Así calificó Mario Castells, escritor y especialista en literatura paraguaya, a Augusto Roa Bastos, uno de los máximos exponentes del género.
El escritor y especialista en literatura paraguaya Mario Castells dialogó con el equipo de El Verano Prometido sobre Augusto Roa Bastos, uno de los mayores exponentes de la literatura en Paraguay y Latinoamérica.
El rosarino se refirió a la novela corta El Sonámbulo, publicada primero en 1976 y editada en Argentina durante 2020. "Es la primera edición en Argentina y es una de las pocas de tirada para el lector masivo. Esperemos que el lector masivo se acerque a este libro y a la editorial que trabaja con mucho esfuerzo para publicar esto", expresó quien escribió el prólogo de esa edición.
También elogió el trabajo de la editorial a cargo, la cordobesa Caballo Negro. "Es muy loable lo que hace Alejo Carbonel y la editorial Caballo Negro. Es muy bueno, muy cuidado". Y agregó: "El arte de tapa es del gran amigo artista plástico Enrique Collar y un conocido de nuestra colectividad argentino paraguaya".
Roa Bastos fue perseguido por el gobierno de facto que lideró el general Alfredo Stroessner, quien instaló una dictadura durante 35 años aproximadamente. En ese marco, Roa Bastos se exilió en Argentina desde donde publicó gran parte de su obra.
"En todos sus libros trabaja todo lo que fue un espacio histórico que va desde la dictadura de Francia (entre 1946 y 1840) hasta después de la Guerra del Chaco", describe Castells.
"Hay textos que trabajan distintos momentos, como la dictadura stronista. En el caso de Yo el supremo es lo más destacado porque trabaja no solamente la figura de José Gaspar Rodríguez de Francia, sino también todo la etapa histórica que va hacia atrás y hacia adelante y es un juego formal maravilloso que ha construido una novela que está considerada entre las 4 o 5 más importante de la literatura latinoamericana y quizás mundial", amplió.
"Más allá de la literatura latinoamericana y de la paraguaya, estamos ante un genio de la literatura mundial".
Para el autor de "El mosto y la queresa" (2012), la Guerra del Chaco marcó la vida y obra del escritor nacido en Asunción: "Siendo muy niño sirvió en retaguardia como enfermero, como lo hacían los niños que todavía no tenían edad de luchar. Entonces, él vio quizás lo más terrible que son las retaguardias con los heridos, muertos y prisioneros. Siempre contaba en las entrevistas que debió acompañar hasta la frontera boliviana un montón de prisioneros bolivianos después de la guerra. Esa experiencia sin lugar a duda lo marcó de una manera indeleble, una experiencia muy traumática".
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