A 30 años de la muerte del referente del folclore nacional, el músico Bernardo Bogliano, analizó la importancia que tiene hoy la guitarra yupanquiana en nuestra cultura.
“Para hablar de Atahualpa en la guitarra, primero, es necesario tener en cuenta los diferentes ¨Atahualpas¨ que hubo a lo largo de su vida artística”, dijo Bernardo Bogliano, guitarrista, compositor y docente. “La estética o el sello distintivo de su instrumento no fue el mismo en el comienzo de su carrera que en el final. Atahualpa logró reinventarse muchas veces y hacer otra propuesta, un poco por la madurez y el paso del tiempo. Además, recordemos que sus manos han sido muy maltratadas”, agregó.
“Para crear esa estética, Atahualpa partió de su maestro –Baustista Almirón, quien le presento a Sor, Coste, Tárrega junto a las obras de Schubert, Schumann, Beethoven, Liszt, Bach- incorporó luego los sonidos que escuchó en los caminos por donde anduvo y sumó también la influencia de la música clásica, que esta súper presente en su canción. Todo eso ayudó a forjar un estilo y una estética guitarrística muy particular”, explicó el músico que -junto a Silvia Gómez- participó del homenaje a Yupanqui organizado por el Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires.
Atahualpa Yupanqui fue cantautor, guitarrista, poeta y escritor y es considerado el más importante músico argentino de folclore. Nació en Pergamino en 1908 y murió en Francia, el 23 de mayo de 1992, horas después de tener que cancelar un recital. A 30 años de su muerte, su impronta está presente en la música nacional.
“Yupanqui dominó en profundidad el instrumento, hablamos -en ese sentido- de un artista que tuvo un conocimiento profundo de la guitarra española, de alguien que contó con una infinidad de recursos y que los puso en función de un discurso”.
Bogliano analizó los distintos sonidos de la guitarra yupanquiana, que dan cuenta de distintos ejercicios realizados por el artista. “En algunas grabaciones, sobre todo las más antiguas, podemos escuchar, por ejemplo, como a través de la posición técnica de la mano logra diferentes sonidos, diferentes timbres, podemos escuchar los arrastres, los trinos, el rasgueo de Atahualpa, que no es cualquier rasgueo, la utilización del silencio, los efectos provocados por los rudimentos que a veces inclusive dan la sensación de virtuosismo o de velocidad pero que en realidad son recursos muy pulidos del instrumento. Todo eso está estudiado, no son simplemente ´yeites´", detalló en diálogo con Cacodelphia.
“Hablamos de un artista que tuvo un conocimiento profundo de la guitarra española, de alguien que contó con una infinidad de recursos y que los puso en función de un discurso”.
“Esa figura del cantor popular con guitarra solista, de un nivel tan profundo de ejecución y con el alcance, la popularidad y la persistencia en el tiempo, hace que sea muy difícil hablar de la herencia yupanquiana”, expresó. “Sin duda fue uno de los máximos referente en una época, pero esa no es la estética que hoy más se difunde, ni la formación que más represente esta época, donde la guitarra sigue siendo el instrumento por excelencia en todo el territorio”, afirmó.
La figura del transmisor cultural
Atahualpa Yupanqui tuvo la particularidad de abordar las diversas formas musicales argentinas, desde el "estilo pampeano" a la milonga, pasando por la chacarera, la zamba y la vidala, rompiendo de ese modo con cierto regionalismo. “Con una estética muy particular y reuniendo en su obra todo el saber de su tierra, Yupanqui ayudo de ese modo a forjar la identidad de algunas músicas regionales, que hoy conocemos y que se tocan de una manera que él impuso. Con muchísima autoridad, abarcó la amplitud del territorio, y como artista y creador forjó y transmitió un saber que se alimentó de sus propias composiciones”, explicó Bogliano.
“De ese modo quedó ligado a la figura del transmisor cultural que él mismo forjó, porque no olvidemos que entre sus encantos estuvo el de contar, a través de la copla que recogió del camino. Fue entonces transmisor de un saber y de una cultura popular, pero a su vez, fue un gran creador. Y muchos de los relatos que se ponen de relieve en su obra, cambiaron para siempre gran parte del ojo de la literatura en el folklore, por eso el nuevo cancionero, lo tomó como referente”.
El Nuevo Cancionero fue un movimiento musical-literario de la Argentina, con proyección latinoamericana, creado en Mendoza en 1963 y estuvo integrado por Mercedes Sosa, Armando Tejada Gómez, Manuel Oscar Matus, Eduardo Aragón, Tito Francia, Juan Carlos Sedero y Hamlet Lima Quintana entre otros artistas. “Ellos se sintieron hijos de alguien que no se reconoció como padre, Atahualpa no veía su legado puesto en la generación del nuevo cancionero, no le interesó ser parte de eso. Sin embargo, ninguno de esos movimientos se desprendió de él”, expuso Bogliano. “Entonces hoy a partir de Atahualpa se pueden abrir un montón de conversaciones y de discusiones y polémicas, que aún hoy nos siguen enriqueciendo”, sumó.
“Hablamos entonces de una figura asociada a la poesía, a la composición, al canto, que no es el lugar que más se repara en Atahualpa, quizá por su falta de registro deslumbrante o de timbre estridente, pero también Yupanqui fue un gran conocedor de la guitarra solista, un instrumentista que excedió la guitarra acompañante, un concertista que supo poner el instrumento al servicio de la voz”, dijo el músico. Y propuso que “por eso Atahualpa sigue siendo un faro indiscutible se habla de él en los mismos términos que hablamos de Picasso”.
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