Inicio Categorías Cultura “Proyecto Campamento”: teatro, memoria y una verdad que vuelve a hablar

“Proyecto Campamento”: teatro, memoria y una verdad que vuelve a hablar

La pieza reconstruye lo ocurrido el 16 de septiembre de 1955, cuando el almirante Isaac Rojas, entonces director de la Escuela Naval de Ensenada, encabezó el levantamiento contra el gobierno de Juan Domingo Perón y llegó a amenazar con volar la destilería de YPF.

La obra escrita por Paula Tomassoni no solo pone en escena un episodio casi borrado de la historia argentina, sino que también interpela el presente a través de las voces de quienes lo recuperan desde el arte. Entre ellos, Daniel Gismondi —integrante del elenco— advierte que lo que se calló durante décadas aún resuena en nuestra realidad política y social. “Los mismos apellidos que bombardearon civiles siguen hoy en el poder”.

A 70 años de los hechos, y en un contexto en el que la memoria disputa espacio con el negacionismo, un episodio casi borrado de la historia local vuelve a tomar voz sobre el escenario. Los sábados 18 y 25 de octubre en Espacio 44 se presenta “Proyecto Campamento. Relatos de una batalla sin fin”, una obra de la dramaturga platense Paula Tomassoni, dirigida por Eduardo Spínola.

La pieza reconstruye lo ocurrido el 16 de septiembre de 1955, cuando el almirante Isaac Rojas, entonces director de la Escuela Naval de Ensenada, encabezó el levantamiento contra el gobierno de Juan Domingo Perón y llegó a amenazar con volar la destilería de YPF. Aquella acción militar destruyó un barrio completo y se cobró la vida de Rodolfo “Cholo” Ortiz, un trabajador ferroviario.

El Cholo se había quedado en el lugar para colaborar con el Regimiento 7 de Infantería, sector que permanecía leal a Perón. Durante el bombardeo, una bomba cayó sobre su casa y el techo se desplomó. Su esposa, su hijo —el “Flaco” Ortiz— y su hija sobrevivieron porque él los había resguardado debajo de una mesa. Él, en cambio, murió en el acto.

A la hora de hablar sobre cómo nació la obra y quién le dio forma, Gismondi resaltó la potencia narrativa de Tomassoni, no solo como autora sino como investigadora comprometida con lo silenciado: “Paula es una gran escritora platense. Se entrevistó con Rodolfo “Flaco” Ortíz, hijo del único civil muerto en el ataque, y rescató lo íntimo y lo político, el entorno, la intencionalidad y el plan criminal de Rojas”, dijo. Según contó el actor, el proyecto tomó forma a partir de esos encuentros y de la necesidad de interrumpir el olvido. “Muchísima gente aún hoy no conoce lo que pasó”.

Con una trayectoria consolidada en la narrativa, Paula Tomassoni es autora de las novelas “Leche merengada” e “Indeleble” (publicadas por EME Editorial) y “Enlutada” (Corregidor), además de los libros de cuentos “Pez y otros relatos” (Modesto Rimba) y “En servicio” (Vera Cartonera). Aunque “Proyecto Campamento” es su debut sobre el escenario como dramaturga, no es su primera incursión en el género: antes de dedicarse a la narrativa, su escritura había empezado en el teatro.

Al conectar la historia con su propia memoria personal y generacional, Gismondi evocó lo que persistió en el clima social de la época posterior al bombardeo: “En los años ’60 todavía había un eco entre la gente. Cada golpe militar revivía el miedo de que volaran la destilería. Eso hubiera significado un genocidio: matar a miles de personas. La amenaza de Rojas no era un gesto simbólico”.

Ese recuerdo individual se enlaza con un proceso deliberado de censura histórica que el actor no dudo en señalar como parte de un plan político de larga duración. “Se produjo un éxodo tremendo, casi toda Ensenada fue evacuada, y sin embargo todo eso quedó borrado de la historia. A Perón lo hicieron ceder bombardeando acá y en Mar del Plata. Después vino la proscripción y un gran silencio. Hasta el tomate Perón desapareció de los libros de agronomía”.

Para Gismondi, lo que se puso en marcha en 1955 no es solo pasado, sino una corriente ideológica que continúa vigente en distintos rostros institucionales y decisiones de gobierno: “Los mismos canallas y cobardes que bombardearon la plaza, son los mismos que hoy les quitan subsidios a los discapacitados y masacran a los jubilados. Raúl Franco, por ejemplo, uno de los comandantes de entonces, es el padre de Guillermo Francos, el actual jefe de gabinete. Son los mismos apellidos que se repiten”.

Dentro de esa lógica, también recupera los componentes simbólicos que acompañaron la violencia militar y política del período. Gismondi recordó que el odio no apareció de forma aislada ni improvisada, sino como parte de un dispositivo cultural más amplio: “Ese antiperonismo rabioso que bombardeó Plaza de Mayo volvió a atacar en Ensenada. Los aviones llevaban pintado ‘Cristo vence’: sectores de la iglesia radicalizados fueron cómplices de los asesinos”.

A diferencia de los documentos oficiales que omitieron o recortaron lo sucedido, la obra teatral permite que las memorias individuales y las experiencias negadas vuelvan a circular. Sobre el impacto que genera en el público, el actor explicó: “Hay quienes jamás oyeron hablar de esto y gente muy grande que lo vivió y recién ahora puede contarlo. Son historias que hay que decir, en ese sentido, siento que el arte cumple un rol social enorme”.

Uno de los momentos más significativos del estreno estuvo marcado por la presencia de Rodolfo Ortiz, hijo del ferroviario asesinado durante el ataque y una figura clave en la reconstrucción de esta historia. Gismondi relató la emoción y el compromiso que implicó aquella función: “Para nosotros era un compromiso enorme porque él fue quien hizo un trabajo minucioso reconstruyendo la memoria de su padre, ya que en algún momento hasta dudaron de que Ortiz existiera. Si niegan 30 mil desaparecidos, cómo no van a negar una muerte que los deja como criminales”.

Finalmente, al pensar la dimensión política de la puesta teatral, Gismondi señaló que el escenario funciona como espacio de disputa y reparación frente al discurso oficial. Para él, recuperar esta historia es también nombrar lo que se intentó transformar en mito o en acto heroico. “Estamos hablando del peor terrorismo: amenazar con volar una ciudad entera. Y a eso hoy lo siguen llamando ‘Revolución Libertadora’, pero fue un hecho criminal que no liberó a nadie y desvió al país del rumbo de crecimiento e independencia”, dijo a Cacodelphia.

“Proyecto Campamento” no solo revive una herida colectiva: recuerda que el trauma sigue presente y que el olvido nunca es inocente. La obra muestra que lo silenciado vuelve y que la impunidad se hereda. Como dice Gismondi, “la historia es circular y todavía se está peleando”. Las funciones son los sábados 18 y 25 de octubre, a las 20.30, en Espacio 44. Entradas por Alternativa Teatral.

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