Dos periodistas se animaron a cruzar a pie la cordillera para contar la experiencia, pero una desgracia cambió sus planes por completo.
Juan Manuel Mannarino y Laureano Barrera fueron los autores de una crónica publicada en la revista Rolling Stone, que relata un viaje caminando por la cordillera desde Mendoza hacia Chile. Fueron junto a un grupo de 20 personas que no conocían y en el trayecto falleció una mujer de 61 años. Un esfuerzo físico que terminó de la peor manera. Ambos pasaron por Los Mundos Posibles para contar lo que pasó.
“Con el diario del lunes creemos que nunca se está del todo preparado de cara una experiencia como esta. La idea siempre me había rondado en la cabeza, tenía ganas de encarar el cruce de la cordillera, en 2001 lo había hecho mi viejo. Tenía su relato, había una cuestión familiar de replicar eso, pero cuando uno empieza a caminar, ya el primer día que te dicen que es liviano, de aclimatarse para lo que va venir, te das cuenta que lo que uno puede pensar previamente después es otra cosa. Las emociones que van surgiendo también están atravesadas por ese esfuerzo físico”, señala Laureano.
Juan Manuel relata que "nosotros decidimos ir caminando con un grupo de 20 personas desconocidas, con la idea de sacar algunas fotos y hacer una crónica de viaje, a mitad del trayecto lo que ocurre es que una de nuestras compañera, Marcela, le agarra un paro cardíaco, una muerte súbita; en ese momento no lo sabíamos, pensamos que se había quedado sin aire, en ese punto estábamos en el medio de nada, sin médicos, lejos de una posibilidad de rescate inmediata".
El cruce supone seis días planificados, de caminata sostenida, porque también está la opción de hacerlo a caballo. Las dos primeras jornadas son de aclimatación, se camina 4 o 5 horas por una pendiente que no es muy abrupta. Durante tercer día, que es el más exigente, fue cuando sucedió la muerte de Marcela, porque se inicia a las 7 de la mañana y la caminata dura alrededor de 11/12 horas con una subida de 1300 metros hasta llegar al campamento.
"Después esa muerte cambia el signo de todo lo que habíamos ido a hacer, la muerte de esta persona empezó a atravesar todas las decisiones, las discusiones, la contención que teníamos que tener entre nosotros. Cambia por completo la expedición. Por supuesto que puede pasar, es un riesgo, exigencia física. Y cuando se trata de los límites uno cree que sale lo mejor de cada uno, pero no siempre es así. Desde lo humano fue interesante desde ese lugar", reflexiona Mannarino.
Por último, Barrera expresa que fue impactante "estar con alguien muriendo al lado tuyo, aunque en ese momento no lo sabíamos, creíamos que podía reanimarse, volver, pero tener la muerte en vivo y en directo en ese lugar, te sacude todo, te mueve todas las fibras intimas, y esa procesión silenciosa de seguir caminando, como la muerte y la vida al mismo tiempo. El armado de la nota nos llevó tiempo, hablar con los compañeros que fueron con nosotros y nos dejaron su experiencia, todavía seguimos haciendo el duelo, todavía sigue ahí".
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