La historia relatada por Paula Tomassoni se teje a dos agujas. El libro va tramando dos tonos, dos versiones que corren a su vez en paralelo y desembocarán en un mismo lugar.
El talento de Paula Tomassoni no sólo resuena, como en sus libros anteriores, en la capacidad por construir voces cercanas, reconocibles; no sólo destella en el humor sutil o en la mirada crítica; también se refleja en la plasticidad de una prosa que avanza organizada por una estructura que se anudará en un punto para buscar, con la violencia del lazo, un cuerpo para someter y castigar.
"Mi función como escritora es encontrar, entre las posibilidades que mi imaginación me ofrece, esa estructura mejor. No cualquier relato se puede contar de cualquiera manera. Indeleble surge de una crisis que surge en España y llega una noticia que una matrimonio tenía su casa hipotecada, y en medio de la crisis, debían varias cuotas, y el gobierno había estipulado que iba a hipotecar y el varón se suicidad. Y como había varias parejas en la misma situación van para atrás con la medida y la hipotecas no se ejecutan", contó la escritora en Los mundos posibles.
El comienzo de un relato siempre es material y aleatorio. En el caso de Indeleble fue esa noticia menor, casi una curiosidad, contada como ilustración de la crisis económica en Europa. Era una noticia con función literaria, simbólica. Una metonimia, una parte por el todo. Y con cosas que me encantan: muertos, secretos, sinsentidos.
"Nunca me deja de dar curiosidad el vínculo de la escritora y los lectores, me encanta que eso suceda, que la gente lo disfrute, que le pasen cosas diferentes a lo que pensé que podía pasarles cuando lo escribí. Una cosa que me interesó era construir ese personaje, porque con el mismo muerto había muchas posibilidades de encasillarlo en una manera de ser y yo quería mostrar alguna complejidad y surgió la necesidad de mostrarlo vivo, en acción, que no dependiera del recuerdo de gente que lo había conocido", relató.
Sobre el armado de la narrativa y el protagonista expresó "nunca sé qué va a pasar con mis personajes, ni con la historia, por eso escribo, porque soy la primera lectora y de pronto aparece el disparador y (para narrar) hay que encontrar un lenguaje y un tono", y describió que sintió comodidad en trabajar el relato "con la estructura de ir contando una parte en pretérito y una parte en presente, ir generando diferentes ritmos, hasta que en un momento ya no fue así, y esas estructuras terminan unidas".
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