En un contexto de marcada diferencia social, donde la inmensa mayoría de la población pertenecía al campesinado y la otra vivía a expensas del trabajo ajeno, Rusia produjo una generación de escritores que supieron captar la esencia de su época y tallarla para siempre en la historia de la humanidad.
Matías Esteban, escritor, docente y agitador literario, se enlazó por vía telefónica con el aire de Los Mundos Posibles donde ofreció una caracterización del escenario que vio nacer a la literatura rusa de mediados del siglo XIX, poniendo especial énfasis en la obra e historia de vida del escritor Fiódor Dostoyevski (1821 - 1881).
Para empezar, Esteban dio una primera definición sobre la importancia que reviste este conjunto de autores: “Dostoyevski y la literatura rusa son un tema arduo, pero hay que atreverse. Después de haber leído algunas cosas de este autor y de otros autores rusos digo que hay que atreverse porque es un lugar de la cultura universal que no es occidente propiamente dicho, estamos en el limite con el oriente, en ese planeta -como dice Alberto Laiseca- que es Rusia donde hay algo que invita a los lectores a animarse. La literatura rusa es un planeta al que animarse”.
“Estos autores que vamos a explorar ya nos hablan de la modernidad rusa, un momento donde la revolución industrial ya entra en Rusia, todavía estamos en el régimen zarista de "Pedro el grande", que ingresa reformas muy importantes en lo social, existía una disputa entre la clase noble y el emperador que tratan de criticarlo, de derrocarlo, de establecer una serie de revueltas y resistencia, y el zar, como respuesta, lo que hizo fue crear estos rangos para estratificar esa nobleza, generando un gigantesco aparato burocrático”, agregó el columnista.
En contraposición al aparato burocrático que buscaba equilibrar los tironeos de la nobleza, la composición social de la Rusia zarista tenía otros elementos que sumaban mayor complejidad al escenario: “Una cosa importantísima es la cantidad de campesinado que tenía Rusia en esa época, el 90% de la población, de 70 millones de rusos que había 50 millones eran siervos, era mediados del siglo XIX y la esclavitud estaba totalmente establecida, era gente que pertenecía al terrateniente, estaba la servidumbre y el campesinado que trabajaban para el terrateniente y por otro lado teníamos a estas clases ociosas que vivían en las ciudades, hasta ese entonces el proletariado era muy pequeño y luego de esta liberación de esclavos, empezaron a formar parte del proletariado, ahí estaba el caldo de cultivo para lo que más tarde fue la revolución rusa”.
La mayoría de los relatos de Dostoyevski se enmarcan en la ciudad, el autor no pertenecía al campesinado que luchaba por convertirse en proletariado, así como tampoco formaba parte de la nobleza, su familia era relativamente acomodada aunque también estaban en contacto con los sectores más humildes de Moscú, dado que trabajan en el llamado Hospital de los Pobres: “Es una familia que tiene cierta clase de privilegios, su padre era militar, pero tenía un rango muy bajo, con una carrera de poca valía, y su madre era hija de comerciantes, una mujer muy amorosa que fallece joven, de tuberculosis, él era muy chico y sus hermanos también, ahí el padre cae en una violencia tremenda, es una persona muy importante para su vida, pero a la vez muy violenta, lo obliga a estudiar en un internado militar en San Petesburgo, ahí es donde él se pone a leer muchísimo y se da su ingreso en los círculos literarios, pero también empieza a caer en el vicio de la ludopatía y en un momento dado se entera que su padre fue asesinado”.
“En 1845, Dostoyevski publica Pobre gente, su primer libro, tiene mucho éxito por el reconocimiento que le hacen algunos críticos de esta novela social que es un intento de leer a esas clases más desprotegidas, luego sigue El doble, que es mucho más famosa acá, pero que en su época fue despreciada, el público le dio la espalda, así como también pasó con Noches blancas y otras novelas que fue sacando en esa época, cayendo en un momento de gran depresión”, prosiguió el columnista.
Esteban resumió que en los próximos años “empezamos con el Dostoyevski más político que empieza a frecuentar circulas socialistas que se complotaban en reuniones de lectura, todos jóvenes bastante ociosos que no tenían mayores preocupaciones más que juntarse en un café a leer y generar polémicas en contra del zar y de la censura, lo que deriva en la lectura de materiales prohibidos y la detención de él y todos sus compañeros, que son enviados a la prisión de San Pedro y San Pablo, es condenado a muerte y se le otorga el perdón cuando estaba ante el patíbulo, y es enviado a Siberia donde conoce presos políticos, asesinos y presos comunes, entrando en contacto con las formas más bajas de la sociedad, y se llama a silencio durante varios años porque se le prohíbe escribir”.
Tras diez años de silencio editorial, publica alguna de sus obras más reconocidas, atravesadas permanentemente por la cuestión del bien y el mal, basadas en su experiencia personal con la cárcel, el juego y su contacto con los sectores más empobrecidos del submundo de San Petesburgo: Memorias del subsuelo (1864), Crimen y castigo (1866), El jugador (1866), y Los hermanos Karamázov (1880), donde se abren todo tipo de preguntas sobre la moral que el autor deja en manos de sus lectores.
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