Este sábado las Organizaciones de lxs Chicxs del Pueblo marcharon en la Republica de Los Niños bajo al consigna el "Hambre es un Crimen". En Argentina la mitad de los pibes y las pibas viven bajo la línea de la pobreza.

Durante el acto de cierre, las y los oradores expresaron un diagnóstico común: en los barrios crecen el hambre, la soledad y el abandono, mientras miles de chicos y chicas se van a dormir con la panza vacía. Señalaron que, en un país que produce toneladas de alimentos, resulta insoportable tener que seguir denunciando que “el hambre es un crimen” y que garantizar cuatro comidas diarias no puede ser presentado como algo imposible. Afirmaron que la pobreza, la tristeza y la falta de oportunidades afectan de forma directa a las infancias, que merecen una vida digna, con sueños posibles y una niñez plena.
“No puede ser que en un gobierno donde producimos toneladas de alimentos sigamos viniendo acá a este balcón a hablar de que el hambre es un crimen. Es una vergüenza ir por los barrios, ver a tantas criaturas chiquitas y no saber si tienen un plato de comida en la mesa. Yo quiero que todos los pibes… tengan un plato de comida. No solo uno, sino las cuatro comidas diarias. Nos corresponden, es un derecho", sostuvo Mica, una de las vocera.
Los discursos reclamaron con fuerza por el cierre de centros comunitarios y espacios de acompañamiento, considerados por las organizaciones como verdaderas familias que sostienen a niños, niñas y adolescentes. Condenaron que se clausuren lugares donde se contiene, se enseña y se cuida, y exigieron que en lugar de cerrarlos se abran más, porque allí las infancias encuentran afecto, educación y comunidad.
También denunciaron la profundización de problemas sociales como el avance del narcotráfico, la violencia y el deterioro emocional de las y los jóvenes, recordando que muchos chicos mueren por hambre, tristeza y soledad. Plantearon la necesidad de abordar estas situaciones con humanidad y empatía, entendiendo a las personas antes que tratarlas como números.
"Es un crimen lo que estamos viviendo nuestras comunidades. Es un crimen lo que vemos frente al avance del narcotráfico. Es un crimen lo que estamos viviendo con la cantidad de problemas sociales que no encuentran respuestas. Y frente a eso, una comunidad que se organiza y abre puertas. Abre puertas. Y no se cansa", sostuvieron desde las vocerias.
A lo largo de la jornada se destacó la fuerza de la comunidad organizada. Las organizaciones se reconocieron como un actor político que hace, que reclama y que sostiene. Una “banda que no afloja” que entiende la militancia como acción cotidiana en los barrios. Reivindicaron una forma de hacer política desde abajo, desde el cuerpo a cuerpo, que prioriza lo común y coloca a las infancias en el centro.
"Venimos a exigir un derecho. Nos venimos a reconocer como un actor político que reclama y que hace porque entiende a la militancia como un verbo, jamás como un sustantivo. Esta organización política viene a reclamar su lugar, viene a poner el eje y viene a poner en discusión lo que necesitan los pibes y las pibas de nuestro barrio".
Los jóvenes recordaron además otros derechos vulnerados: el acceso al ocio, a las vacaciones y a una vida sin discriminación. Preguntaron por qué solo quienes tienen dinero pueden descansar o disfrutar del mar, y exigieron respeto para niñas y niños de distintas comunidades, como la comunidad gitana. También pidieron libertad para expresarse y vestirse sin ser juzgados.
El acto cerró con un llamado claro: inventar otro presente, más humano y más justo, donde cada pibe y cada piba tenga comida, educación, amor, alegría y un lugar para crecer acompañados. Y con la promesa de seguir luchando, sin bajar los brazos, “con ternura”, en comunidad.
"Nos toca inventar otro presente. Uno que dé ganas de vivirlo. Y seguramente va a ser, sin dudas, con más organización, con más respuestas comunitarias. (…) No nos vamos a cansar hasta lograrlo. Con ternura venceremos", concluyeron.
