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Tras las huellas de Fabián "Polo" Polosecki

Fue un periodista que revolucionó la televisión con su mirada única. Su trabajo y esa búsqueda constante de historias auténticas, donde el respeto por la verdad y el tiempo del otro eran fundamentales, mostraron cómo el periodismo podía ser una forma de arte genuina, siempre enfocada en la humanidad de sus protagonistas.

Fabián Polosecki, conocido como “Polo”, fue mucho más que un periodista: fue un creador de historias, un observador sensible del ser humano, un puente entre mundos y un referente del periodismo. A más de 25 años de su partida, sigue siendo recordado con admiración y nostalgia. Este 31 de julio, se celebraron 60 años de su nacimiento, una fecha que nos invita a reflexionar sobre su impacto en la televisión y el periodismo en general.

A lo largo de su carrera, Polosecki revolucionó la forma de entrevistar y narrar en la pantalla chica. Con sus emblemáticos programas "El otro lado" y "El visitante", que aún hoy se consideran de culto, logró dar voz a aquellos personajes marginados por la sociedad. En sus entrevistas profundas, construyó una forma única de contar historias, donde el protagonista era siempre el otro, y no el periodista.

“Lo que le importaba a Polo era la historia que contaba, más que el lugar que él ocupaba en esa historia”, expresó Ignacio Portela, coautor del libro “Polo, el buscador”, quien junto a Hugo Montero, se encargó de plasmar la vida y legado del comunicador. “Polo lograba lo que pocos: convertirse en un hilo conductor que conectaba a las personas y sus relatos sin poner nunca su figura por encima de lo esencial. La cámara, los silencios y las pausas eran tan importantes como las palabras”, dijo.

Según Portela, "la gran virtud de Polo fue su capacidad para ser un hilo conductor entre las personas entrevistadas y las historias que se contaban. Fue un comunicador excepcional que siempre supo mantenerse como un puente entre las historias, sin convertirse en el centro de atención". En diálogo con Cacodelphia, destacó que Polo "nunca se convirtió en protagonista, sino que el lugar o el tema se destacaba por sí mismo, independientemente de si él estaba presente o no, aunque la gente le contaba cosas a él". Esta habilidad para evitar que su figura opacara el contenido fue clave para profundizar la relación con sus entrevistados.

La libertad con la que Polo seleccionaba las historias que narraba también fue un sello distintivo de su estilo. Según Portela, no quería ofrecer respuestas fáciles ni resolver todo para el espectador. "Nunca buscó que el televidente tenga todo resuelto", comentó y añadió que Polo "te invitaba a pensar, te dejaba indagando". Esta libertad para contar historias, sin imponer moralejas o valores, se convirtió en la esencia de su genialidad. "Por eso lo estamos recordando tantos años después", reflexionó Portela, señalando que Polo jamás modificó la ética ni la moral de sus entrevistados, sino que respetaba la complejidad humana.

El ambiente de trabajo en sus programas también fue fundamental para el éxito de sus proyectos. Portela recordó que "era un grupo de amigos, todos pibes que encararon un proyecto donde lo único que importaba era hacer el mejor programa del mundo, trascender, hacer algo para la historia". Y, según él, lo lograron: “El otro lado” y “El visitante”, son recordados como etapas inolvidables de la televisión, donde el equipo dio lo mejor de sí y fueron extremadamente felices. "Lo dieron todo y fueron muy felices porque hicieron unos programas alucinantes", concluyó resaltando que, aunque no todo salió perfecto, el desafío de hacer algo nuevo y auténtico fue lo que realmente los unió y los llevó al éxito.

Curiosidad y militancia

Nacido en una familia con una fuerte militancia política y una gran curiosidad intelectual, Polo creció rodeado de libros, música y debates políticos. Su inclinación por el periodismo se gestó desde joven, influenciado por Claudio, su hermano mayor. En el libro que ya va por su quinta reedición, se relata que Aida, su madre, creía que la militancia era el único camino posible para expresar sus ideas y llevarlas a la práctica. Por su parte, su padre, Josué, más conocido como Polo, trabajaba en su propia encuadernadora, desde donde enviaban sus trabajos editoriales a empresas como Losada, Sudamericana y el Centro Editor de América Latina. Además, mantenía una militancia poco orgánica en el Partido Comunista.

“Desde chico, Polo tenía una cuota grande de curiosidad, sabía escuchar y preguntar, avivado por sus hermanos mayores, quienes le fueron tirando algunas pistas de una realidad que entendió siendo muy pibe. Además, formó parte de una familia militante, donde se leía mucho, se discutía de política y se tenía acceso a cierta información que otros no tenían”, contó Portela. Y agregó: “La curiosidad de Polo es uno de los puntos para comprender todo el estilo Polosecki (...) Esa curiosidad define que Polo termine siendo periodista, como su hermano mayor, Claudio, quien lo introduce en el mundo del periodismo”.

En la secundaria, Polo tuvo una militancia en la Federación Juvenil Comunista, donde escribió sus primeras notas en el diario partidario Propuesta. Allí conocerá a varios de los que serán parte del equipo de producción de “El otro lado”, programa que debutó en la pantalla de Canal 7, el 19 de abril de 1993, y donde Polo representaba a un guionista de historietas ficticio que, envuelto en una crisis de ideas, sale a la búsqueda de historietas y a entrevistar personas reales.

“Polo mamó todo eso dentro de su casa y por su militancia en el PC, se juntó con personas más grandes. Entonces, cuando llegó a los medios, a pesar de ser bastante pibe, tenía un bagaje interesante, conocía la calle, sabía cómo transitarla, y sabía dónde ir a buscar esas historias, porque su grupo de amigos, periodistas, escritores, cineastas, estaban ahí, explorando continuamente esos lugares”, contó el autor a Cacodelphia.

La televisión de Polo

Fue en el periódico Propuesta, ligado al Partido Comunista, donde Polo comenzó a escribir sus primeras notas y a consolidar su estilo único. En los años previos a su salto a la televisión, transitó por diferentes medios, desde Radiolandia hasta Página 12, pasando por La Urraca y Diario Sur, donde se destacó por su mirada creativa y su talento para transformar los hechos en narrativas poderosas. Fue allí donde encontró su voz como periodista. Su llegada a la televisión marcó un antes y un después. A través de su peculiar estilo, Polo desarmó las convenciones del periodismo televisivo. Su trabajo en "El otro lado" y "El visitante" no solo reflejaba las realidades más duras, sino que las hacía más humanas y comprensibles.

Tanto en el programa “El otro lado” como en “El visitante”, que comenzó a emitirse el 25 de agosto de 1995 en la televisión pública, la forma de trabajo era, según afirman los autores del libro, algo caótica. “Los investigadores periodísticos llegaban con una pista inicial, y durante las entrevistas previas tenían que encontrar tres o cuatro puntos clave para que Polo pudiera arrancar la conversación cuando llegara el momento de la entrevista”, contó Portela. “Pero cuando Polo llegaba, también lo hacían las cámaras. Y aunque el ambiente parecía ser muy íntimo, la presencia del equipo era, en realidad, bastante invasiva. Sin embargo, Polo lograba que esa invasión no se sintiera, gracias a su capacidad para establecer una conexión genuina con los entrevistados”,s umó.

En el libro, Tomas Abraham resalta el pudor de Polo, algo que definió como el respeto hacia la vergüenza que podía sentir el otro. En este sentido, el libro presenta a Polo como un hombre preparado para escuchar, curioso, sincero y atento. Portela, por su parte, destacó que los entrevistados le confiaban a Polo cosas que no compartían con otros, lo que refleja la habilidad única del periodista para crear un ambiente de confianza.

Este estilo también fue influenciado por el trabajo de Claudio Beiza, el camarógrafo del programa. Beiza aprendió a captar la esencia del estilo de Polo, y entendió que debía estar atento a los momentos de silencio característicos de las entrevistas. Según Portela, todo el equipo, incluido Beiza, fue puliendo el estilo a lo largo del tiempo: “Juntos, aprendieron a narrar con imágenes, confiando mutuamente en sus habilidades”. Portela también recordó cómo Polo confiaba en su camarógrafo, y viceversa, sobre todo cuando las condiciones de luz o las situaciones no eran las ideales para grabar. “En esos momentos, Beiza hacía magia con la cámara, adaptándose a las circunstancias”, dijo. "Hay que encontrarle la belleza a lo real", solía decir Polo, y esa filosofía fue clave para que todos, aprendieran a mostrar la realidad tal como era, sin adornos ni filtros, pero siempre con un sentido profundo de lo que se quería comunicar.

El trabajo de edición, según contó Portela, era inmenso. “Le dedicaban mucho tiempo a la edición, para dejar un programa de 40 minutos, se editaban entrevistas de seis horas, buscando llegar a lo mejor, a esa verdad, a eso que buscaban, para lograr que la cámara y el sonidista desaparezcan y que sean dos personas hablando. Era un trabajo impresionante, que luego se notaba en la mayoría de los programas”, dijo. Este esfuerzo detrás de las cámaras era clave para capturar la esencia genuina de cada entrevista y hacer que el espectador sintiera que estaba escuchando una conversación real, sin interferencias externas.

Cuando se le preguntó a Portela cuánto del personaje y del estilo de Polo se construyó en la sala de producción, donde nunca se editaba de forma manipulativa, él reflexionó: “Polo, a lo largo del tiempo que estuvo en la televisión, que no fue mucho, fue mutando todo el tiempo. De esa manera, se alejó del personaje del investigador muy parecido al policial negro, que inventó Becerra en Canal 7, y en el que, en un principio, encajó a la perfección. Ese personaje mutó. Dejó de ser alguien que iba a ver qué pasaba y que hablaba, dejó de ser ese que tenía el problema de la página en blanco, que las historias lo atrapaban y no podía avanzar, a ser alguien que se involucró en el paisaje. Logró disfrazarse en la noche para ser parte de ese espacio en el cual estaba. Y eso me parece que lo fueron construyendo con el correr de los años”.

Portela también destacó cómo el programa mismo evolucionó constantemente, con Polo buscando siempre nuevas formas de indagar en distintos contextos. “El programa mutó un montón de veces, y todas las ideas de Polo tenían que ver con seguir indagando desde diferentes lugares. No se quedaron haciendo siempre lo mismo, en ese sentido los programas son muy dispares”, opinó, subrayando la flexibilidad creativa que definió tanto a los programas como a la evolución de Polo como comunicador.

Ficción y realidad

Polo, en su carrera como periodista y conductor de programas como El otro lado y El visitante, abordó una gran variedad de historias que desafiaban las fronteras entre la ficción y la realidad. A lo largo de sus programas, entrevistó a personas trans, individuos que buscaban oro en las cloacas, taxistas, exmilitares y coleccionistas de objetos insólitos. Historias que, según Portela, hacían desaparecer la línea entre lo racional y lo irracional, lo verdadero y lo falso. "Los grandes escritores, poetas y periodistas hacen que ese límite desaparezca, y Polo hizo que sus entrevistados y los espectadores perdieran el límite entre la ficción y la realidad", explicó.

Aunque los programas de Polo no fueron éxitos de audiencia convencionales, con ratings de solo 4 o 5 puntos, lograron captar a una audiencia diversa. "Eran programas que veían desde amas de casa, pibes que se iniciaban en el periodismo, hasta el mundo del rock y de las universidades. Polo rompió las barreras de audiencia y creación, y lo hizo desde un canal estatal", señaló Portela. A pesar de que el Canal 7 estaba siendo menospreciado durante el proceso de privatización y los problemas políticos de la época, el programa sorprendió tanto a la audiencia como a los responsables del canal. Portela destacó que, a pesar de que Gerardo Sofovich, el interventor de Canal 7, se mostró inicialmente desconfiado, terminó por respaldar el programa cuando se dieron cuenta de que era exitoso, pero sin generar inconvenientes políticos. "A Sofovich le gustó la idea y rápidamente registró el nombre del programa 'El otro lado', porque era un bicho terrible al que no se le escapaba ningún negocio de la televisión", recordó.

El inicio de Polo en la televisión se dio en el programa “Rebelde sin pausa”, conducido por Roberto Pettinato y producido por Raúl Becerra, en ATC a la medianoche. Según Portela, Becerra fue quien le pidió a Polo que tradujera al periodismo el estilo del cine negro americano, particularmente influenciado por las novelas de Raymond Chandler. "De ese modo comenzó a aparecer una estética Polosecki y una mirada propia sobre la televisión", comentó Portela. Aunque en un principio muchos consideraron que su participación en Rebelde sin pausa era solo un primer paso, Portela no ve ese momento como el verdadero comienzo de Polo, especialmente porque no compartían la visión de Pettinato, quien, junto a Mario Pergolini y Marcelo Tinelli, se negó a dar testimonio para el libro sobre Polo.

En el proceso de elaboración del libro, Portela destacó que, a pesar de las dificultades, lograron entrevistas valiosas con quienes realmente conocieron a Polo. "Logramos entrevistar a todos aquellos que trabajaron con Polo, incluso a Eduardo, quien estuvo en la etapa final y fue acusado por algunos de haberlo desviado del medio", contó Portela. “A través de estos testimonios, se pudo retratar una vida muy luminosa, que fue más allá del trágico desenlace de Polo bajo las vías de un tren. Tratamos de resaltar la vida de Polo y no quedarnos solo en el hecho fatídico", agregó Portela, quien valoró la experiencia de contar la historia de Polo desde su perspectiva personal, con un enfoque cercano y humano.

Una huella difícil de replicar

El estilo único de Polo en la televisión, marcado por su paciencia, respeto por los silencios y su habilidad para dar espacio a sus entrevistados, fue comparado en su tiempo con el estilo de Jesús Quintero y su programa “El perro verde”, emitido en la televisión española. Según Portela, el programa de Quintero también se caracterizaba por los silencios, en los que se esperaba que el entrevistado hablara, pero a diferencia de Polo, no era un programa de calle. “Polo siempre destacó que su mayor influencia provenía del programa ‘Yo me quiero casar y usted’, que conducía Roberto Galán. Polo, destaco que la influencia de Galán radicaba en su capacidad para realizar preguntas agudas y certeras que dejaban a los entrevistados en silencio, lo que Polo admiraba profundamente como una técnica eficaz para entrevistar a desconocidos”, repasó.

El estilo de Polo dejó una huella tan profunda que fue copiado por otros personajes como Juan Castro y Gastón Pauls, quienes trataban de emular su apariencia desaliñada con campera, pero nunca lograron replicar la esencia del trabajo de Polo. Como señaló Portela, la irrupción de Polo en la televisión generó un quiebre en el periodismo televisivo, un cambio que no era fácilmente imitables. “Polo no era simplemente el rostro visible de su programa, sino el ´frontman´ de una banda de amigos que juntos trabajaban para contar historias de una manera única. Imitar solo su forma de hablar, sus silencios, o sus gestos, no bastaba para recrear lo que Polo hacía. Incluso Jorge Lanata, en sus primeros años de interés en el periodismo, trató de seguir un camino similar entrevistando gente de la calle en un programa nocturno, que no duró mucho”.

El verdadero secreto del estilo de Polo residía en la combinación de su paciencia, su amistad con su equipo, su entrega y su carisma. Polo no era el centro de atención, sino que el protagonismo recaía sobre las historias que contaba y las personas que entrevistaba. "Polo formó parte de una banda de amigos que buscaban historias para contar, siempre con la paciencia necesaria para que llegara el momento de genialidad. Entonces, las palabras clave para entender su estilo son paciencia, amistad, entrega y carisma. Polo poseía un carisma particular que todo el mundo admiraba: la capacidad de contar las cosas sin ser el personaje principal ni el único dueño de la verdad. Esto fue lo que lo hizo único. Era un tipo preparado para escuchar, muy curioso, sincero, y sin careta".

El legado de Polo

El legado de Polo se mantiene vivo gracias a su enfoque único del periodismo y su capacidad para conectar con las personas, expresó Portela. En el libro que analiza su vida y trabajo, los autores destacan que, para Polo, las entrevistas no terminaban cuando el entrevistado se alejaba. La experiencia de escuchar historias lo marcó profundamente, tanto que él mismo admitió haber cambiado a lo largo de los años. En una reflexión de 1993, Polo señaló: “No soy el mismo que empezó el ciclo, la gente que tuve la oportunidad de entrevistar me cambió la vida”. Este cambio fue tanto personal como profesional, una evolución que, para algunos, resultó difícil de comprender, como indicó Pablo de Santis, quien en el 2000 señaló que Polo se dejó atrapar por las voces ajenas. Sin embargo, Marcelo Birmajer rechazó la idea de que las historias escuchadas por Polo le causaran más daño del que todos suponían.

“Nosotros buscamos reflejar la sensación que cada uno tuvo en ese momento. No nos interesaba ni estábamos preparados, y no creo que haya alguien preparado para explicar un suicidio, una decisión que tomó Polo, y que al día de hoy sigue siendo un misterio”, contó Portela. Y agregó: "Todo pasó muy rápido, entre que comenzaron los programas, llegó la fama y el desenlace final, pasaron solo cuatro años, un tiempo muy corto y sin embargo seguimos hablando de Polo, seguramente, por los programas que hizo pero también por esa decisión final que lo dejó muy vivo y muy joven”.

Luego de la finalización de “El visitante”, para Polo llegaran los días en el Tigre y la pérdida de ciertos lazos afectivos. “Desde el lado afectivo, lo notaban enrollado en otro mambo, pero no era de prever que iba a haber un desenlace como el que vino después. Otros intentan pensar y dar cuenta de una lógica, donde todo eso que vivió y todo lo que le contaron terminó oscureciendo parte de su personalidad”, explicó Portela. “Obviamente, al alejarse de la tele y estar viviendo en Tigre, tuvo un cambio de vida. No tenía una vida tan ordenada: había nacido su hija, se había separado, estaba pasando una transición. Pero lo cierto es que cuando tomó la decisión de quitarse la vida, estaba con muchos proyectos. Tomó una decisión que quedó guardada para otra vida”.

El contraste entre la imagen pública de Polo, el periodista de la noche con su campera negra y su cigarro Parisiennes en la boca, y su vida privada, más enfocada en la amistad y el disfrute de la compañía, no ha sido fácil de desentrañar.

“Es que visualmente, Polo sentado en el estudio con la máquina de escribir, la mesa, un vaso de ginebra y un cigarro, o recorriendo la ciudad de noche vistiendo su campera, es una marca muy fuerte. Es cierto que Polo tenía mucha presencia en la noche, pero también era una persona que le dedicaba mucho tiempo a las amistades. No era un tipo solitario que hacía su trabajo y luego se dedicaba a leer a Edgar Allan Poe y deprimirse. Era un tipo que salía continuamente”, explicó Portela.

Rodrigo Fresán, en Página/12, reflexionó sobre el recuerdo que perdura de Polo, subrayando que su legado se basa en su talento y trabajo, y no solo en la fascinación romántica por el joven muerto. De acuerdo con Portela, el mejor modo de recordar a Polo es viendo sus programas, donde se puede entender cómo un periodista puede utilizar la cámara para hacer el bien y contar historias que nos hacen crecer. Ese, según Portela, es el verdadero legado de Polo: un periodista talentoso y preparado, un modelo a seguir para los nuevos en el oficio.

“Lo ideal sería recordarlo viendo sus programas, para comprender cómo alguien puede usar una cámara, para hacer daño o hacer el bien. Polo la usó siempre para hacernos bien, para hacernos crecer y para que disfrutemos de una buena historia bien contada. Ojalá todos lo puedan recordar de ese modo. Hoy en día, los pibes que se están iniciando en el periodismo, y quizá tengan referentes que son súper de cartón en comparación con la preparación y el talento de Polo, puedan ver algunas de las cosas que Fabián hizo con su grupo de amigos. Ese creo que es el mejor legado que puede tener”, dijo Portela.

Por último, Portela destacó su vínculo con Hugo Montero, compañero de muchas batallas. Juntos, en Sudestada, intentaron llevar adelante un estilo de periodismo único, el mismo estilo que Polo imprimió en la televisión y que, hasta hoy, sigue siendo admirado y recordado por su sinceridad, su curiosidad y su capacidad de contar historias con verdadera pasión.

"Lo más lindo de Polo es que une su historia con la de Hugo Montero, mi compañero eterno de batallas, que también se fue hace unos años, que asumió el periodismo como lo hizo Polo. Con Hugo intentamos llevar adelante ese estilo en la revista, en la editorial y en todo aquello donde Sudestada aparezca".

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