El guionista detrás del exitoso film despliega una mirada en profundo sobre la forma que eligieron para contar los hechos, retratar a sus personajes y traer al presente uno de los juicios más importantes en la historia del país.
“Nosotros hacemos cine, creemos que el cine es capaz de generar otra cosa que lo que podríamos llamar la propaganda, esta película no es una propaganda, te hace reír, llorar, odiar, tener bronca, cambiar de opinión, así funciona el cine”, opina Mariano Llinás, guionista de Argentina 1985, en el aire de Los Mundos Posibles.
Dirigida por Santiago Mitre, la película retrata el Juicio a las Juntas, proceso judicial en el que se condenó a los miembros de las Juntas Militares que gobernaron de facto entre los años 1976 y 1983, centrándose en el equipo de trabajo que armaron los fiscales Julio César Strassera (interpretado por Ricardo Darín) y Luis Moreno Ocampo (Peter Lanzani) para recabar las pruebas que pusieron tras las rejas a los genocidas.
La palabra de las personas que sobrevivieron a los centros clandestinos de detención cobra especial relevancia en la trama del film, particularmente el relato de Adriana Calvo, militante de la Asociación Gremial Docente que estuvo cautiva en el diferentes dependencias de la Policía Bonaerense, quien ofrece un testimonio crudo y revelador del accionar represor: “No fue un gesto de amabilidad para con ella|, no es algo que nos haya parecido a los guionistas sino que desde siempre se dijo que Adriana fue la persona que cambió la manera en que el juicio se percibía, nosotros simplemente hicimos un homenaje a la verdad, no es ni más ni menos que eso”.
“Escuchando ese testimonio el negacionismo es imposible, es una especie de estrategia o mecanismo para demoler cualquier negacionismo, pasa lo mismo con la parábola que hace la madre de Moreno Ocampo, una persona que venía de la defensa de la dictadura y aún así, sin abandonar esa defensa, frente a ese testimonio termina convencida de que no hay manera de ofrecerle ninguna oposición”, completa el guionista en alusión a la transición critica que hace el personaje que interpreta a la madre del joven fiscal.
A modo de cierre, Llinás reflexiona sobre los distintos tonos que conforman el film, por momentos dramáticos, por momentos divertidos, generando sensaciones de rechazo y empatía: “Estaba todo servido para que esta película no fuese un objeto cinematográfico, nosotros desde el principio nos propusimos hacer lo posible para que suscite las emociones que suscita una película, que no tenga que ser vista con un fervor cívico previo, sino que fuese un objeto que funcione como película, que a la gente le pasen cosas al verla y no que haya una mirada que viene por fuera del cine que me diga que esta película es necesaria”.
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