Nacida en la Comunidad de Los Toldos, provincia de Buenos Aires, la artista mapuche se dedica desde el inicio de su carrera a la búsqueda, rescate y difusión de la cultura de su pueblo.
Beatriz Pichi Malen es una artista de origen mapuche que canta en su idioma nativo. Nacida en la Comunidad de Los Toldos, en la provincia de Buenos Aires, se dedica desde el inicio de su carrera a la búsqueda, rescate y difusión de la cultura de su pueblo.
“Los cantos que interpreto son en lengua antigua y sin embargo hay cierta sensibilidad para ello y es que esos cantos reflejan la memoria viva de un pueblo, es un canto genuino, por eso, en ese sentido, no tengo que explicar demasiado”, afirma en diálogo con Cacodelphia.
En su propuesta musical se recoge la poesía, visión y fuerza del canto mapuche. Lleva editados tres discos: Plata, Añil y Mapuche, con temas musicales con los que ha recorrido el mundo llevando la música mapuche a distintos países y continentes.
El 11 de mayo se presentó en “Jueves Vivos”, un ciclo de música bonaerense que se realiza en la Sala Piazzolla del Teatro Argentino (51 e/ 9 y 10) con el objetivo de enlazar artistas de grandes trayectorias con otros que se encuentran construyendo sus carreras, generando así la posibilidad de llegar a públicos variados y favorecer el intercambio profesional. Compartirá escenario con Ignacio Montoya Carlotto Septeto y Horacio Ruiz Guiñazú.
“Estos encuentros tienen el objetivo de refrescar la memoria y dar cuenta de las nuevas músicas y los nuevos compositores. Y celebro que la provincia de Buenos Aires nos invite a formar parte de estos encuentros, en nuestros propios territorios porque no suele pasar (...) En otras épocas tuvimos que salir a otras latitudes a contar nuestra historia y eso es muy doloroso”, dice la cantora que estará acompañada por el maestro Ruiz Guiñazú.
“Vengo de una cultura originaria, con mucho más de 200 años de historia que trato de transmitir no solo a través del canto, sino también de la palabra, por eso llamo a estos encuentros, contadas y cantadas”, resalta. Y agrega que “por suerte, entonces, tenemos estos refugios, y hablo de refugio en el buen sentido, no como un escondite, sino de refugios artísticos culturales donde se puede trabajar tranquilo, se puede contar y cantar”.
“Aunque hoy nos catalogan de guerrilleros y terroristas, porque la ignorancia es muy grande y las ganas de destruirnos es todavía mayor, hoy siento que ya no tenemos que explicar qué cosa es el mapuche”, afirma.
“Ahora no es relevante lo que a mi pase, porque yo soy parte de un pueblo que está vivo y lo que a mi pueblo le pase me pasa a mí. ¿Y qué le pasa a mi pueblo?. Bueno, todavía sigue sufriendo la persecución y el robo de sus tierras, porque todavía se niega hoy la identidad de mi pueblo. Dolorosamente eso no ha cambiado, pero se trabaja para revertir esa situación y una manera de trabajar es ofrecer el canto, la cultura, desde lo que verdadera y genuinamente somos. Nosotros como pueblo tenemos desde allí, todo el aporte para construir una nación sana, buena y con una raíz verdadera y genuina”
El canto y la música son maneras de difundir la cultura de su pueblo: “A través del canto transmitimos una cultura viva. Yo estoy viva, soy Mapuche, y hablo de un pueblo vivo, aunque el tiempo del verbo en los libros, siempre esta en el pasado. Debemos todavía pelear para que eso se cambie y una buena manera de cambiarlo es a través de la educación, de conciertos didácticos, como hemos realizado en diferentes escuelas. Yo no soy docente, pero hemos encontrado allí, en esa manera de relatar, contar y transmitir la cultura mapuche que no está en los libros”.
La música es y ha sido también una forma de resistencia. “El canto ha sido algo que ayudo a no enloquecer a mis paisanos, en la época más dura de las persecuciones en la mal llamada Campaña al Desierto y pacificación de la Araucanía del otro lado de la cordillera. Cuando la opresión nos invadía el alma, y cuando digo nos, no es que yo haya vivido esa época, pero fueron mis antepasados, quienes sufrieron aquella terrible situación y a quienes le robaron las tierras, cuando eso pasaba el canto les permitió seguir adelante”, expresa.
“Yo siempre me pregunto por qué será que la Argentina como Estado Nación reconoció el genocidio del pueblo armenio, pero no reconoce todavía el genocidio de su propio pueblo originario. Siempre me interesó revelar esa incógnita y para eso trabajo desde hace tantos años”, dice. “El que crea que la Patagonia todavía sigue siendo Argentina es una ilusión, porque hay que ver las miles de hectáreas que tienen otras banderas, entonces el mundo mapuche se pone en guardia, para preservar la tierra, y por eso pasamos a ser muy molestos”.
En el lenguaje de la tierra
Beatriz Pichi Malen, pertenece al linaje de los Coliqueo y ha llevado la historia y la cultura de sus raíces por los cuatro cielos del mundo. “En junio vuelvo a llevar mi canto a diferentes países del mundo. Todavía podemos así que el canto manda y allí vamos con un puñadito de canciones antiguas, en el lenguaje de la tierra”, anticipa.
“Siempre es un desafío llevar mi canto a esos países, recuerdo que la primera vez que llegue a Praga, pensaba como iba a lograr que esa gente que no hablaba el español, entendiera mi canto. Y entonces, eché mano a algo que la gran Mercedes Sosa, le dijo a un periodista, cuando le pregunto como hacia para hacerse entender en Alemania y ella respondió: no se mi hijito yo hablo la boca y canto. Y así lo hacemos porque el canto se defiende solo. El desafío, entonces, es entregar lo que uno conoce, lo simple y genuino, desnudo de tecnología, porque así es la tierra, pero hablando con la verdad de ella”, concluye.
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