El mandatorio enfrenta una fuerte presión por las constantes huelgas y manifestaciones en Francia. Su popularidad está en su punto más bajo desde que asumió la presidencia. Además, el primer ministro, Sébastien Lecornu, presentó su renuncia y fue restituido.

“Francia está atravesando, probablemente, desde 1958, en aquel intento de golpe de Estado de los militares de Argel, y que emerge con la Quinta República, la peor crisis que haya pasado jamás, por encima del mayo francés”, inicia Alejandro Palombo.
El columnista de Los Mundos Posibles describe que el país “se encuentra en una presión muy grande, porque tiene una deuda pública de más del 115% del PBI, tiene un déficit público de casi el 6%, y su calificación crediticia bajó de +A, que está muy cerca de las denominaciones más altas, a -A, es menos confiable que Francia pague sus deudas que ayer”.
Sebastien Lecornu, que es el primer ministro aliado de Macron, renunció y volvió al cargo. Su inestabilidad empezó por un intento de pasar una reforma de pensiones, de jubilación, que aumentaba la edad jubilatoria de 62 a 74 años y que implicaba lograr 43 años de aporte para cobrar.
“Finalmente esta crisis de deuda y de financiamiento que tiene Francia, Macron la resolvió como siempre: que la paguen los trabajadores y los jubilados. Motivo por el cual el país sigue un proceso, que es el crecimiento de los extremos del espectro político, porque se agudiza la lucha de clases”, señala.
El Licenciado en Ciencias Políticas explica que “por un lado, está la Francia insumisa, que su propuesta es que los ricos paguen esta crisis con medidas, no es un partido revolucionario en absoluto, pero sí es redistributivo, claramente de izquierda, y después el Reagrupamiento Nacional, que se ofrecen como salida de emergencia del capital, dividiendo a la clase trabajadora entre inmigrantes y nativos”.