El periodista Federico Mastrogiovani se dedicó a investigar durante años las desapariciones forzadas en México. Con motivo del primer aniversario de la desaparición de los normalistas reflexionó sobre la realidad mexicana y los intereses en juego.
En mayo de 2014 Mastrogiovanni publicó el libro “Ni vivos, ni muertos”, donde daba cuenta de una realidad poco difundida en México: las desapariciones forzadas. Había llegado desde Italia en 2010, con la intención de investigar el drama de los migrantes centroamericanos que cruzan México para llegar a Estados Unidos. Justamente los migrantes son algunas de las principales víctimas de los secuestros y desapariciones, realidad con la que el periodista no tardó en encontrarse. “Yo no tenía idea de lo que estaba pasando en México respecto a la desaparición de personas, no tenía idea de la magnitud, y con un colega pensamos que no era posible que nadie estuviera hablando de este tema”, explicó en comunicación con Radio Futura.
Fue de esa manera que comenzó a investigar, intentando entender qué estaba sucediendo, y a partir de recorrer México, entrevistar víctimas, familiares, y de recolectar y analizar la información, pudo publicar su libro. Habían pasado 4 meses de la publicación cuando los 43 normalistas fueron secuestrados y desaparecidos en el Estado de Guerrero.
El periodista explica que “no me sorprendió para nada lo que pasó en Iguala, ya se habían dado desapariciones de personas grandes, y tampoco me sorprendió que fueran estudiantes normalistas de la escuela rural de ayotzinapa, normalistas de esa escuela ya habían sufrido violencia y represión desde hace muchas décadas”. Admite sin embargo, que si lo sorprendió la reacción popular que produjeron las desapariciones.no me
Sostiene Mastrogiovanni que “en México no se tenía la conciencia de que el fenómeno de la desaparición forzada era más amplio de lo que se pensaba. El discurso oficial hablaba de secuestros, y entonces había una criminalización de las victimas que no permitía con claridad reconocer esta práctica, como una común”. Esto a pesar, de que la cantidad de personas desaparecidas en México, es de decenas de miles. Apunta así que el caso de Ayotzinapa sirvió para visibilizar la realidad, y afirma que “lo que ahora se está haciendo es concientizar al resto de la población, y es un rol importante el de los padres de los 43 que han cargado la responsabilidad de representar a todos los familiares de desaparecidos”.
A partir de los movimientos sociales y las organizaciones, sostiene el autor que hay una mayor conciencia y sensibilización de la sociedad mexicana. Uno de los logros de esos espacios fue destruir el discurso de la “guerra contra el narcotráfico”. Mastrogiovanni afirma que “ahora es más difícil vender el cuento del Estado bueno contra el narco malo, y es más clara la participación de sectores del Estado con grupos criminales en instituciones del Estado”.
El estudio de Mastrogiovanni no se detiene en el relato de una realidad, sino también acerca reflexiones, análisis e hipótesis. Es así como llega a sostener que lo que se vive en México es una “situación de genocidio”: “La guerra se combate entre dos ejércitos, y hay reglas y donde es muy claro que las fuerzas en campo están a la misma altura, pero esto no es una guerra, es una agresión arbitraria en contra de la población civil”.
La ejemplificación de esto la brinda con el mismo caso de Ayotzinapa, afirmando que el Estado mantuvo una postura de ocutamiento y mentira. Esto se pudo comprobar a partir del informe hecho por el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes, de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Los especialistas pudieron determinar que era inverosímil la versión del gobierno mexicano de que los estudiantes fueron detenidos por policías de Iguala y Cocula y posteriormente entregados a sicarios de Guerreros Unidos. También consideró imposible que sus cuerpos hayan podido ser incinerados, como sostuvo la Procuración General de la República.
“¿Por qué ha mentido y sigue mintiendo?, ¿Qué es tan grave como para inventar una historia que no se puede sustentar?, ¿Qué puede ser más grave que eso?”, se pregunta Mastrogiovanni, y explica que como acabo descubriendo el GIEI, “lo más grave resultó ser que estaba involucrado el ejercito en la desaparición forzada de los estudiantes”.
Los intereses económicos
“La guerra al narco es la mejor excusa para justificar cualquier tipo de violación”, sostiene Mastrogiovanni. A partir de allí es que acerca una de de sus hipótesis más reveladoras:” no es una guerra, no es una contra el narco, sino que son conflictos que afectan a la población y benefician a grupos económicos”.
Ejemplo de esto también brinda en el caso de Guerrero. Fue allí donde Omar García, sobreviviente de Ayotzinapa, le explicó que Guerrero es una región que cuenta con una gran mina de oro, una de las más grandes de Latinoamérica. “Lo que hacen los movimientos sociales de la zona, entre ellos los normalistas, es juntarse para armar una oposición a la explotación de ese recurso, porque es muy contaminante”, afirma.
Según sostiene el periodista, el beneficio de los grupos económicos tiene un modus operandi apreciable: “Llega una ola de terror sembrada por sectores del Estado aliados con grupos criminales, después se militarizan esas zonas, se expropian esos territorios, y pasan a manos de los grupos criminales y después del Ejercito, o del Estado”. Lo que sigue a esto las entrega de los recursos a empresas trasnacionales para que los exploten sin tener la oposición de la población. “Es un esquema que se repite en los territorios donde se da la violencia y la desaparición”, afirma.
Descubrir los intereses en juego en la supuesta guerra al narcotráfico en México, es para Mastrogiovanni uno de los aspectos más importantes en que debe avanzar el periodismo. “No se ha reducido ni la producción de drogas, ni el transporte, ni la distribución; al contrario, se incrementó”, sostiene el periodista, y concluye preguntándose, "¿en qué momento se está luchando contra el narco si esté no deja de crecer?".