En el año 2010, Naciones Unidas instauró el 30 de agosto como la fecha en que los Estados deben hacer visibles estos hechos, que persisten en el tiempo hasta el día de hoy.
Kevin Nielsen, Secretario General de Asociación Pensamiento Penal y Miembro Titular del Comité de Prevención de la Tortura del Chaco, se enlazó por vía telefónica con el aire de Los Mundos Posibles donde habló sobre la figura del desaparecido en ocasión del Día Internacional de las Victimas de Desaparición Forzada.
Para empezar, Nielsen definió la desaparición forzada como un flagelo aberrante, una grave violación a los derechos humanos, después compartió datos estadisticos relevados por Luciano Hazan, del Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzadas e Involuntarias de Naciones Unidas: “Desde 1980 se recibieron 58.000 denuncias internacionales sobre desapariciones forzadas, de las cuales 46.271 todavía quedan sin resolver, la persona persiste desaparecida y no se haya información sobre cuál fue la suerte de la persona desaparecida por el Estado o con el consentimiento del mismo”.
“Este fenómeno de la desaparición forzada, que en el imaginario popular está muy asociado a la dictadura civico-militar Argentina y a las dictaduras, es un fenómeno muy vigente aún en democracia en cada una de nuestras provincias, en cada una de nuestras ciudades donde se sigue dando y hoy en día hay miles de pibes que no se saben dónde están y cuál fue su suerte”, agregó el entrevistado.
El representante del Comité de Prevención de la Tortura explicó que “el Día Internacional de las Victimas de Desaparición Forzada se instauró por resolución general de la asamblea de Naciones Unidas en diciembre de 2010, producto del consenso internacional sobre la vigencia de este fenómeno que persiste en democracia, mayormente en países de América Latina y Africa, Naciones Unidas, entendió que lo primero que se requiere para que haya un cambio en las políticas públicas de un determinado país es que la gente conozca que ésto sucede, ahí también se decide que los estados tienen que visibilizarlo”.
A modo de conclusión, Nielsen refirió que la desaparición forzada “es un elemento fuertemente disciplinante y aniquilador de la subjetividad, no saber sobre el paradero de un familiar es un acto de terror absoluto y de disciplinamiento del resto, a una persona muerta se la vela, se la entierra, se le puede dar un cierre a eso, pero en el caso de una desaparición forzada es un duelo que no se termina nunca, que se actualiza permanentemente, que no se le puede dar un cierre, es también el mensaje de terror más absoluto que puede dar un Estado”.
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