Candelaria Schamun participó del ciclo Conversaciones entre cronistas —coordinado por Laureano Barrera y Juan Manuel Mannarino— en el Centro Cultural Esquina América. La periodista y escritora presentó Ese que fui, Expediente de una rebelión corporal, un libro que es, a la vez, expediente y confesión, herida y cicatriz. No solo condensa décadas de silencio y búsqueda personal: se instala como una voz colectiva frente a un sistema que aún hoy mutila y silencia.

La autora ya había dejado huella en el periodismo narrativo con Cordero de Dios (2012), donde reconstruyó el femicidio de Candela Rodríguez. Aquella investigación —“me atravesó muchísimo, porque fue una niña que murió sin ningún tipo de sentido", recordó en la entrevista— la llevó a explorar los pliegues más oscuros de la violencia de género y las fallas institucionales. Durante años, Schamun se dedicó a contar las vidas de los otros, hasta que comprendió que su propia historia exigía ser contada.
“Ese que fui es un texto que me llevó más de la mitad de mi vida a escribirlo, fue animarme a investigar mi propia identidad”, confiesa, al narrar el proceso de romper el silencio familiar. La imagen decisiva ocurrió a los 17 años, cuando descubrió en el escritorio de su padre una carpeta que llevaba su nombre: “Ahí figuraba un Esteban Schamun con mi misma fecha de nacimiento. Ahí supe que me habían mutilado a los tres meses de vida para normalizar mi cuerpo”.
Ese hallazgo fue un parteaguas. Lo que siguió fue una investigación íntima y minuciosa: expedientes judiciales, historias clínicas, entrevistas a médicos y familiares. “Escribir este libro fue ponerle palabras a un silencio que nos perturbó gran parte de la vida y animarme a enfrentar ese fantasma”, resume.
Su relato abre una pregunta que atraviesa generaciones: “Las cirugías que sufrimos son, en la mayoría de los casos, estéticas. Y la pregunta es: ¿hasta dónde la sociedad soporta las diversidades corporales?”. Esa interpelación desborda lo autobiográfico y se convierte en denuncia.
Con el tiempo, la autora descubrió que su libro excedió el terreno personal: “Hoy ya es un trabajo pedagógico: recibo mensajes de personas que pasaron por lo mismo y de padres que no saben qué hacer frente a la presión médica”.