El artista experimenta un momento de auge que le llegó de manera vertiginosa. Su formación musical, la conexión con la cultura rusa y la importancia de las redes sociales para darse a conocer.
Chebrolet es uno de los múltiples nombres artísticos que elige Agustín Cabrera para hacer música, posiblemente el más reconocido de todos ellos hasta ahora. Desde la localidad bonaerense de Ayacucho para todo el país, sus canciones sobre autos, motos y deportistas estrella se volvieron virales a un ritmo vertiginoso.
“En el momento que lo hice me pareció que tenía potencial, ideas millonarias hay un montón, de ahí a que tengan éxito es otra cosa”, introduce Cabrera, y agrega: “La viralización pintó por Tik-Tok. Había hecho dos o tres temas, como un experimento, lo subí a Youtube y no pasó absolutamente nada. Un amigo hizo un Tik-Tok con mi tema y tuvo 90 mil reproducciones. Después lo escuchó Dylan, le hizo un video animado al tema Renault 12, que tuvo como dos palos de reproducciones. Ahí arrancó”
La trayectoria musical de Cabrera comienza con una guitarra criolla y clases en el conservatorio municipal de su ciudad natal. De ahí pasó a una guitarra eléctrica con la cual participó de diversos proyectos de rock and roll y punk, y más tardé se trasladó a La Plata donde estudió música en la Facultad de Artes. Con el tiempo se cansó de lo analógico y se volcó de lleno a lo digital, así le dio vida a Fundación El Gusano, su primer hito, una mezcla de cumbia villera con letras en clave de poesía romancera ("me parece la mejor forma de poesía que existe") con la que sacó dos discos y promete un tercero, que está en camino.
“Todo sirve, todo es parte del mismo camino, sobre todo si lo ves en perspectiva y entendes que te trajo hasta acá, suena un poco autocomplaciente, pero también es verdad. En algún momento resigné y me dije yo no soy más guitarrista. Eso me dio un cambio de perspectiva muy importante, cuando dejé de tocar la guitarra y empecé a producir con la compu, te cambia mucho la forma como pensás a la música y te permite hacer otras cosas”, reflexiona el músico.
A la hora de repasar los elementos que definen la propuesta Chebrolet, el entrevistado se explaya sobre el "hardbass", estilo de música electrónica asociada a la cultura gopnik rusa, que comparte puntos en común con la cumbia villera argentina, y que adoptó como propia para hacer sus canciones. La otra pieza clave que integra la maquinaria de producir virales es el humor, un sentido del humor sencillo y descabellado que encontró su hábitat perfecto en redes como Instagram y Tik-Tok.
“Particularmente le vi mucho potencial”, dice Cabrera sobre la música hardbass, y explica: “Es un género que tiene un componente muy meme, y muy nacionalista-costumbrista, digamos regionalista, de los rusos y los eslavos. Ellos tienen una visión que nosotros también la tenemos acá, que es la de festejar lo que está atado con alambre, es un nacionalismo tercermundista, de celebrar la precariedad y hacer mucho con poco. Ese valor que tenemos nosotros acá, los rusos también lo tienen”
De cara al futuro, Cabera asegura no sentir ningún tipo de presión por lo que viene, entiende al éxito como hacer lo que le gusta y por eso confía que la senda de Chebrolet seguirá siendo exitosa. A comienzos de abril promete estar presentando su primer disco en Pura Vida de La Plata.
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