“Sigue siendo un desconocido en la ciudad”, afirmó el poeta, periodista y editor José María Pallaoro, que se propuso difundir la obra de Porro.
Mario Porro nació el 28 de marzo de 1921 en Trenque Lauquen. Su madre muere poco después, y esta pérdida será central en su vida y en su poética, aseguró Pallaoro en el aire de Cacodelphia. “Con seis años llegó a vivir a La Plata acompañando a su hermana mayor y aquí comenzó su recorrido”, contó.
Porro se dedicó a la Física, a las Matemáticas, a la filosofía y a las artes. En 1938 ingresó a Radio Universidad como técnico operador, en 1950 llegó a ser jefe de programación y años más tarde su director.
Mario Porro, al decir de Pallaoro, fue un “poeta a destiempo”. “Perteneció a la generación del ‘40 y fue contemporáneo de Roberto Themis Speroni y Ana Emilia Lahitte. Y hoy a pesar de que hay muchos lectores que consideran su poesía, sigue siendo un desconocido”.
“Sus primeros libros están influenciados por Tagore, Juan Ramón Jiménez, Federico Lorca y San Agustín”, detalló Pallaoro. En esta primera etapa nacen sus dos primeros libros: Búsqueda por el amor (1950) y En amor por el tiempo (1956).
"Porro fue un poeta a destiempo"
Luego esta primera etapa, Porro comenzó a interesarse por la vanguardia, Rilke, Kierkegaard, Hegel, Heidegger, Heisenberg y su poesía se hizo más bien hermética. Publicó entonces La vigilia y la roca (1957) y Entremundo (1960).
Entre 1963 y 1964 editó una revista que se llamó Espacios, para la difusión de la cultura, donde aparece por primera vez Mundo despierto, que editó a fines de 1983.
“Luego comenzó a trabajar en Sucesión del ser (1998), que le llevó muchos años y que está atravesado por una poesía muy hermética. Finalmente editó Tropos (2000), dedicado a su madre, donde la poesía ya no es tan abstracta, sino que emociona al leerla”, repasó Pallaoro.
En vida, Mario Porro, publicó siete libros y estaba trabajando en un libro de poemas que eran del año 2000, cuando murió en diciembre del 2001: “un libro que él hubiese llamado La edad del invierno y que la familia editó como Acopio a la muerte, que era otro de los títulos tentativos que Mario tenía para ese libro".
“Mario era un poeta trabajador”, expresó, “una vez que tenía un tema, una idea o un pensamiento a desarrollar se ponía a trabajar, no era que se ponía a escribir de manera catártica, no era de ese tipo de poetas. Lo importante para Mario era encontrar de que tema hablar, que punto del pensamiento abarcar y solo cuando lograba encontrarlo, se sentaba a escribir y dejaba que la poesía lo invadiera”.
Escuchá/Descargá la entrevista completa