por John Velasco
Montevideo, creo, en octubre 29 de… ¿1983?
¿Sabes que me pasa cuando estoy en tu casa? Siento que todo el tercer
piso es la parte que le faltó a mi vida. Que todos sus muebles empolvados fueron
lo que necesité experimentar.
Solíamos reunirnos, tus muebles y yo, en el tercer piso, beber vodka barato y
declararnos la guerra en palabras no dichas. Sonaba Édith Piaf y tu espejo
empezaba a relucir lo que veía y le decías cada mañana antes de meterte en la
ducha.
No solo esos recuerdos me despiertan las habitaciones de tu casa, también una
juventud segura, la fragancia del vinagre y el café.
Ahora me hacen mucha falta esos momentos que presenciaban las camas en
tus aposentos. Ahora que soy 20 años mayor que tú y los relámpagos no me
asustan, me pregunto por qué me resuenan tanto y tan hondo los ecos de las
voces amantes.
Me fundiste con las historias que sucedieron en tu interior, aunque me vieras con
ojos intelectuales, habíamos apostado por nuestros sueños, y creíamos que con
cada noche sin dormir, cociendo vestuarios y pintando escenografías, nos
íbamos acercando cada vez más…
…
Este silencio me traspasa y me ha tajado en pedacitos, me entrega a cada butaca
enmohecida. No te asustes, es el espíritu de Don Tulio, sigue fregando con las
luces, “maestro, no se preocupe que de esta nos recuperamos, la gente volverá”,
siempre le dije que no me llamara maestro, pero nunca me hizo caso.
Quien te quiere, John Velasco.
