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Tito Cossa: “El teatro de texto está vivo”

Roberto “Tito” Cossa habló sobre la actualidad de “Tute Cabrero”, la relación con los puestistas de sus obras, la supervivencia del teatro tradicional y el trabajo que está escribiendo con su hijo. También opinó sobre el periodismo argentino actual y los proyectos de país de Macri y Bolsonaro.

por La Pulseada Radio (publicada en la revista La Pulseada de diciembre)

Para hablarnos de la nueva versión de Tute Cabrerode Roberto “Tito” Cossa que estaba entonces a punto de estrenarse, visitó nuestro estudio radial Raúl Bongiorno, responsable de la puesta de esta ya clásica obra de la dramaturgia nacional que el grupo platense independiente Coyuyo presentó el 9 y 16 de noviembre pasados en el Viejo Almacén El Obrero de 13 y 71 (ver “La Pulseada” Nº 165).

Para la grata sorpresa de Raúl, que no estaba advertido, se sumó a la segunda parte de la charla, por teléfono, el autor de la pieza. Nacido en Buenos Aires en 1934, “Tito” Cossa no es sólo uno de los más importantes dramaturgos vivos sino una de las figuras centrales de toda la historia del teatro argentino. Siguiendo el camino abierto por Carlos Gorostiza, formó parte, junto a otros como Ricardo Halac, de la “generación del nuevo realismo”. Es autor de casi treinta piezas teatrales, varias de las cuales han sido traducidas a otros idiomas, y escribió el guión de seis películas. Entre sus obras más conocidas se encuentran La nona, Yepeto, Tute Cabrero, El viejo criado, Gris de ausencia Nuestro fin de semana.

En 1981 fue uno de los promotores de esa gran expresión de resistencia cultural frente a la dictadura militar que se llamó “Teatro abierto”. Entre las múltiples distinciones que recibió se cuentan el Premio Nacional de Teatro, la Medalla de Honor de Argentores, el Diploma Konex y el Konex de Platino, el nombramiento de Ciudadano Ilustre de Buenos Aires y el reconocimiento de las Madres de Plaza de Mayo por su aporte a la defensa de los Derechos Humanos. España le concedió en 1989 el Premio “El Público y la Crítica”. Entre 2007 y 2011 presidió la Sociedad General de Autores de la Argentina (Argentores) y en 1987 formó parte del grupo que revivió al mítico Teatro del Pueblo -primera sala independiente del país y de Latinoamérica, fundada en 1930 por Leónidas Barletta-, que permanecía cerrado desde 1976. Durante décadas ejerció el periodismo en los diarios Clarín, La Opinión, El Cronista Comercial y en la agencia de noticias cubana Prensa Latina.

Le preguntamos primero sobre el origen de Tute Cabrero, ya que la información disponible dice que nació en 1966 como un guión televisivo pero desconocíamos si alguna vez había llegado a presentarse en la pantalla chica. “Lo que ocurrió -aclara Cossa- es que andaba necesitado de recursos y decidí participar de un concurso de libretos para televisión que tenía un premio en dinero. Pero salí segundo en el certamen y entonces ese guión nunca se transformó en programa de tevé. Hasta que dos años después, en 1968, Juanjo Jusid me preguntó si tenía algo como para filmar una película y pensé en reelaborar esa obra como libro cinematográfico”. Estrenado el 23 de mayo de 1968, Tute Cabrero, realizado en blanco y negro, fue de hecho el primer filme importante del director que luego se consagraría con trabajos como Los gauchos judíos Asesinato en el Senado de la Nación. Contó con un elenco de lujo encabezado por Pepe Soriano, Juan Carlos Gené y un entonces jovencísimo y desconocido Luis Brandoni. Hasta que en 1981 el prestigioso director Raúl Serrano decidió llevar la pieza al teatro. De allí en adelante, Tute Cabrero conoció infinidad de versiones dramáticas en múltiples salas de nuestro país y del exterior.

De hecho, el argumento resultó premonitorio y se anticipó en mucho a otras creaciones artísticas que abordaron conflictos similares, como la obra teatral El método Grönholm, escrita en 2003 por el catalán Jordi Galaceron y llevada al cine en 2005 como El método por el argentino Marcelo Piñeyro, o como la película de 2014 Dos días, una noche, de los directores belgas Jean-Pierre y Luc Dardenne.

Como se sabe, Tute Cabrero”narra la tensa situación que les toca vivir a tres compañeros de trabajo que comparten una misma oficina, cuando el gerente, a través de un intercomunicador, les informa que la empresa se encuentra en plan de ajuste y ha decidido despedir a uno de ellos, pero que, en reconocimiento al sólido grupo humano que constituyen, les dará la oportunidad de que determinen por sí mismos quiénes se quedan y quién se va. Si para el día siguiente no hay una decisión tomada, será la organización la que lo defina.

Dado que a mediados de la década del ‘60 la Argentina se encontraba cerca del pleno empleo y los índices de desocupación eran ínfimos comparados con los que se registrarían después, incluso hoy, donde la amenaza de quedarse sin trabajo ha vuelto a estar a la orden del día, consultamos a Roberto sobre cuál fue su fuente de inspiración y acerca de la vigencia del problema. “Es que, en aquel tiempo, el gobierno de Onganía había amenazado con un plan masivo de despidos en el Estado -explica Tito- y se había generado por eso mucho malestar. De allí el asunto abordado por la obra. Una cuestión que lamentablemente sigue siendo muy actual para el país. Aunque eso es apenas una excusa para llevar a los personajes a una situación tal que provoque que emerjan sus grandezas y miserias. De modo que el verdadero tema es el de la condición humana universal”.

“Me continúa emocionando que mis obras se hagan y sigan vivas todavía. Este tipo de texto pertenece a un género literario hecho para ser trasladado a un escenario. No es una novela. Tiene que ser efectivo para montarse en una sala y en esos casos, si está bien hecho, es cuando el texto se potencia y demuestra que no ha perdido actualidad”, dijo Roberto.

Tute Cabrero conoció infinidad de versiones dramáticas en múltiples salas de nuestro país y del exterior

Tito defiende sus derechos como autor y exige que “todos los que hagan cambios pongan en claro que se trata de una adaptación. Hace poco, una obra mía se ofreció en Chile y un crítico señaló que ‘al final de la pieza de Cossa no queda prácticamente nada’. ¿Para qué en esos casos me hacen figurar a mí?”, dice, con un dejo de indignación.

En cuanto a su relación con los puestistas, señala que “en las primeras versiones de mis obras, yo elijo a los directores. Y me inclino por gente que respeto y que sé que me respeta, más allá de que podamos tener de pronto algunas diferencias. Pero lo que se estrena cuenta con mi respaldo. Si se realizaron modificaciones durante el transcurso de los ensayos, son siempre precedidas por consultas y sin distorsionar al texto, a sus ritmos y a sus sutilezas, si es que las tiene”.

Desde hace ya tiempo proliferan las creaciones colectivas, las improvisaciones, el biodrama, el psicodrama, las obras que privilegian la expresión corporal sobre la verbal, las piezas que ponen por delante de los diálogos a las imágenes y a la generación de ciertos climas. ¿Es que el teatro tradicional, en el que un director guía a unos actores para representar un texto preexistente, está en vías de extinción?

“Ya hemos sobrevivido a tantos sacudones -opina Roberto-: toda la etapa de cine, cuando vino la era del teatro del absurdo o la del teatro de la imagen. Y sobrevivimos porque mientras sea una historia bien contada y bien hecha, ese encuentro único e irrepetible entre actor y espectador no morirá nunca. Una vez un director me dijo: ‘El autor está muerto’. Y yo le respondí: ‘Sí, pero donamos los órganos’. El teatro de texto está vivo”.

El dramaturgo adelantó, sin precisar mayores detalles, que “acabo de terminar una obra con mi hijo Mariano, que es muy buen autor. Estamos trabajando el borrador para estrenarla el año que viene. Y ya tenemos elegido al director, que será Andrés Bazzalo”.

Teniendo en cuenta su extensa trayectoria en el periodismo, le preguntamos sobre el estado actual de la profesión entre nosotros y lo calificó de “deplorable”. Agregó que “quienes marcan al periodismo argentino de hoy, como ‘Clarín’ o ‘La Nación’, mienten de tal manera que lo que hacen ya no es periodismo sino propaganda política. De todas maneras, persisten los grandes periodistas, como Horacio Verbitsky, por dar un ejemplo”.

Sabiéndolo un intelectual comprometido, le pedimos una reflexión sobre el hecho de que programas económicos como el de Mauricio Macri o proyectos políticos como el de Jair Bolsonaro, que antes llegaban al poder únicamente por la vía del golpe de Estado, hoy lo logren mediante los votos. “En los casos de Brasil y Argentina –dijo– fue por una mala lectura de lo que venían de hacer los gobiernos populares, que por su parte también tienen la responsabilidad de haberse dejado arrasar. Pero, por otro lado, hay que tener también en cuenta la existencia de un periodismo que enferma e intoxica a ese grupo o sector que yo llamo ‘la mayoría silenciosa’. Son aquellos a quienes nada les importa, odian la política y a la hora de votar eligen de acuerdo con la cara del candidato. Me llamó mucho la atención un razonamiento que compartió Rafael Correa. El ex presidente de Ecuador dijo que había mucha gente proveniente de la pobreza que, cuando progresaba, adoptaba los valores de las clases medias, pretendía vivir mejor y exigía más autoridad y mayor seguridad. De allí surgen estos seres que estamos padeciendo nosotros y también, con mayor gravedad, Brasil”. /// LP


Didascalia

Según los diccionarios, la noción de “didascalia” (del griego “enseñanza”) se emplea en el lenguaje teatral para aludir a las instrucciones que ofrece el autor para la representación de la obra, incluidas desde las descripciones de los espacios en los que se desarrollarán las acciones hasta los elementos de utilería que se requieran.

En ese sentido, estas son las indicaciones que realiza Roberto “Tito” Cossa al comienzo de “Tute Cabrero”: “La escena transcurre en la oficina de dibujo de la empresa ‘Alfa’ y en cada una de las casas de los tres dibujantes. Pero todo se resuelve en un ámbito único. Están los tableros de los tres dibujantes; una cocina; un living y un dormitorio que pertenecen, indistintamente, a las casas de Sosa, Carlos y Sergio. En los casos necesarios, los tableros de dibujo se convierten en mesas. Solo el tablero donde trabaja Sosa es inmodificable. Los personajes invaden todos los ámbitos como propios de acuerdo a las necesidades de la acción. Al inicio, Luis Sosa, un hombre que pasa los 50 años, muy miope, trabaja en su tablero de dibujo. Son alrededor de las once de la noche. En el living de su casa, Carlos Parenti bebe un whisky mientras Laura, su mujer, tiende la mesa. Ambos tienen cerca de 40 años. En el otro extremo, convertido en habitación, están Sergio Bruni y Gladys, su novia, ambos jóvenes. Finalmente, en un costado está Matilde, la hermana de Luis Sosa, una típica solterona que bordea los 60 años. La acción transcurre durante una noche y hasta la mañana del día siguiente. El resto pertenece a los recuerdos de Sosa, a veces, y otras a situaciones que pasaron en la historia de los personajes”.


La versión de Bongiorno se repondrá en 2019

Después de dos funciones a sala llena en las que el público aplaudió de pie, el 9 y el 16 de noviembre pasados, está previsto que la versión de “Tute Cabrero” del grupo platense de teatro independiente “Coyuyo” se reponga a comienzos del año próximo.

Las fechas y los horarios de las funciones podrán averiguarse en breve a través del perfil en Facebook de Raúl Francisco Bongiorno.

Estas representaciones cuentan con dirección, puesta, escenografía e iluminación del mismo director; vestuario y caracterización de Ana María Haramboure; video y fotos de Federico Bongiorno; musicalización y sonido de Luciano Bongiorno y asistencia técnica de Celina Novara.

El elenco está compuesto por Mario Lombard (Luis Sosa), Ernesto Kiare (Carlos Parenti), Bruno Mux (Sergio Bruni), Ana María Haramboure (Matilde/Rosa), Karina Ruiz (Laura Parenti), Eliana Castorino (Gladys Bruni) y Claudio “Negro” Cogo (voz de Barcel).

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