Será en el marco del 1er Congreso Internacional Yupanquiano. Se extenderá desde el jueves hasta el sábado, en Córdoba. En este evento, además, revalorizarán la obra Nenette Pepin Fitzpatrick, compañera artística y personal del cantor y poeta, conocida por su seudónimo de Pablo del Cerro.
El 1er Congreso Internacional Yupanquiano se desarrollará entre el 7 y el 9 de septiembre en la Provincia de Córdoba y reunirá a escritores, filósofos, psicólogos, periodistas y músicos en torno a la obra de Atahualpa Yupanqui. Es auspiciado por el Ministerio de Cultura de la Nación, el Ministerio de Cultura de Córdoba y la Universidad del Salvador. El jueves 7 y viernes 8 el evento tendrá como sede el Centro Cultural Córdoba (Avenida Poeta Lugones 401, Córdoba Capital) y el sábado 9, el Centro Cultural Casa-Museo “Agua Escondida”, en Cerro Colorado, la que fuera la casa del reconocido cantautor nacional. Del mismo participaran invitados de Francia, México, España, Brasil, Chile y Argentina.
“Del encuentro participarán muchas personas que se han interesado por la obra de mi padre, que la han estudiado y han escrito libros vinculados a ella. El objetivo que tenemos es intentar que los jóvenes se arrimen a la obra de mi padre, a su pensamiento profundo, más allá de la belleza y la fuerza de algunas de sus canciones”, cuenta Roberto Chavero, hijo del célebre artista quien, además, subrayó que el Congreso abordará la música, la filosofía, y el aspecto literario de la obra yupanquiana.
“A partir del canto nativo, de ciertas narraciones y algunas tradiciones, mi padre constituyó un pensamiento muy original, que trascendió lo ya establecido en materia filosófica, que siempre ha sido el ser y el estar. A partir de su obra estableció el concepto del hombre que anda por los caminos y se reconoce en los seres y en los territorios diferentes. Y eso ha generado que su legado artístico, siga siendo hoy reconocido en muchos lugares del mundo, estudiado y pensado y es lo que nos motivó a organizar este encuentro”, expresa el presidente de la Fundación Yupanqui.
En Atahualpa Yupanqui confluyen dos culturas: la occidental alimentada por sus vastas lecturas de escritores, filósofos, de su escucha de la música universal y académica -especialmente la de Bach- y la cultura de la tierra. “Mi padre se reconocía como un criollo y un representante de la cultura criolla y esa mezcla en la que se forjó nuestra cultura, para él era fundamental, por la riqueza, la diversidad y las posibilidades de confluir y armonizar con otras culturas”, dice Chavero y agrega que “la obra de mi padre se basa, entonces, en reconocerse, antes que nada, como parte de esa cultura que pertenece a la tierra, a esa tierra que él supo caminar, escuchar y observar. Por eso la tierra, está presente en toda su obra a través del viento, del río, de las piedras, del pájaro y del paisano”.
Héctor Roberto Chavero Aramburu nació en 1908, en un pueblito cercano a Pergamino, al norte de la provincia de Buenos Aires. Fue un músico que aprendió a tocar la guitarra de chico, teniendo como maestro al concertista Bautista Almirón. Admiró la música clásica y a lo largo de su vida artística tocó con innumerables artistas y compartió créditos con grandes compositores, pero uno de los dúos más importantes fue el que conformó con Pablo del Cerro, seudónimo artístico que utilizó su esposa, Antonieta Paula Pepín Fitzpatrick, conocida como Nenette. Atahualpa Yupanqui, seudónimo que Chavero adoptó en la adolescencia, murió el 23 de mayo de 1992 en Nimes, Francia. Tenía 84 años y dejó más de 1.200 canciones y el recuerdo de un pueblo al que supo representar.
Hijo de padre con sangre indígena y madre vasca, Atahualpa Yupanqui fue un hombre libre que anduvo con su guitarra y su canto por los caminos del mundo. “Para mi padre el tema de la libertad fue siempre muy importante, fue central en su vida y en su obra”, explica su hijo. “Por eso considero que la obra yupanquiana, es una obra de confluencia, que admite la diversidad, que da cuenta de esa expresión de libertad que abordo en su vida. Por eso es que nunca pretendí crear a su alrededor una ortodoxia, que estableciera ciertos límites, para que todas las personas, puedan tomar lo que necesiten de esa obra”, manifiesta en diálogo con Cacodelphia.
“Mi padre fue un hombre que recorrió el mundo con una guitarra y su canto criollo fue apreciado por el público de diversas culturas del mundo, que vieron en él eso que necesitaban escuchar y que a la vez encontraron puntos en común con sus propias culturas. Por eso considero que Yupanqui sigue hoy siendo un agente transformador, y eso es muy importante en estos tiempos que corren, donde hay mucho dolor y donde la obra de mi padre permite que confluyamos todos, cada uno desde su lugar hacia un punto de hermandad”, expresa el hijo del artista.
Nenette
Antonietta Paule Pepin Fitzpatrick, apodada Nenette, fue una compositora, pianista y letrista francesa que nació en 1908 en la isla Saint Pierre y Miquelon, territorio francés de ultramar ubicado en la costa Atlántica de Canadá. Por ser una colonia francesa, al nacer obtuvo la ciudadanía francesa. Durante su infancia se mudó junto a su familia a Francia donde comenzó sus estudios de piano y en 1926, cuando terminó la secundaria, llego a Argentina y estudió en el Conservatorio Nacional de Música. Fue en Tucumán, en 1942 cuando en un concierto de música folklórica conoció al cantautor Atahualpa Yupanqui y cuatro años después se fueron a vivir en la misma casa. En 1947 nació su único hijo, Roberto Koya Chavero. Desde entonces y hasta el día de su muerte, no dejó de componer. Fue coautora de algunos de los temas más conocidos de Yupanqui, que firmo bajo el seudónimo Pablo Del Cerro. Nenette murió el 14 de noviembre de 1990, a los 82 años de edad y tal como ella lo pidió sus cenizas fueron echadas al mar en las costas de su tierra natal en el Atlántico Norte.
“Mi padre nació en un rancho de adobe en la llanura pampeana, mi madre en cuna de oro, en una isla de nieve y piedra, en medio del Atlántico norte, cerquita de Canadá. Mi madre estudio música clásica, era pianista, mi padre solo estudio un tiempo con un maestro de guitarra. Mi madre llegó a la Argentina y gracias a la vida, que es un misterio, confluyó con mi padre y entre los dos elaboraron canciones, donde mi madre aportó lo suyo, desde la música clásica, pero con gran admiración y respeto por la música nativa de nuestro país, y mi padre hizo el resguardo de la esencia y el sabor por nuestro ritmos y canciones criollas. Entre los dos elaboraron obras que son hoy reconocidas en el mundo, como una expresión del canto argentino. Eso es confluencia, eso es una diversidad que da frutos que son beneficioso para todos y eso es lo que procuramos también mostrar en este Congreso”, relata Chavero sobre el encuentro que dieron en llamar “Por un mundo de hermanos”.
“Para nosotros, lo importante es reflejar como, estos dos seres, nacidos en distintos espacios socioculturales y en dos regiones absolutamente diferentes, decidieron sumar cada uno lo suyo y confluir en una obra. Porque, en definitiva, nos están mostrando que dos personas distintas han logrado elaborar algo que es hermoso para mucha gente en el mundo y eso me parece maravilloso y es un ejemplo de lo que los seres humanos podemos lograr, si nos entregamos a nuestros destinos”, cuenta.
Nenette y el canto yupanquiano
La obra de Héctor Roberto Chavero -Atahualpa Yupanqui- no puede entenderse sin el aporte y el trabajo de composición de la música y concertista Nennette Pepin Fitzpatrick, que usó el pseudónimo de Pablo del Cerro. Juntos compusieron canciones como "Luna tucumana", "El alazán", "Indiecito dormido", "Chacarera de las piedras", "Vidalita tucumana", "Zamba del otoño", y "Guitarra dímelo tú", entre otras.
Roberto Chavero, hijo de ambos, explicó qué significó, su madre, la pianista francesa, en la obra de su padre: “Desde el punto de vista musical mi madre aportó ciertas formas musicales que no estaban en nuestro folklore, con el cuidado de no deformar esas músicas, sino con el objetivo de enriquecerlas, incorporó ciertos elementos armónicos y melódicos, que vienen de la música clásica. Además, a partir de su formación literaria, también realizo un aporte poético a la obra de mi padre”, contó Chavero. “Ambos estaban interesado en construir una obra que fuera realmente sustanciosa, que tuviera una esencia profunda, que no perdiera el carácter de argentinidad en su expresión y que tenga un vuelo poético”.
La obra de Nenette quedó completamente invisibilizada detrás del poeta, cantor, guitarrista. Por eso, uno de los objetivos del Congreso es homenajearla junto a Don Atahualpa Yupanqui, dar cuenta de su obra, de su vida, sus ideas y convicciones.
“Mi madre -cuando se unió a mi padre- tomó la decisión de dejar de dar conciertos, porque consideró a mi padre un artista único. Y eso lo hizo muy a conciencia, decidió apoyarlo, no solamente desde el arte, sino también desde la cotidianidad de la vida. En ese sentido, mi madre, siempre estuvo al pie del cañón, sosteniendo el hogar y a mi padre en tiempos difíciles”, expuso Chavero, que abrirá el Congreso hablando de los vínculos artísticos que establecieron sus padres. “Además, Nenette, también le aportó orden a la obra de mi padre, ya que mi padre no registraba las canciones, entonces, fue mi madre quien comenzó con la tarea de hacer las partituras. En ese sentido, fue, también, su sostén desde el punto de vista administrativo”, aclara.
Nenette tomó su seudónimo poniendo en masculino y castellano su segundo nombre y tomando el apellido del paisaje que les abrigó el destino, el Cerro Colorado. De ese modo firmó la obra que compuso con Atahualpa Yupanqui. Difundir y acercar a las nuevas generaciones la música, el pensamiento y la literatura de Yupanqui y destacar así mismo la obra de Nenette es uno de los objetivos del Congreso.
“Mi madre decidió firmar con ese seudónimo, primero por su condición de francesa, pensemos, que en los años ´40, Yupanqui ya tenía su nombre y además andaba con ciertas dificultades de orden político. En ese marco, si se daba a conocer que componía con una francesa, hubiese sido una herramienta más de descrédito. Por eso, mi madre se puso un seudónimo criollo, como una manera de proteger la tarea de mi padre”, explica. “Y fue esa una decisión muy personal, porque mi madre fue una mujer de carácter y nadie la iba a doblegar, ni a someter, entonces, si eligió ese lugar fue una decisión personal y no porque alguien se lo impusiera”, agrega.
“Mi madre no tuvo la necesidad del aplauso ni del reconocimiento, siempre supo perfectamente, quien era y cuanto valía. Para ella el mejor reconocimiento, fue que la obra de mi padre, fuera reconocida, como lo fue en todo el mundo, con eso estaba satisfecha y sabía lo que había aportado en ese sentido. Sabía y comprendía que mi padre era la voz cantante, de un mundo que sostuvieron entre los dos”, manifiesta.
Invitaciones especiales
El 1er Congreso Internacional Yupanquiano se propone reflexionar sobre el pensamiento filosófico de Atahualpa Yupanqui, valorar y destacar la obra de Nennette Pepin Fiztpatick -Pablo del Cerro- en el folklore argentino, destacar el aporte de las mujeres a la producción folklórica y fomentar la producción musical de nuevos compositores de la música folklórica argentina.
Entre los invitados se encuentran Demetrio Javier, periodista, investigador y musico brasilero, que tradujo “El payador perseguido” y “El canto del viento” al portugués; Manuel Urtizberea, autor del libro “La voz de un continente”, donde analiza la vida y la obra de Yupanqui, el músico y compositor es, además, quien introdujo el uso del canto como una herramienta pedagógica para la enseñanza de la lengua española y de la cultura hispánica. Del Congreso también formará parte, Guillermo Pareja Herrera, psicólogo, discípulo de Viktor Frankl, y autor del libro “El canto que cura y sana”, Eliana Abdala, profesora y licenciada en letras autora del libro “Guitarra, dímelo tú”, donde estudio la poética de Yupanqui y Máximo Arbe, licenciado en filosofía, autor del libro “Andar porque si no más. La filosofía de Atahualpa Yupanqui”.
El Congreso cierra el viernes 8 de septiembre con un recital que contará con la participación de Ricardo Carranza, Alberto Muñoz, Jorge Morales, el propio Demetrio Javier y Eloísa De Giacomo, quien, junto a Roberto Chavero, editó el disco “Flores del cerro”, dedicado a la obra de Nenette. Ese día se presentarán las obras seleccionadas para el Premio que otorga la Fundación Yupanqui, mientras que, al día siguiente, en Cerro Colorado, se reinaugurará la Biblioteca “La Capataza”, que contine más de 4 mil ejemplares que a partir de un convenio firmado entre la Universidad de El Salvador y la Fundación Yupanqui, se ha logrado digitalizar y poner a consideración del público.