La página acopia fotos del conurbano bonaerense para visibilizar estética, historias y particularidades que se encuentran “a minutos del obelisco”.
El concepto que propone The Walking Conurban surge luego de una tormenta que afectó la zona sur del conurbano bonaerense: “ahí nació como esa idea de lo apocalíptico”, contó Ariel Palmiero, uno de los cuatro fundadores de la propuesta junto a Diego Flores, Guillermo Galeano y Ángel Lucarini. El conurbano “tiene un dejo de post-sociedad. Fuimos jugando con ese concepto. Después pasamos al folclore, a la parte más cotidiana y bella, porque en el conurbano puede haber belleza también”, agregó.
En principio la idea comenzó como un juego entre amigos hasta que decidieron hacer un “backup” de las fotos que circulaban en los grupos. Hoy en día la cuenta funciona en base a colaboraciones que le envían los usuarios y las historias que van descubriendo a través de estos aportes. “Lo fundamental de la cuenta es volver al entorno que uno habita”, explicó en comunicación con Una amiga imaginaria.
De esta forma, los Walking Conurban proponen, de una manera lúdica, ver el conurbano más allá de los estereotipos a través de sus situaciones, arquitectura y belleza arrabalera. “Hay algunas cosas que nosotros lo tomamos desde el humor porque no se las puede tomar de otra forma”, en este sentido Ariel señaló que el juego permite desestimar el estigma que pesa sobre el conurbano bonaerense que invisibiliza el rol productivo y social que desempeña a nivel país.
“Hace un par de meses hicimos unas charlas con Pedro Saborido y él justamente decía que en el conurbano no hay límites definidos y hay una licencia para ciertas cosas que después no se permiten o no están bien vistos. Acá, sin embargo, no está tan mal tener una pava como tanque de agua”, comentó el administrador. Estas licencias conurbanas también acarrean historias que hacen al entramado histórico de los barrios. El tanque de agua de Villa Raffo, por ejemplo, “era parte de una especie de chicana o concurso interno entre cementistas para ver quien la tenía más grande, literalmente. Entonces ahí hay migración, porque esos tipos eran italianos, que se asentaron ahí en Villa Raffo, tenían un oficio y lo demostraban así, de esa forma: pongo una pava gigante en el techo y está todo bien”.
The walking Conurban no sólo descansa en el humor de la imagen espontánea o la arquitectura ingeniosa de los partidos periféricos a CABA, sino también suele “encontrar las historias detrás de las fotos”, esas que construyen un paisaje cotidiano.