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Sergio Sainz: "La música hace bien, nos ayuda a pensar y a seguir adelante"

El músico y compositor, referente de la trova rosarina, repasó su vida artística, su experiencia junto a Juan Carlos Baglietto y su presente en un dúo con Oscar Simiani. Tras un accidente que le impidió tocar la guitarra, encontró una nueva manera de conectar con la música, reafirmando que, más allá de los obstáculos, sigue siendo una herramienta de resistencia y transformación.

Sergio Sainz, reconocido músico de la trova rosarina, formó parte de la banda de Juan Carlos Baglietto desde su primer y consagratorio álbum “Tiempos difíciles”. Posteriormente, formó un dúo con Adrián Abonizio, al que más tarde se sumó Rodrigo Aberastegui, compositor, cantante, multiinstrumentista y arreglador. Juntos, como trío, fueron nominados a los Premios Gardel por su álbum “Cualquier tren a ningún lado”. Actualmente, Sainz se presenta como solista y ha formado un dúo con Oscar Simiani, con quienes presentan sus propias composiciones y repasan otras canciones que forman parte del cancionero popular.

“Siempre está bueno tocar, y si es con amigos, mejor (...)Las cosas sencillas fluyen cuando son sinceras y de corazón, y no hay manera de que salga mal”, contó el músico, quien está radicado desde hace unos años en la localidad bonaerense de City Bell. “Además de lo afectivo, hay un compromiso estético y poético con el arte, que no se traiciona. A partir de ahí, llega todo lo demás”, agregó el instrumentista, autor e intérprete nacido en San Nicolás.

Trova rosarina

Antes del desembarco de la trova rosarina en Buenos Aires, Juan Carlos Baglietto comenzó a dar a conocer su voz en su Rosario natal, en el grupo “Irreal”, formado en 1977. Gracias al furor desatado por Los Gatos, muchas bandas en la ciudad se animaron a hacer música y expresarse. “Irreal” fue una de las primeras bandas en apostar por la música independiente en Rosario y se convirtió en un referente del rock local durante esa época. Fue el primer grupo que logró trascender en la ciudad durante el período de la dictadura, obteniendo reconocimiento.

En su primera formación, “Irreal”, contaba con Adrián Abonizio, Ricardo “El Topo" Carbone y Juan Chianelli. En la segunda formación, se incorporaron Juan Carlos Baglietto, Daniel Wirtz (apodado "El Tuerto", hermano del cantante y conductor televisivo Manuel Wirtz, quien participó en discos como Ciudad de pobres corazones de Fito Páez y Los socios del desierto de Spinetta), y Sergio Sainz.

“Esa historia comenzó hace un montón de años”, recordó Sainz. “Yo soy de San Nicolás y en ese tiempo viajaba a Rosario a estudiar arquitectura, una carrera que abandoné a los tres meses para subirme al tren de esos rosarinos. Rosario, en esa época, estaba siendo el epicentro de un renacimiento cultural, particularmente a través de la música”, recordó en diálogo con Cacodelphia.

“En esa ciudad comencé a tocar en la banda ‘Irreal’ de Juan Carlos Baglietto, donde también estaba Adrián Abonizio, que era uno de los fundadores, pero ya no estaba cuando yo llegué. En la batería estaba Daniel ‘El Tuerto’ Wirtz, compañero mío del colegio. Ahí empezó todo. Luego, al final de esa banda, a comienzos de los años ‘80, Baglietto se vino a grabar a Buenos Aires y nos vinimos con Fito Páez, Rubén Goldin, Silvina Garre, todos pibes, veinteañeros, que llegamos casi sin saber lo que iba a pasar. Después, pasó lo que pasó", recordó.

Como bajista, Sainz formó parte de la banda de Juan Carlos Baglietto hasta el año 2000, y registró álbumes clave como “Tiempos difíciles” (el primer álbum de rock argentino en alcanzar el disco de oro), “Actuar para vivir”, “Baglietto y compañía”, “Porque cantamos” y “Corazón de barco”, entre otros trabajos producidos por uno de los fundadores de la trova rosarina.

“Fueron años maravillosos los que me tocó vivir, y me siento afortunado por todo lo que experimenté en esa época, donde no éramos conscientes de lo que estaba sucediendo. Si bien hacíamos las cosas con responsabilidad, también con la inconsciencia de estar cambiando muchas cosas sin saberlo. Llegamos con una propuesta poética y musical que no era lo que predominaba, y eso en el momento no lo podíamos ver”, contó Sainz.

En Rosario, una ciudad universitaria donde se estaba gestando un gran movimiento cultural, conocí a Jorge Fandermole, a Adrián Abonizio y a un montón de gente con una gran responsabilidad en lo que escribían, algo que fui aprendiendo con el tiempo. Imagínate, Fandermole es un capo, un tipo muy valioso, igual que Adrián; son dos faros. Y en ese momento, tenían veinte años. Juan era una dinamita, un pibe con una polenta impresionante. Fito tenía diecisiete años y escribía con una seguridad increíble. Recuerdo que una vez, viéndome con unos planos, me preguntó qué hacía con eso y me dijo: ‘Nosotros somos músicos, Sergio’, con una seguridad impresionante. Fue muy lindo, y es muy lindo revivirlo”, dijo el músico. Y agregó: “Hace poco me llamaron para tocar por los 40 años del primer disco, y me encontré con todos ellos tocando aquellas canciones que habíamos tocado en un contexto muy complejo”.

La llamada trova rosarina, que desembarcó en Buenos Aires a comienzos de los años '80, trajo consigo el sonido de los bares rosarinos, la mística futbolera, el Che, la resistencia peronista y un crisol de músicas que conmovieron a la ciudad puerto. Rock, folklore, tango, ritmos rioplatenses, canción militante, música ciudadana y pop melódico: todos estos géneros se fusionaron para transmitir un mensaje común: la disconformidad con el régimen militar.

“Todo eso apareció en Buenos Aires después de Malvinas, cuando la dictadura se estaba yendo, pero se gestó en plena dictadura. Todos nosotros, como dijo Charly García, crecimos con Videla. Todos, en algún momento, pasamos por alguna comisaría, te agarraban en la calle por tener el pelo largo, te detenían, te llevaban y, con suerte, te guardaban toda la noche”, dijo Sainz. “Por eso hay que estar atentos a lo que pasa ahora", reflexionó, advirtiendo sobre el resurgimiento de discursos violentos y divisivos en la actualidad.

“Hoy está ocurriendo algo grotesco. La palabra ha perdido su valor. Un día se dice una cosa y al día siguiente se dice lo contrario. Y de esa forma se pronuncian cosas terribles, como que los chicos que hoy defienden la educación, mañana terminarán empuñando armas. Son afirmaciones tan increíbles que cuesta creerlas, especialmente cuando pensamos en lo que vivimos y en todos los compañeros que ya no están”, reflexionó Sainz, quien en medio de la crisis social y política que atraviesa el país, se mostró preocupado por el clima de violencia y polarización que hoy se vive en la sociedad.

“Ese odio y esa violencia, es muy peligrosa; busca el desencuentro, la división y romperlo todo. En la medida en que las palabras pierden importancia y sentido, ¿cómo discutís? Si la palabra no vale nada, ¿cómo debatís?”, se preguntó el músico, reflexionando sobre una violencia que se manifiesta en una sociedad ya bastante violentada.

“La inacción a esa violencia también es muy peligrosa”, reflexionó. “Te hacen estar alerta todo el tiempo, cuando uno debería estar enfocado en otras cosas. En vez de que cada uno se dedique a su oficio, todos estamos pendientes de estos problemas. En mi caso, todavía no he compuesto la canción más hermosa porque me siento distraído con todo esto. Mientras tanto, hay quienes luchan por conseguir un fideo, por llevar algo de dinero a su casa o viendo cómo comprar los medicamentos. Por eso siempre digo que la música hace bien y nos ayuda a pensar”, concluyó.

La música hace bien

Desde hace algunos años, "El Muerto" (nombre que le pusieron desde que un compañero de la secundaria lo descubrió dormido en el último pupitre del aula) ha estado llevando por distintos escenarios "La música hace bien", un espectáculo que incluye sus propias canciones, así como otras que forman parte del repertorio popular.

“La música hace bien al que la toca y a quien la escucha. Hace bien desde el momento en que la estás pensando hasta que llega el momento de presentarla”, expresó Sainz. “El tiempo se detiene mientras dura una canción, y ese tiempo no se puede medir; queda suspendido en el aire, es algo maravilloso”, agregó. “Además, la canción es una herramienta muy poderosa, porque, entre otras cosas, en tres minutos podés contar una historia”, aseguró.

En el marco del ciclo “El Molino de pimienta”, organizado por Sergio Marelli en el café del Teatro Metro, Sergio Sainz, junto a Oscar Simiani, presentó este espectáculo en el que fusionaron composiciones propias y homenajes a grandes poetas del folklore.

Hacemos un repertorio que tiene que ver con nuestras canciones y, además, incorporamos algunas de grandes referentes. Elegimos piezas que nos gustan tímbricamente, como ‘Recuerdo de Ipacaray’, una canción tradicional del Paraguay que ya forma parte del repertorio colectivo, y nosotros la interpretamos con nuestra propia impronta. También incluimos ‘El otro camino’, de Raúl Carnota, que es un tratado filosófico. Es una zamba que, cuando la escuché, me pasó algo similar a cuando escuché ‘Fuga’ de Luis Alberto Spinetta”, repasó Sainz quien grabo esa canción en el disco “Raíz Spinetta” un álbum que contiene temas del flaco versionados en distintos ritmos folclóricos. En relación a su participación en el disco homenaje recordó: “Participé de ese disco, donde interpreté la canción que ‘El flaco’ cantaba a capella. La escuché tiempo después de su partida y me dio la sensación de que ya estaba escrita por un ángel”, contó.

Respecto al dúo que compone junto al músico, compositor e intérprete santafesino Oscar Simiani, el músico aseguró que es una colaboración muy enriquecedora, donde cada uno aporta su propio sello, pero sin perder la esencia de lo que los une.

Oscar es más folklórico que yo; si bien toda nuestra generación viene del folklore, luego pasamos por el rock y los Beatles, él no tanto. Pero yo sigo sosteniendo esa bandera bien alta. Y algo de esas sonoridades y esas poéticas forman parte del repertorio”, contó Sainz, quien durante la pandemia sufrió un accidente que le impidió volver a tocar la guitarra.

En la pandemia, tuve un accidente en la mano y desde entonces no pude volver a tocar la guitarra, pero sí el piano”, contó Sainz, quien también mencionó que puede tocar el bajo y el contrabajo, gracias a la posición de sus manos. “Desde que me pasó ese accidente, bajé la información que tenía de la guitarra, me siento en el piano y toco, no sé si bien o mal. Pero me siento bien, porque de una pérdida que hubiera sido terrible, apareció esta posibilidad que me hizo comprender que la música es una sola, y que los instrumentos son solo la herramienta para hacer esa música. Y eso me hace sentir muy bien, con energía, como si tuviera mucha menos edad de la que tengo. Otro ejemplo de que la música hace bien”.

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