La figura de uno de los argentinos que fue silenciado y prácticamente borrado de la historiografía oficial es recobrada a partir de un documental que contó con la actuación de Leonardo Sbaraglia y Natalia Oreiro.
La figura de Manuel Ugarte, uno de los argentinos que fue silenciado y prácticamente borrado de la historiografía oficial, es recobrada a partir del documental que contó con la dirección y producción de Federico Molnar y Martín Pigna (hijo del reconocido historiador), fue narrado por Felipe Pigna y guionado por Jorge Falcone.
“Manuel Ugarte fue una de las primeras personas que bregó por la unidad latinoamericana, que alertó a comienzo del Siglo XX de los embates del imperialismo y de cómo los Estados Unidos querían dominar la región. Por eso, además, de conocer su figura, la película invita a la reflexión de lo que es Latinoamérica”, cuenta Martín Pigna. “Luchó por la creación de los Estados Unidos de Sudamérica, combatió para que los pueblos del continente dejen de darse la espalda y evitar de ese modo la atomización y división absoluta que hoy vivimos en la región. Sus textos y discursos gozan de una vigencia que conmueven y entristecen porque fueron escritos hace más de 100 años”, dice en diálogo con Cacodelphia.
Nacido en Buenos Aires en febrero de 1875, Ugarte fue un escritor, diplomático y político, autor de más de 40 libros y amigo de Almafuerte, Guido Spano, Rubén Darío, Amado Nervo, Leopoldo Lugones, Gabriela Mistral y Alfonsina Storni, entre otros. Se relaciono, además, con todos los escritores españoles de la generación del ’98 y con grandes referentes políticos, como Jean Jaurés, Rosa Luxemburgo y Lenin. Por sus altos valores intelectuales fue reconocido en toda Europa y América Latina, llegó a constituirse en codirector de la revista Monde, junto con Miguel de Unamuno, Máximo Gorki, Henry Barbusse y Uptos Sinclair. Precursor del APRA peruano, orador central de acto de la fundación de la Federación Universitaria Argentina, aclamado en toda América Latina a través de una gira extraordinaria que duro casi dos años, firmó además el Libro de Oro de la Paz, junto a Maerterlek, Romain Rolland, Bernard Shaw, Einstein y demás figuras cumbres de la intelectualidad europea. Fue embajador en Cuba y en Nicaragua, durante la primera presidencia de Juan Domingo Perón. Sus obras completas, editadas por Eudeba, son uno de los libros más quemados por la última dictadura militar.
La campaña latinoamericana
El 29 de octubre de 1911, Ugarte comenzó una gira continental de carácter propagandístico, donde a través de conferencias y mítines presenta la tesis de la unidad continental como estrategia defensiva contra la política intervencionista norteamericana.
“En Estados Unidos, va a comprender el peligro del imperialismo norteamericano, que pronto se iba a desplegar por el resto del continente a través de la política del ´Gran Garrote´, aplicada por Theodore Roosevelt”, relata Pigna. “Por eso, en 1911, recorre América Latina completa, dando cuenta de sus ideas, hablando con maestros, trabajadores, sindicalistas, estudiantes, gente del mundo de la política sobre los peligros del imperialismo. En esa gira que realizó por el continente, muchas veces le impidieron hablar e incluso le prohibieron la entrada al país, porque sus ideas eran consideradas conflictivas”, expresa.
“Debido a la resonancia que alcanzan esos actos, poco después sale de los Estados Unidos el secretario de Relaciones Exteriores, Philander C. Knox, quien divulgando noticias falsas, buscó despertar cierta hostilidad contra Ugarte, para que este no sea recibido o bien no pueda hablar en público. De todos modos, en tiempos donde no había Whatsapp para congregarse, Ugarte convocaba en cada encuentro a multitudes. En México, por ejemplo, fue recibido por más de cinco mil estudiantes y obreros, que lo hicieron hablar desde el balcón del hotel donde estaba hospedado”, agrega.
"Filmar su vida y dar cuenta de sus ideas fue todo un desafío, ya que seguramente esta será la única película que se vaya a realizar sobre su vida"
El destino de un continente fue rodado en Estados Unidos, México, Cuba, Francia, España, Colombia y Argentina y cuenta con la participación de Leonardo Sbaraglia y Natalia Oreiro. “Fue un proceso de filmación bastante largo, un trabajo de más de dos años de preparación que surgió a pedido de uno de los sobrinos de Manuel, que quería hacer una película para que puedan ver los familiares”, cuenta Pigna. "Cuando comenzamos a repasar el material que la viuda de Ugarte, Thérèse Desmard, donó al Archivo General de la Nación y a leer los trabajos de investigación realizados por Norberto Galasso, uno de los primeros que se encargo de que la gente pueda conocer a Ugarte, nos dimos cuenta que daba para hacer un trabajo extenso y no para que quede en el mero espacio familiar de un video en You Tube”, detalla el cineasta.
“La gran dificultad que tuvimos fue no contar con imágenes audiovisuales de Ugarte, solo contamos con los textos y muchas fotografías de Manuel. Por eso se nos ocurrió llamar a Leonardo Sbaraglia, que tuvo una enorme predisposición para la película, ya que tampoco él conocía a Manuel y cuando le pasamos los textos, nos dijo que sí inmediatamente”, explica Pigna, productor de La Cáscara Rota (2014) y director de Brown, historias compartidas (2021).
“Ugarte fue una persona silenciada por la historiografía oficial, por eso, hay quienes solo saben que tiene una calle en el barrio de Núñez, pero no saben quién es. Filmar su vida y dar cuenta de sus ideas fue todo un desafío, ya que seguramente esta será la única película que se vaya a realizar sobre su vida. Por eso, sentimos toda la responsabilidad de hacerla bien y que guste”, afirma.
Una historia de amor
En Uruguay, Manuel Ugarte se relacionó con escritores y políticos uruguayos, y también estableció un estrecho vínculo sentimental con Delmira Agustini, “una poeta que fue una de las principales referentes de las letras de Uruguay, una persona muy adelantada a su época, que escribía unos versos muy sexuales y feministas con los que escandalizó a la burguesía rioplatense. Y entre ellos, hubo un amor epistolar, que es para contar en otra película”.
Delmira Agustini formó parte de la llamada "generación de 1900", a la que también pertenecieron Leopoldo Lugones y Rubén Darío, al que consideraba su maestro y el propio Manuel Ugarte, con quien tuvo una relación amorosa y epistolar que concluyo con la muerte de la escritora a mano de su ex marido, Enrique Job Reyes.
“Delmira se encargó por todo los medios que Ugarte esté presente en su casamiento con Reyes, y para eso lo nombra padrino de boda, es decir, hay detrás de esta relación, un culebrón interesante para contar”, repasa Pigna. “Para eso, convocamos a Natalia Oreiro, quien es una profunda admiradora de la obra de Delmira Agustini. De ese modo tuvimos el lujo de tener a Natalia Oreiro y a Leo Sbaraglia, en la misma película”, narra.
El final
Manuel Ugarte murió en Niza, en 1951. El 3 de diciembre encuentran su cuerpo en la casa rodeado de un fuerte escape de gas. “El último acto público de Ugarte fue volver a votar a Perón en 1951, luego regresó a Niza, donde lo encuentran en su cama con un calentador abierto de gas, con un manuscrito escrito con lápiz que también aparece en la película”, recuerda Pigna. Al poco tiempo, un grupo de escritores y políticos, entre los que se encuentran Manuel Gálvez, Jorge Abelardo Ramos, Rodolfo Puiggrós y John William Cooke, organizan un comité para repatriar sus restos. Y dos años después de su muerte, en 1953, por primera vez una editorial argentina (Indoamérica) publica un libro suyo.
“El suicido, entonces, era también un acto político, y Ugarte siempre dijo, y nunca se corrió un milímetro de su pensamiento, al punto tal que eso lo llevo a terminar casi en la absoluta pobreza, teniendo que vender toda su biblioteca para poder subsistir, ya que no tenía ningún ingreso, porque aquí le negaban la posibilidad de comprar sus libros y tampoco compraban sus artículos periodísticos”, explica Pigna. “No la estaba pasando bien, estaba grande y solo, y tomo esa decisión, la misma que antes habían tomado amigos suyos, como Alfonsina Storni y Leopoldo Lugones”, remarca.
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