El taller de Páez al 2700. Cosecha Roja |
Esta semana ocurrió un incendio en un taller de costura clandestino en el barrio porteño de Flores y se cobró la vida de dos niños bolivianos. El lugar ya había sido denunciado por una ONG por funcionar sin ningún tipo de habilitación. A partir de su experiencia personal, Juan Vázquez, migrante boliviano que reside hace años en este país, habló sobre los talleres ilegales en los que la mano de obra está compuesta mayoritariamente por trabajadores oriundo de Bolivia.
El lunes 27 de abril, pasadas las 10 de la mañana, hubo un incendio en el taller textil clandestino que funcionaba en el subsuelo de un edificio ubicado en Páez al 2700. Dos niños de siete y diez años no pudieron escapar del fuego y murieron en el acto.
Amparo Menchaca y Julián Rojas, de 40 y 45 años, sobrevivieron. Vivían en el edificio con Rodrigo y Orlando, los dos niños que murieron: uno era su hijo de crianza y otro su sobrino. Todos venían de Bolivia y vivían en el lugar donde los adultos trabajaban.
En octubre de 2014, la ONG La Alameda había presentado una denuncia por 40 posibles talleres clandestinos, entre los que se encontraba el taller textil de Flores. La investigación está siendo llevada adelante por la Procuraduría de Trata y Explotación de Personas y ocupa 60 carpetas.
En diálogo con Radio Futura, Juan Vazquez, migrante boliviano que reside en Argentina, afirmó que hay más de 109 marcas denunciadas por trabajo esclavo. “Hay grandes marcas detrás de esto, hay connivencias con la policía y con el Estado”, dijo.
Vázquez también denunció que “mucho antes de que se constituya la policía Metropolitana, las camperas de la policía estaban cosiéndola en los talleres”.
Sin embargo, Juan aseguró que “hace dos años que está bajando la cantidad de migrantes que vienen para Argentina, de hecho se está revirtiendo. Las condiciones económicas de nuestro país de origen han mejorado. Hoy, es la segunda potencia económica en crecimiento de América Latina”.
Hace siete años, junto con otros compañeros de la comunidad boliviana formó el colectivo Simbiosis cultural, que busca proponer alternativas al trabajo en estos talleres para los migrantes bolivianos.
Más tarde, armaron la Editorial Retazos, que lleva ese nombre porque hacen libros con la tela que sobra de los moldes. El primer libro que publicó la editorial se llama “No olvidamos” y habla sobre un incendio que ocurrió hace nueve años en un taller clandestino ubicado Luis Viale 1269, en la ciudad de Buenos Aires, donde una joven y cuatro niños perdieron la vida.
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