Fue una de las fundadoras de Abuelas de Plaza de Mayo. La búsqueda de su nieto Martín, a quien recuperó en 2015, es parte de la lucha por la recuperación de todos los chicos desaparecidos en dictadura.
Delia Giovanola, una de las fundadoras de Abuelas de Plaza de Mayo, falleció este lunes a los 96 años. Unos años antes -en el marco de la presentación de La lucha que la parió, libro que retrata su vida- repasó en Radio Futura su historia, la fundación de Abuelas y la búsqueda incansable de su nieto Martín, con quien pudo reencontrarse y abrazarse en 2015, tras casi cuarenta años de lucha. “Soy una abuela poco convencional, soy una abuela cibernética, que se ríe y que hace bromas, fueron muchos los golpes y de otro modo hubiera sido difícil”, expresó.
“Nunca pensé que a alguien le pueda interesar mi historia, realmente, nunca medí lo que podía ocurrir con ese trabajo que registró una historia muy dolorosa”, dijo Delia Giovanola sobre La lucha que la parió. Escrito por Silvia Villa de Inveraldi, ese trabajo repasa la historia de quien fuera una de las fundadoras de Abuelas de Plaza de Mayo. “Nunca evalué la trascendencia que podía tener esa historia que enfrenté lo mejor que pude y siempre con humor, para que no me venza la realidad”, expresó en diálogo con Cacodelphia.
Delia Cecilia Giovanola nació en La Plata el 16 de febrero de 1926, fue docente y una de las doce fundadoras de la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo. “Soy platense, y siempre que vuelvo a la ciudad, siento que es como regresar a casa. Nací en casa de mi abuela, en la calle 50 entre 10 y 11 y, allí viví rodeada de ternura, de mucha gente querida, de muchos amigos. Pertenezco a una familia muy antigua de la ciudad, mi cuñado, por ejemplo, el hermano de mi primer marido, Jorge Ogando, fue el primer presidente del Instituto de Previsión Social y ambos fueron parte de una familia muy conocida”, dijo.
En 1961 falleció su marido, Jorge Narciso Ogando con quien se había casado en 1946. Quedó viuda cuando apenas tenía 35 años y su hijo 15. En 1976 secuestraron de su casa a su único hijo, Jorge Oscar Ogando, que había nacido el 28 de noviembre de 1947.
“Siendo madre, con Azucena Villaflor y otras mujeres, sentadas en un banco frente a la Pirámide de Plaza de Mayo, comenzamos la búsqueda de nuestros hijos. Me costó mucho ir a la plaza, me preguntaba, entonces, cómo buscar un hijo en una plaza, cómo hacer, por dónde empezar, pero fue ir un día y saber que otras madres estaban en la misma búsqueda”, rememoró.
“Ese grupo minúsculo luego se fue multiplicando, y entonces, ya no nos dejaron estar sentadas. Ellos nos obligaron a hacer la ronda y creo que de eso se han arrepentido toda la vida, porque eso nos ayudo a crecer muchísimo”, agregó.
Jorge Oscar Ogando fue secuestrado el 16 de octubre de 1976 junto a su esposa Stella Maris Montesano que cursaba el octavo mes de embarazo y tenían una hija llamada Virginia de tres años. Jorge tenía 28 años y trabajaba en el Banco Provincia, mientras que Stella, tenía 27 y era abogada, sus primeros casos fueron como defensora del gremio de ladrilleros y de empleadas domésticas. Ambos militaban en el Partido Revolucionario de los Trabajadores – Ejército Revolucionario del Pueblo (PRT-ERP).
“Cuando se llevaron a mi hijo, mi nuera estaba embarazada de ocho meses y al principio estábamos convencidas que la iban a largar enseguida, porque le faltaba poco para tener familia. Cuando nos dimos cuenta que eso no iba a pasar, comprendimos que teníamos que empezar a buscar a los bebés. Así comenzamos con esa búsqueda, así se fundó Abuelas”, repasó en esa ocasión.
“Con esas primeras mujeres fundamos en 1977, Abuelas Argentinas con nietos nacidos en cautiverio. Y esos comienzos fueron también de mucha incertidumbre, de mucha improvisación. Qué hacemos, dónde los buscamos y cómo los buscamos, nos preguntábamos, no había manuales que nos enseñaran cómo buscar a un nieto”.
Y agregó: “Nuestra primera presidenta fue Alicia “Licha” Zubasnabar de De la Cuadra con María “Chicha” Isabel Chorobik de Mariani. Éramos doce abuelas y uno de nuestros primeros actos fue comunicarle al mundo lo que estaba ocurriendo en Argentina. Así fue que les contábamos a todas las instituciones de derechos humanos, que en el país los hijos de desaparecidos eran apropiados por la dictadura”.
Al año siguiente, ella sola recibió 1.800 cartas que llegaron de todo el mundo solidarizándose con la búsqueda de los bebés, ninguna de ellas llegó de Argentina. "En el país había mucho miedo y nosotras éramos muy calumniadas por la prensa, éramos entonces, las locas de la plaza”, repasó.
“Así nacimos y así fuimos creciendo sin imaginar nunca que íbamos a terminar siendo conocidas y reconocidas en el mundo. Todo eso tomó una dimensión que no buscamos y fue tal la dimensión, porque lo que estaba pasando en el país, era inédito en el mundo, porque en ningún lugar del mundo se hacía desaparecer personas ni se convertían a los niños en botines de guerra. Eso fue un invento de los militares, algo que Videla contaba con mucha gracia, no existen, no están, son desaparecidos, decía, como toda explicación lógica. Esa fue la historia que nos tocó vivir, una historia que no buscamos”, contó.
“La búsqueda del nieto me costó la vida de la nieta”
“Nunca quise que me encasillen, traté siempre de tener un perfil muy bajo en todo esto, porque yo quería buscar a mi nieto, yo no pedí ser una Abuela de Plaza de Mayo”.
Con el tiempo supo que su nuera había dado a luz a un niño el 5 de diciembre de 1976 en un parto asistido por Jorge Antonio Bergés. Dos días después, según señala el sitio de Abuelas, fue despojada de su bebe que fue vendido a un matrimonio y llevada al centro clandestino denominado el “Pozo de Quilmes”.
“Los primeros años cuidando a Virginia como hija y no como nieta, fueron muy duros. Por eso siempre traté de no quebrarme, de poner una máscara de felicidad y alegría, para tratar de no llorar delante de ella, pero contándole siempre la verdad. Es decir, ella siempre, supo de su historia y cuando tomó conciencia de todo, formó también parte de esa búsqueda”, expresó.
En el año 2011, Virginia se quitó la vida en la ciudad de Mar del Plata: “Virginia me acompañó durante muchísimos años en la búsqueda de Martín y evidentemente esa es una de las partes más dolorosas de mi vida. Porque de alguna manera la búsqueda del nieto me costó la vida de la nieta”.
En noviembre de 2015, después de 39 años de búsqueda, Abuelas de Plaza de Mayo restituyó la identidad de su nieto Martín, nacido en el Pozo de Banfield. “La búsqueda de Martín transformó mi vida”, explicó Delia y agregó: “Virginia, estará feliz de habernos encontrado”.
“Yo lo busqué a Martin 39 años y él me busco seis meses y ambos tenemos la misma alegría. Vino con premio porque tengo dos bis nietas. Su llegada me transformó en una vieja llorona, cosa que nunca fui, me relajé, y ahora me emociono mucho más. Martín, me cambió la vida”, manifestó.
“Pero, aunque Martin apareció, hoy sigo la búsqueda, porque todavía nos faltan muchos nietos. Entonces un nieto es el nieto de todas y todas somos las abuelas de todos los nietos recuperados. Así seguimos la lucha, seguimos la búsqueda”.
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