Brenda, Lara y Morena quedaron enredadas en una estructura narco que las descartó de la peor manera. Los vecinos de Flores habían advertido a la justicia con denuncias de explotación sexual, pero no tuvieron respuesta.

“Estuvimos una semana, casi diez días, preguntando, yendo al barrio, a los territorios en los que circulaban las chicas y ahí pudimos reconstruir un poco lo que había pasado antes del triple crimen. Poder dar cuenta de estas historias de una manera un poco más compleja, cuando ya las cámaras de televisión quizás se corren del minuto a minuto y podemos ir y profundizar un poco”, introduce la periodista Florencia Alcaraz.
En su crónica “Así no se puede vivir”, publicada en la revista Anfibia, reconstruye una trama compleja, que empezó con chicas que vendían ropa en ferias del conurbano para terminar ofreciendo sus cuerpos en Flores enredadas en un círculo narco. En ese sentido, cuenta que vecinas llamaban al 911, también a la comisaría local, y se contactaban con los policías para denunciarlas y poner fin a las trabajadoras sexuales de su cuadra.
El Estado, así como una entelequia gigante, tuvo distintas advertencias sobre esta historia por distintos frentes y lamentablemente nos enteramos después de lo que pasó
“En paralelo que estábamos hablando con las familias y con también las trabajadoras sexuales de la zona, que ya desde un principio alertaron sobre el contexto complejo que estaban viviendo por la persecución policial y también por el hostigamiento de los vecinos. Es un poco paradójica la situación, los mismos vecinos que las denunciaban después también son quienes intentan ayudar específicamente a Lara o a las que ven quizás más pequeñas, que estaban atravesando una situación de explotación sexual”, dice en Los Mundos Posibles.
La entrevistada detalla que después cuando esas personas se acercaron, pudieron hablar con algunas de ellas, “se dan cuenta que muchas eran muy chiquitas, entonces esas denuncias que pedían que las corran, en realidad la sentían como la responsabilidad de ayudar, se informan y llaman a la línea 145, que es para denunciar trata con fines de explotación laboral o sexual”.
Las vecinas venían denunciando la violencia de la policía, que además les intentaba cobrar coimas, les rompía su ropa, las corrían de manera violenta y las humillaban en la calle. Brenda y Morena se habían acercado a organizaciones del barrio, políticas y de la sociedad civil que acompañan esas situaciones.
“El Estado, así como una entelequia gigante, tuvo distintas advertencias sobre esta historia por distintos frentes y lamentablemente nos enteramos de todas esas advertencias después de lo que pasó”, cierra Alcaraz.