Un análisis de “La Salada” puede abordar y destacar la cantidad de fuentes de trabajo que genera, la ilegalidad en la que se maneja y también cómo a partir del abandono del Estado hubo personas que inventaron una forma de salir adelante, generando progreso donde antes solo había desolación. "Ese progreso se volvió monstruoso y generó personajes como Castillo” opinó Hacher.

 

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