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De conejos luminosos y casas sangrantes

Los misterios de la ciudad de La Plata pueden ser extravagantes y desaparecer en menos de una semana. Antonela Mennuto rescata dos historias que supieron crear incertidumbre entre los platenses. 

La primera historia sucede en 1919 en la esquina de 3 y 68 donde “el diario El Argentino informa en sus páginas la aparición de un conejo sagas”. Allí, “las fuentes y los testimonios, indican la presencia de un fantasma, de un ente, una presencia en la zona. Según indican, era un conejo pero un poco más grande, lo que yo intuyo que se trataba básicamente de un chabon con cabeza de conejo o algo parecido”, introdujo la columnista en comunicación con En Órbita. “Lo curioso es que, en las notas de la época, lo que indican es que este fantasma agarraba a los desprevenidos que se juntaban en la noche, aparentemente los interceptaron y aprovechaba para tenerlos en frente para darles una especie de luz, o una especie de reflector, algo que los dejara medio atontados y después se daban cuenta que algunas de sus pertenencias no estaban”, agregó

Los ataques continúan hasta que “la cosa se empieza a desmadrar, porque se empieza a juntar mucha cantidad de gente en las inmediaciones de esa esquina, 3 y 68. Cuentan lo diarios de la época que llegó un momento en el que se juntaron más de 200 personas porque querían ver a este fantasma”, contextualizó Antonela. Este grupo de personas se concentraba esperando que apareciera. “El conejo chorro fantasma efectivamente apareció y no solamente apareció una vez, sino que apareció 3 veces en la misma noche. Esas personas que estaban esperando su aparición pudieron verlo, sin embargo ninguno logró atraparlo”. Finalmente la policía termina interviniendo y “resuelve prohibir circular por 3 y 68 después de las 11 de la noche”, “esta fue la resolución que tomó la policía y sin embargo parece que funcionó”, concluyó en esta primera historia. 

La segunda historia comienza en noviembre de 1986, en una casa que estaba ubicada en 54 e/ 21 y 22 N1310, donde actualmente hay un edificio. “En esa casa vivía un fotógrafo de origen polaco, Luis Fersko, con su mujer Cipriana Nuñez, y su hijo. Los tres vivieron en esta casa por más de 40 años. Era una casa chorizo, donde en la parte de adelante tenían un local que funcionaba como estudio fotográfico y trabajaban, y en la parte de atrás estaba su casa”, contextualizó la columnista. Una tarde, “la mujer se da cuenta que de las baldosas de, de las patas de la mesa y de las paredes brotaba algo muy similar a sangre. Había un líquido rojo, tenía pinta de sangre. Se asustaron claramente. Lo limpiaban y volvía a aparecer, así que llamaron a la policía para ver qué onda. Llega la policía, levanta muestras de este líquido y corroboran que era sangre human”, detalló.

Ese fue el puntapié inicial para que se propagara el misterio entre los vecinos de la casa, quienes asistían a presenciar el “milagro” y crear sus propias hipótesis de lo que sucedió: “El fotógrafo, un tiempo antes, había sacado fotos de la estatua Maria Rosa Mística, que está por la zona. Claramente lo primero que pensaron era que era un milagro divino. A partir de ahí empiezan a sacar notas y notas en todos los diarios y empezaron a circular cada vez más personas. En un momento el hijo de este matrimonio le cuenta a los periodistas del diario El Día que por día pasaban más de 200 personas a pedir un milagro”. 

La última información que se supo del caso en los medios fue del contacto que entabló la familia Fersko con un parapsicólogo para intentar descubrir qué estaba sucediendo en su hogar. “Esta noticia duró 10 días aproximadamente”, contó Antonela y destacó que “lo más curioso de esta historia es que ya pasaron 35 años de este caso y todavía no se sabe bien que paso, no hay ninguna explicación lógica”.

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