Por Martina Dominella
Mazunte viene de mizontle…
... una palabra usada por la gente local para referirse a las especies de cangrejo que eran muy abundantes en el área, explica Wikipedia.
Mazunte nos despierta la pregunta por la identidad de los lugares. Es un pueblo costeño de 1200 habitantes- 200 familias- donde 400 son extranjeros/as. Brasileños, portugueses, holandeses, argentinos, que se instalaron en la última década. Muchos tuvieron a sus hijos acá y hablan con ellos alternando el español y su lengua nativa.
Llegamos unos días antes de los feriados y vimos cómo patios o terrenos baldíos devinieron en puestos de tortillas, comedores, zonas para acampar o locales de venta de ropa. Manos rápidas construyeron toldos, estanterías, barras, mesas y camas. El pueblo cambia en función de sus visitantes. Un grupo de policías llega para controlar el tránsito en la “avenida” y la escena hubiera pareciendo ridícula días atrás en un lugar donde los poquísimos habitantes se maneja a pie o en bicicleta. Más allá de las ventajas económicas, el vendaval turístico no deja de tener un dejo violento.
El pueblo nos esperó con un balcón-barranco para ver una luna llena color rojo piel de cangrejo. Una luna como un sol que, con sus vueltas y sus órbitas, nos sorprendió cada noche en horarios diferentes. Tomarse un tiempo para esperar la luna.
En el día disfrutamos del sol. El agua es clara y las olas, por momentos, devienen en salvajes. A no dejarse engañar por el nombre de este mar. Acampamos a pocos metros de la costa y comprobamos también ruge por las noches. Cada una de las playas mazunteñas tiene un oleaje diferente: regular y predecible en Rinconcito, abrupto y sonoro en Punta Cometa, impactante en Mermejita, las “olas volvedoras” de Playa Mazunte.
Casi todas las mañanas de nuestra estadía en Mazunte fuimos a poner feria en el mercado local. Esta rutina nos permitió conocer a Doña Marta y sus hijas Dulce y Alondra, a Javier y sus macetas, al señor y la señora de los cestos, a la pareja argentina que hace macramé, al señor tan particular de la sierra con sus ciruelas, elotes y mangos. Ese señor de gorra, del cual no sabemos el nombre, pero le hizo a Martín un cuestionario detallado sobre Argentina…allá hay mar?...Y montañas?...Y ciruelas?...Y hongos? Y entre pregunta y preguntaba hacía un silencio reflexivo.
Usualmente, el mercado se instala domingo por medio pero, por la Semana Santa, se hizo también jueves, viernes y sábado. Los productores vienen de Pochutla, Bahías de Huatulco, Zipolite, San Agustinillo u otros pueblos cercanos. Cada puestero adapta la disposición de sus productos a la geografía de esa plaza de cemento: aros y atrapasueños se exhiben en las ramas de un mango, las hamacas se cuelgan en un barandal de madera, la bijouterie se extiende en un cantero a la sombra, las flores frescas en los escalones del ingreso. Desde las 10 de la mañana el sol es arrasador y sólo se apacigua con agua de Jamaica o de limón. Doña Marta es de las primeras en llegar y una de las últimas en desarmar; sea cual sea la hora en que nos vamos, nos pregunta: ¿ya se van?
En el otro lado de la plaza, atrás del anfiteatro, funciona “La Biblio de Mazunte”. El sábado participamos de su cumpleaños número 4. Es un lugar sencillo, con los libros al alcance de la mano, para chicos y para grandes, donde nos hicieron sentir como en casa. El festejo de este cuarto aniversario incluyó piñatas artesanales, un taller de cocina con horno solar, tamales y estampado de remeras.
De noche vamos por las calles tranquilas, probamos mezcal en un bar que ofrece degustación de más de 200 variedades caseras: almendra, mango, fresa, alacrán, hierbabuena, menta, coyote. Una botella misteriosa dice XXXX.
Hoy visitamos la radio comunitaria Caracol. Tuvimos una larga charla al aire con Joel, Joao, Gustavo, Angélica y Axel. Derivamos entre la música, la libertad, la televisión, la serigrafía, igualdades y diferencias en nuestros países. Leímos un mismo poema sobre la verdad en “argentino”, “español” y ranchero. Exploramos los tonos de las palabras, de las letras y algunas sílabas.
Terminó la temporada y seguimos unos días más acá, creemos que nuestro próximo destino es San Cristóbal de las Casas (Chiapas). Ahora Mazunte se vuelve amplio y tranquilo, como la palabra mezcalería, aguacate, palapa.
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