A partir de documentos, fotos, cartas manuscritas, poemas y relatos, Demetrio Iramain se propuso encontrar a la Hebe pública y referente de Madres de Plaza de Mayo, en esa "Kika" privada que nació y se crió en El Dique, el barrio histórico de Ensenada.
El libro “Hebe y la fábrica de sombreros” (Grupo Editorial Sur), escrito por Demetrio Iramain, reconstruye las distintas facetas de la vida de quien fue presidenta de la Asociación de Madres de Plaza de Mayo. Recorre su biografía desde su infancia en El Dique hasta que se convirtió en uno de los personajes políticos y sociales más importantes de la Argentina.
“La idea fue hacer un libro sobre su vida, que no sea minuciosamente biográfico, porque eso supone un estudio detallado de la vida de una persona y la consulta de fuentes diversas que hay que contractar. En este caso la fuente era Hebe, los relatos y lo que se escribió de su historia fue lo que ella quiso y el libro siempre fue pensado con ella, para celebrar su vida y su historia”, explica su autor.
“Uno de los objetivos del libro fue encontrar la Hebe pública en esa Kika privada que nació y se crió en El Dique, barrio histórico de Ensenada. Esa mujer que vivió intensamente, que era muy inteligente, que no mentía, que nunca se achicó y que -si alguna vez tuvo miedo- lo soportó y lo sobrellevó con el convencimiento que estaba haciendo lo que era justo. Esa mujer que fue criada por sus hijos, más que parida”, cuenta a Cacodelphia.
“Muchas veces se dice que a Hebe la transformó la desaparición de sus hijos y en realidad, la transformó la maternidad. Por eso cuando sus hijos desaparecen, Hebe pone en juego todo lo que había aprendido de ellos. Y es que tuvo una generosidad muy grande, para dejarse criar por sus hijos, a quien comprendía, escuchaba y acompañaba dentro de lo que podía”, describe el poeta, periodista, docente de historia y militante de las Madres de Plaza de Mayo.
Además, Iramain cuenta que “Hebe se fue de El Dique, para que sus hijos puedan tener una crianza más abierta y más llana, no como la que había tenido ella con sus padres, a quien recordaba con mucho cariño, pero no quería criarlos como ella había sido criada, quería que vivan con total libertad y en esa libertad se recrió ella también”.
Hebe María Pastor de Bonafini, más conocida como Hebe de Bonafini, nació en el seno de una familia trabajadora, el 4 de diciembre de 1928, en Ensenada y murió el 20 de noviembre de 2022 en La Plata. El 8 de febrero de 1977, su hijo mayor Jorge Omar fue secuestrado y desaparecido, en La Plata y, el 6 de diciembre, ocurrió lo mismo con su otro hijo varón, Raúl Alfredo, en Berazategui. El 25 de mayo de 1978 desapareció también su nuera, María Elena Bugnone Cepeda, esposa de Jorge. Su esposo, Humberto Bonafini, falleció en septiembre de 1982.
“La idea del libro, entonces, es que se entienda en su historia, toda la racionalidad que tenía para sus posiciones públicas, que se comprenda no era una mujer arrebatada porque sí, era una mujer que las había pasado y las había sobrellevado. Por eso la extrañamos, porque Hebe es irremplazable, es irrepetible”, dice.
“Sin embargo, fue una mujer que vivió de manera tan intensamente y plenamente todo, que uno no puede dejar de alegrarse de la vida que tuvo a pesar de todo lo que le pasó. Alguna vez le preguntaron qué cambiaría de su vida y ella lo pensó un segundo y respondió: nada. Y en ese nada incluía todo lo que le paso tan tremendo, que la llevo a dejar de ser la Kika de El Dique, para ser la Hebe de Plaza de Mayo. Y no cambiaría nada, porque lucho y encontró sentido en esa lucha que habían comenzado sus hijos. Y eso da cuenta del pensamiento profundo de Hebe. Igual que cuando dijo que entre ver un milico preso y ver feliz a un niño, prefería ver un pibe feliz y que su padre tenga trabajo, que pueda ir a la escuela, que pueda jugar, que cuando se enferme tenga garantizado su medicamento. Es extraordinario poder comprender ese pensamiento”, agrega.
El título del libro tiene que ver con la infancia de Hebe de Bonafini en el barrio El Dique y con la fábrica de sombreros ubicada a una cuadra de su casa familiar. “Esa fábrica fue en los años ’30, una de las fábricas más grandes de sombreros de América Latina. Ahí había sido empleado su padre, Francisco, de quien Hebe aprendió cómo era el mundo y cómo se estructuraba esa sociedad tan desigual y cruel. Y al mismo tiempo tan tierna por momento, que se permitía en aquella época, la alegría y la dignidad de ser pobres. Hoy desgraciadamente el sistema a muchos los condena a vivir una pobreza absolutamente indigna, que no era la que Hebe me contó y vivió con tanta intensidad y alegría”, repasa.
“Todavía hay muchos aspectos de la vida de Hebe que no se conocen"
“Todavía hay muchos aspectos de la vida de Hebe que no se conocen y hoy tenemos el desafío de encontrar a esa mujer que fue antes de transformarse en Madre de Plaza de Mayo, para comprender, entre otras cosas, lo mucho que influyó Hebe, en los caminos que transitó Madres de Plaza de Mayo”, dice Iramain. “Hasta el último día Hebe siguió diciendo que las tres mejores Madres, la que le enseñaron todo y las que organizaron el colectivo, fueron Azucena Villaflor, Mari Ponce de Bianco y Esther Balestrini de Careaga, pero sucede que estas Madres, estuvieron tan solo ocho meses, sobre un total de 47 años”, suma.
El 8 de diciembre de 1977, secuestraron a Esther Careaga y a Mary Ponce de Bianco en la Iglesia de Santa Cruz, junto a ocho personas más, incluida la monja francesa Alice Domon. Dos días después, desapareció Azucena Villaflor. “De modo que la impronta que le dio Hebe al movimiento fue absolutamente determinante. Fue ella quien, después del 10 de diciembre de 1977, cuando desaparecen a las tres Madres, tuvo que ir casa por casa, para que las Madres vuelvan a la plaza. Madres, es Hebe de algún modo, por supuesto que con el reconocimiento de otras compañeras, pero la impronta de ella al movimiento, sin ninguna dudas, es absolutamente determinante”, indica el autor del libro que recientemente fue presentando en la Feria Internacional del libro de Buenos Aires.
“Madres no hubiera sido lo mismo sin Hebe y eso está documentado, porque se han guardado los documentos que dan cuenta todo lo que Hebe le dio al movimiento, sus definiciones, la capacidad para contener a sus compañeras y para darle lugar a otras que estaban ninguneadas. Todo eso da cuenta de la lucha de clases al interior de Madres de Plaza de Mayo y como todo eso termino siendo un factor clave para la ruptura que se produjo en 1986. Las Madres sin Hebe no hubiesen sido lo mismo y eso es bastante elocuente, solo hay que ver los archivos, para comprender las discusiones que tenían”, afirma.
Las Madres del amor
El 30 de abril de 1977, cuando pocos argentinos hablaban de desapariciones y los que hablaban lo hacían en voz muy baja, un puñado de madres de desaparecidos encabezadas por Azucena Villaflor, se reunió por primera vez en la Plaza de Mayo, para exigir información sobre sus hijos secuestrados por la dictadura. En pleno apogeo del terrorismo de Estado, esa osadía, significó el nacimiento de las Madres de Plaza de Mayo.
“Cuando se habla de las Madres en lo primero que se piensa es en su coraje civil enfrentando a los milicos, pero las Madres, apostaron también, a la construcción y a la batalla política, en el plano de lo simbólico, de las ideas, la formación, la palabra y la cultura”, expresa Iramain.
Para el periodista, “la historia de las Madres, se puede entender, como una lucha por la comunicación”. Desde aquella primera vez que se juntaron en Plaza de Mayo en abril de 1997, hasta este tiempo “la batalla de las Madres, siempre fue por comunicar”.
“Cuando las Madres, dejaron de recorrer individualmente las comisarias, los hospitales, los cuarteles, los juzgados, las iglesias y la morgue, todos esos caminos que estaban transitando, sin encontrar respuesta alguna y se reunieron a instancia de Azucena Villaflor, alrededor de la Pirámide de Mayo, fundaron en ese primer paso colectivo, su primer medio de comunicación, que será la plaza. Luego en octubre de 1977, en la peregrinación a pie a la Basílica de Luján, la única manifestación que entonces permitía la dictadura, nació el segundo medio de comunicación, que será el pañuelo histórico de las Madres, que aquel día fue un pañal de tela de sus hijos que decidieron ponerse para visibilizarse y denunciar lo que les estaba sucediendo”, recorre.
El comunicador y militante de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, destaca la creatividad que tuvieron las Madres, para eludir la censura y la persecución en el marco del terrorismo de Estado: “En esos años, entre tantas otras estrategias para comunicar, escriben billetes de curso legal, denunciando lo que estaba pasando. Y como esa denuncia era tan fuerte, quien se encontraba con ese mensaje, se desprendía rápido de esos billetes. De ese modo, lograron que la información circulara de mano en mano”.
A comienzo de la década del ´80, surgirá el primer boletín de Madres, luego el Periódico de las Madres y los espacios dentro de alguna radio. Uno de ellos, en Radio Futura, donde Hebe de Bonafini, realizó su columna ´Cuídese pero no se salve’ y que formó parte del espacio ´Los cosos de al lado´, conducido por Yiyo Cantoni. “Por eso, opino, que la batalla de las Madres, siempre fue por comunicar”, completo Iramain y en ese sentido, aseguró, que “la historia de las Madres es muy señaladora de complicidades”.
“Muchas veces se dice que las Madres salieron porque no había otra cosa que hacer y en realidad es que la dictadura fue muy perversa y estableció muchas mediaciones entre el Estado y la sociedad civil, que en algunos casos fueron cómplices. Pensemos, por ejemplo, que la burocracia sindical, en esos años no tuvo muchos problemas”, dijo y recordó. “En agosto de 1976, la APDH, realizó un seminario en el que invitaron a Jorge Rafael Videla, quien no fue, pero mandó un telegrama muy afectuoso a la organización agradeciendo la invitación, que el organismo tras el encuentro expuso en un boletín. Las Madres, entonces, son quienes salieron a señalar esas complicidades y por eso son tan incomodas”, expresa el periodista que estuvo a cargo del periódico Madres de Plaza de Mayo de 2003 a 2008, dirigió la revista ¡Ni un paso atrás! de la Asociación y condujo junto a Hebe de Bonafini, los ciclos “Transformaciones del pañuelo blanco” y “La Salmona”, en la radio de las Madres, AM 530.
“La consigna ´Aparición con vida´, no sale en cualquier momento, surge en 1980, cuando la dictadura da por muerto a los desaparecidos y todo el movimiento de denuncia, a pesar de las diferencias y matices, se contento con esa explicación. Las Madres, entonces, dicen que no van a reconocer que sus hijos están muertos, y reclaman que aparezcan con vida, como se los llevaron. De ese modo impugnan el discurso de la dictadura que construyó cierta legitimidad, que será luego la piedra basal para la construcción de eso que las Madres nunca llamaron democracia”, manifiesta.
El 10 de diciembre de 1983, Raúl Alfonsín, asumió como nuevo presidente de la Nación, dejando atrás la peor dictadura de la historia argentina y dando inicio al período democrático más extenso que conoce el país. “A partir de entonces, muchos que habían sido permeables a esos discursos de la dictadura, serán protagonistas de la vida democrática”, señala. Y recuerda: “En 1981, el gobierno de facto de Viola, buscando dar cuenta de una apertura supuestamente democrática o de insipiente camino hacia el restablecimiento institucional, convocó a la Multipartidaria (que integraban el peronismo, el desarrollismo, el Partido Intransigente y la democracia cristiana) y antes que nada, lo primero que les impone como condición al diálogo, es que cuestionen al terrorismo y a la subversión, algo que todos los partidos aceptaron. Entonces, las Madres, como respuesta, realizan la primer ‘Marcha de la resistencia’. Por eso son tan cuestionadas, ninguneadas y tratadas de locas, porque siempre fueron por más”.
Madres de Plaza de Mayo es una de las organizaciones sociales más importante y de mayor trascendencia en América Latina y el mundo, debido a sus aportes en la construcción de la memoria histórica y la defensa de los derechos humanos: “nos enseñaron que no hay un tiempo para poner el cuerpo y otro para ponerse a pensar, todo es en simultáneo”.
“Sin abandonar las calles ni la plaza, la Asociación Madres de Plaza de Mayo, fundó hace 25 años, el café literario Osvaldo Bayer, definido como un nuevo espacio de lucha, y un año después la Universidad, que comenzó, sin títulos oficiales, sin permisos del Estado y sin otra intención que generar un espacio de estudio, para poder discutirle al enemigo también en ese campo”, relata.
El 6 de abril del 2000, la Asociación inauguró su Universidad Popular. Ese día Hebe de Bonafini, en el discurso de inauguración expresa: "Esta Universidad será la cosa más hermosa, el sueño más grande. Es el camino increíble para la revolución que soñaron nuestros hijos". Para lograr ese objetivo, detalló Iramain, “las Madres supieron reunir a Horacio González, Eduardo “Tato” Pavlovsky, Ricardo Piglia, Osvaldo Bayer, David Viñas, Alberto Szpunberg, Eduardo Barcesat y a Vicente Zito Lema, que fue el primer rector de la Universidad, entre otros escritores, poetas y filósofos, que entonces, estaban todos dispersos y que ellas los convocaron para que formen parte de uno de sus sueños más ambiciosos”.
“La Universidad es hoy una Universidad Nacional, que tiene títulos oficiales en Comunicación, en Historia, en Derecho y ahora también se incorporo Ciencia Política. Y es una de las universidades que está en lucha, porque está absolutamente desfinanciada por el gobierno nacional que insiste en desconocerla y no gira los fondos desde diciembre del año pasado”, cuenta Iramain. “A pesar de ese ahogo económico, por el compromiso asumido por docentes y los trabajadores no docentes, continúan las clases y el funcionamiento de la Universidad”, agrega.
Unos años después de la fundación de la Universidad, el 16 de noviembre de 2005, las Madres inauguraron una radio propia, llamada La Voz de las Madres. “La radio cumple hoy un rol importantísimos, porque es una de las pocas que puede aglutinar a comunicadores tan potentes y con una línea tan clara con un compromiso tan irreductible con nuestro pueblo, expresando esa verdad que se milita, como decía Rodolfo Walsh”, resalta.
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