Tres historias que retratan la vida de los migrantes en la ciudad y su perspectiva frente a la situación actual del país vecino. Una colaboración periodística cortesía del diario digital Pulso.
En la UNLP durante los últimos 10 años la inscripción de estudiantes extranjeros se fue multiplicando, dentro de esa estadística los alumnos latinoamericanos son quienes más llegan a La Plata, no solo por una cuestión de cercanía, sino que a veces resulta la única posibilidad para un joven de acceder a estudios universitarios. Por eso, cuando este fin de semana sucedieron los trágicos sucesos en Chile, donde ante las protestas por el aumento del subte y del hartazgo por la precariedad de la vida, y el gobierno decidió sacar al las fuerzas militares a la calle para reprimir salvajemente, los estudiantes chilenos en nuestra ciudad comenzaron a reunirse para reaccionar con actividades de visibilización, y para poder estar juntos en momentos de tanta angustia.
El periodista Julio Ramiro Laterza, del diario digital Pulso Noticias, estuvo en el aire de Rap de las Hormigas donde compartió los testimonios de Eduardo Moya, Johana Molina y Norma, tres chilenos residentes en La Plata con un presente vinculado a la educación universitaria. “Las noticias para nosotros son cada vez más crudas”, explica Moya, estudiante de Bellas Artes quien vino hace 4 años al país para poder hacer dicha carrera. “Esto es una cosa bastante espontánea, que la gente venía llevando hace más de 30 años”, afirma, y agrega que “la noticia hoy es que aparecen cada vez más muertos, hay gente desaparecida, se están violando los derechos humanos como en la dictadura de Pinochet”.
“Había una ansia de la gente de poder recuperar la posibilidad de manifestarse en la calle, desde que empezó la dictadura nunca más hubo libertad de expresión, cada vez que salimos a la calle siempre están los pacos reprimiendo”, agregó Molina, quien hace menos de un año vino a estudiar el Profesorado de Danzas Folklóricas.
Norma está en Argentina hace 36 años, llegó a sus 23, exiliada junto a su madre ya que su padre fue preso político por la dictadura de Pinochet. “Fuimos rehenes de Pinochet hasta que nos dejó salir”, explicó. En nuestro país armó una familia y durante los últimos años estudió Trabajo Social y actualmente es referente del Proyecto Fines, donde de manera ad-honorem organiza a decenas de estudiantes que quieren finalizar su secundario, en la Escuela Primaria 23, Secundaria 81.
“La estoy pasando muy mal, hace varios días me estaba pegando un exilio atrasado, me doy cuenta que todavía tengo heridas supergrandes y no superadas, siempre las quise ocultar”, graficó, y destacó que “ver a los milicos en la calle, es como que regresé a esa época, es terrible, matan gente sin ningún escrúpulo”.
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