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Suma Paz, una mujer con alma de guitarra

Cantora, compositora, poeta y guitarrista. Reconocida por su compromiso y su sensibilidad social, a 15 años de su partida, su hija repasa su vida musical, sus últimos trabajos y la relación con Yupanqui, su maestro.

Suma Paz nació en Santa Fe el 5 de abril de 1939 y fue la máxima exponente de la música surera. Fue poeta, cantante, guitarrista, autora y compositora esencial de nuestra música popular, considerada la principal heredera del legado musical y cultural de Atahualpa Yupanqui.

“Mi madre, ha sido una cantora, intérprete, música, compositora y gran pensadora con una solida formación. Sin embargo, siempre dijo que se había preparado para ser profesora, pero su destino fue otro. Y ese destino del canto, lo asumió con una gran humildad, con mucho respeto y compromiso”, dice Zulma Olmedo, hija de la artista.

Suma Paz era Licenciada en Filosofía y Letras en la Universidad del Litoral (Rosario). Cursó estudios superiores de piano y guitarra. Realizó investigaciones sobre el origen y evolución de la música regional bonaerense. A partir de 1959 apareció en programas radiales y televisivos, como el programa de Julio Márbiz, luego Canal 7 y RCA, donde grabó su primer disco. Fue seguidora y difusora de la obra de Atahualpa Yupanqui, a quien siempre definió como su maestro. En 1968 viajó a Japón, donde brindó 40 recitales. La "ñuke" (madre) del canto criollo, como la llamó Benito Aranda, falleció a los 70 años, el 8 de abril de 2009.

“Desde sus comienzos a fines de los años ’50, mi madre logró hacerse un lugar y ganarse el respeto de sus compañeros. No hay que perder de vista que comenzó su vida artística antes de la aparición de Mercedes Sosa y Ramona Galarza, en tiempos donde la mujer no tenía lugar en los escenarios. Y ella solita con su guitarra y su voz, enfrentó ese tiempo y los grandes escenarios con mucha fuerza”, dice Olmedo.

Suma Paz fue una artista franca, honesta, coherente, comprometida, que nunca reclamo ovaciones y que llego con su canto a los rincones más apartados del país. Los pueblos callados, dirá Yupanqui, conocieron su canto. “Mi madre siempre prefirió los escenarios más pequeños, amaba esos escenarios, por la cercanía con el público, por ese ida y vuelta que a ella le gustaba muchísimos”, dice.

Durante 50 años de vida artística, la cantora y compositora desarrolló un modelo estético y humano, brindando en cada escenario y en cada uno de sus trabajos discográficos, su arte, su ideología y su pensamiento. Desde 2006, cumplió una intensa labor al frente de la "Embajada Cultural Bonaerense", destinada a la difusión y consolidación del acervo tradicional bonaerense.

“Ese camino trazado por mi madre lo siguen hoy muchos artistas como José Ceña, Silvia Adriana, Carlos Martínez, María Amelia Parra, Juan Colombo, Nayla Beltrán y otros tantos nuevos valores, que trabajan por la cultura. “Artistas que no encuentran espacios para expresar su canto y que se les dificulta aún más desarrollar su trabajo, frente a gobiernos que pretenden destruir la cultura”, opina.

Suma Paz fue sin dudas una artista incomparable –así la llamaron desde su primer trabajo discográfico editado en 1960-. Una mujer, representante del canto genuino que expreso en cada una de sus producciones. Entre esta se encuentran "Guitarra, dímelo tú" (1961); "Lo mejor de Suma Paz" (1970); "Las hondas raíces de Suma Paz (1980); "Llenar de coplas el campo" (1972); "Una mujer con alma de guitarra" (1970); "Para el que mira sin ver" (1982); "Homenaje a Atahualpa Yupanqui" (1994); "Canto de nadie" (2000), "Parte de mi alma" (2005) y su disco póstumo "Última Guitarra".

Una artista en su tiempo

“En tiempos de la última dictadura, por negarse a formar parte de un homenaje al Gral. Julio Argentino Roca, pasó a formar parte de las listas negras, que incluían artistas, periodistas e intelectuales. Se equivocaron de artista, les dijo, a quienes la convocaron para semejante homenaje. Tenía una inmensa conciencia de su tiempo y de la historia, del arte y del compromiso y la ética del artista”, describe en Cacodelphia.

“Usted ha elegido un camino áspero y solitario: asúmalo y no se queje”, le aconsejó Atahualpa Yupanqui, y ese camino lo asumió la cantora, con coherencia, honestidad y una libertad insobornable. Su hija da cuenta de eso, recordando lo que su madre tuvo que vivir en 1981. “Ese año grabó el disco Para el que mira sin ver, que entre otras canciones tenía “La hermanita perdida”, y que el sello discográfico durante todo ese año demoro su salida, hasta que finalmente decidió publicarlo en 1982, durante la Guerra de Malvinas. A lo que Suma se opuso terminantemente, porque decía que no se perdonaría jamás estar vendiendo discos, mientras los chicos brindaban su vida en Malvinas. Esa decisión, la perjudicó mucho, porque estuvo diez años sin grabar. Pero ella siempre fue consciente de las decisiones que tomaba, y jamás se traiciono, sostuvo su conducta y aquellas palabras de Yupanqui, la sostuvieron en esos tiempos tan difíciles”, repasa.

A 15 años de su partida “su presencia se extraña”, dijo Olmedo y adelanto que pronto editaran un trabajo inédito de la cantora. “Hay un disco inédito que ella estaba grabando en Melopea, cuando le surgió otro proyecto y quedaron esas canciones que pronto vamos a editar”, dijo.

Ultima guitarra

“Última guitarra”, editado por el sello Melopea Records, registra la última vez que Suma Paz nos cantó y nos contó. Este disco fue grabado durante los primeros meses del 2009, año del fallecimiento de la artista y contó con Mario Sobrino como técnico de grabación y la supervisión de dos de sus hijos: Zulma y Mario Olmedo. La dirección artística estuvo a cargo de Litto Nebbia.

Del trabajo participaron, en algunos temas, artistas como el Dúo Ascaino – Menta (en violoncello, guitarra y arreglos) y Mario Díaz (guitarra, voz y algunos arreglos), además de la participación especial de Mario Olmedo en guitarra en dos temas: el vals “Esperando a mi madre” y la tonada “Guitarras de cuyo”.

“Este disco está relacionado con el libro ‘Ultima guitarra’, editado por Ediciones Corregidor, y lo publicamos cuando ella partió al silencio como decía Atahualpa Yupanqui”, señala.

En este último trabajo podemos escuchar a Suma Paz interpretando, “Adiós Tucumán”, “Me está sobrando guitarra” y “El salitral”, composiciones de Atahualpa Yupanqui, que antecede con unas palabras introductorias que dan cuenta de toda su sabiduría y sensibilidad. Además, integran el trabajo, “Changos del sol” y “Boyera (tonada del carretero)”. El hijo de la cantora, Mario Olmedo, aporta su guitarra en el vals “Esperando a mi madre” y la tonada “Guitarras de Cuyo”. El disco se completa con dos temas que Paz compuso con Jorge Viñas, una versión —tras muchos años sin grabarla— de “La hermanita perdida” de Yupanqui y Ariel Ramírez, y “Canción del árbol del olvido” de Alberto Ginastera y Francisco Silva y Valdéz. El álbum cierra con la milonga “Igualito que nadies” de José Larralde.

“Fue este un trabajo excelente, editado por Melopea, gracias al trabajo de Mario Sobrino, que fue mucho más que un técnico de grabación. Este disco fue posible, por su enorme trabajo, ya que todas las tomas estaban en crudo, y lo que se puede escuchar son las primeras grabaciones. Así lo editamos y es una maravilla”, remarca.

Acorde final

Suma Paz publicó tres libros de poesía: "Pampamérica" (que fue premiado por la Fundación Steimberg); "Al sur del canto" y "Última guitarra". En 2013, la familia publicó un libro póstumo, "Acorde final", un trabajo que contiene palabras previas de Horacio González, director de la Biblioteca Nacional, una presentación de Juan Falú, un ensayo introductorio de Josefina Racedo y una nota del compilador y yerno de Suma Paz, Nahuel Santana. Editado por la Biblioteca Nacional, el libro contiene setenta poemas muchos de ellos inéditos, salvo unos pocos que habían sido publicados hace décadas por la desaparecida revista "Folklore".

“Cuando pasaba a máquina algunos de sus poemas, era porque ya estaba listo para publicar, conocíamos ese código, por eso lloramos de emoción cuando encontramos estos poemas”, dice y recuerda: “Desde chica mi madre, comenzó a construir una obra poética, que sigue estando un poco oculta a pesar de haber editado tres libros”.

Suma Paz escribió versos que llevan música de Jorge Viñas, Pedro Risso, Máximo Aguirre, Litto Nebbia, Oscar Alem y René Vargas Vera, entre otros grandes referentes de la cultura. Y también le puso música a las letras de Julio Secundino Cabeza y Pedro Risso, entre otras.

Aunque su poesía también aparecía sobre el escenario, inclusive hay un disco que se llama ´Recital´, donde ella canta canciones de Yupanqui e interpreta su poesía, al día de hoy es mucha la gente que no sabe que mi madre, fue una gran poeta y que escribió poesía desde muy pequeña. Su abuela guardó el primero de sus versos que decía: En el campo verdor y una flor / en el cielo una nube y un azul”, señala.

Pampeanías. Rastrear la identidad

En 2019 se presentó el libro " Pampeanías. Rastrear la identidad", ensayos, en su mayoría inéditos de Suma Paz, compilados por Nahuel Santana. Estos ensayos y otros géneros literarios en prosa, nos permiten acceder al pensamiento y al mundo intelectual de quien es considerada la “Maestra del canto del sur”.

“Fue muy emotivo para la familia encontrar esos textos, cuando ella ya había partido”, dice Olmedo. El libro -que lleva prólogo de Juan Falú- fue editado por Alto Sur Editores. “Junto con el poeta Nahuel Santana, trabajamos mucho en la edición de este trabajo, que contiene textos inéditos y algunos de los guiones y libretos que mi madre hacía para su programa de radio”. Le gustaba mucho la radio y era una gran investigadora, estudiaba mucho para armar sus textos y sus libretos”, cuenta y recuerda que durante seis años la artista santafecina, condujo para Radio Nacional, el programa "Pampeanías".

Paz fue galardonada con premios como el otorgado por SADAIC a los Grandes Intérpretes; Estrella de Mar (1997); Camín Cosquín (2006); Figura del Folklore del Diario Clarín (2006 y 2008); el Cultura Nación (2007); entre otros, además de diversas medallas y diplomas como los premios Konex 1985 y 1995.

El encuentro con Yupanqui

Suma Paz comenzó a tocar la guitarra y a cantar siendo muy chica, en reuniones familiares y en soledad, apareció la guitarra y el canto que luego se animo a presentar en sociedad. Es entonces que Atahualpa Yupanqui, aparece en su vida, siendo ella una estudiante de secundaria.

“Yupanqui fue a Pergamino y ella con sus amigas fueron a ver al maestro. Estando allí, le pidieron a Suma que le cantara algo, ella ya había comenzado a cantar y para entonces había estudiado, piano y guitarra, entonces, le canto ‘Canción de los horneros’ y, Atahualpa quedo muy conmovido. A partir de ese momento Yupanqui le pidió que le escriba y así comenzaron a escribirse. Mi madre le contaba lo que estaba haciendo, sobre sus estudios y sus sueños”, repasa

Atahualpa Yupanqui, su maestro, será, “el que marcaría los rumbos profundos y definitivos”, dirá ella. “Mi madre no solo difundió el repertorio del maestro, sino que también asumió toda la filosofía y la profundidad de esa obra. Y decidió difundir su obra, a pesar que ella tenía su propia voz y su poesía, pero siempre dijo, que en la obra yupanquiana, estaba todo lo que ella quería decir”.

“La última vez que se vieron con Atahualpa, fue en la presentación de la obra ´La capataza´, un libro de Yupanqui que edito Ediciones Cinco. Mi madre le preguntó, entonces, si había cumplido y el maestro le respondió: ´ha cumplido, mi hijita. Ha cumplido´. Al poco tiempo, en mayo de 1992, Yupanqui murió en Francia”, recuerda.

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