Se proyecta el domingo en el Teatro de Cámara de City Bell. La película que transformó la ciencia ficción y sigue interpelando por su mirada futurista, sus efectos especiales y sus preguntas sobre la evolución humana.

Este domingo a las 19 horas, en el Teatro de Cámara de City Bell, se proyectará la obra maestra de Stanley Kubrick. Con un bono contribución de $4000, la función permitirá disfrutar en pantalla grande de una película que transformó la ciencia ficción y sigue interpelando por su mirada futurista, sus efectos especiales y sus preguntas sobre la evolución humana.
“De esta película podemos arrancar a conversar de muchas maneras. Comencemos, entonces, por una que es siempre conocida y celebrada: el Día del Amigo. Esa fecha tiene su origen en la llegada del hombre a la Luna en 1969. El 20 de julio de ese año aterrizó el Apolo 11, y los televisores del mundo —los pocos que había entonces en comparación con este tiempo— transmitieron ese momento histórico”, recordó Agustín Vazzano, organizador del ciclo donde se proyectará la película.
Para Vazzano, el film de Kubrick es mucho más que un clásico de ciencia ficción: “El cine es un arte magnífico para encontrarse con otras instancias del arte y ‘2001: Odisea Espacial’ nos invita a preguntarnos filosóficamente por lo real, ontológicamente por la relación del hombre con el universo. Y también toca uno de los mitos más lindos y ricos que ha dado el cine en relación con la geopolítica. Ya que eso que vieron nuestros padres y abuelos y algunos lloraron de emoción, se dice que fue mentira, que fue toda una teatralización”.
La película, estrenada en abril de 1968, un año antes de la llegada del hombre a la Luna, nació de la colaboración entre dos gigantes: Stanley Kubrick y Arthur C. Clarke. “Dice el mito que había que ganar eso que se llamó la Guerra Fría, donde rusos y norteamericanos se disputaban la geopolítica del planeta allá arriba en el espacio. El primero que llegue y conquiste la Luna va a dar una demostración de supremacía que trasciende lo simbólico y se convierte en un hecho económico cultural”, explicó Vazzano.
En esa línea, agregó otra de las leyendas en torno al film: “Se dice que Kubrick necesitaba lentes para filmar sus películas que solamente tenía la NASA. Y según este mito hacen un acuerdo: le piden que filme un alunizaje creíble y a cambio le dan los lentes que necesitaba. Ahí está la controversia. Por eso algunos dicen que ese día el hombre no llegó a la Luna”.
A lo largo de la charla con Cacodelphia, Vazzano resaltó la vigencia cultural de la película: “Se trata de una obra cuyas imágenes han circulado tanto como referencia, homenaje, afano, burla o meme. En cualquier categoría es posible que suene la película”.
Sobre sus creadores, señaló: “Clarke era un escritor muy formado en ciencia, un visionario de la tecnología que hoy tenemos. Y Kubrick, uno de los grandes directores del siglo pasado, ha pasado a la historia por películas como “Espartaco”, “Lolita”, “Senderos de gloria”, “La naranja mecánica”, “El resplandor” u “Ojos bien cerrados”. No filmó demasiadas cosas, pero lo que hizo tiene un grado de elaboración brutal. Un perfeccionista absoluto”.
La tensión entre ambas miradas, la literaria y la cinematográfica, marcó la película: “Fue acusada de ser demasiado abstracta o fría, y creo que lo es saludablemente. Hay una historia con coherencia narrativa pero también escenas que invitan al espectador a rellenar con sentidos, a elaborar reflexiones. Eso era lo que más quería Kubrick, a diferencia de Clarke que prefería dejar todo claro. Kubrick pretendía que el espectador salga con una lista de preguntas del cine, y lo logró”.
Finalmente, Vazzano recordó la célebre elipsis con la que Kubrick condensó la historia de la humanidad: “La película arranca con monos peleándose por un charco de agua. Descubren un monolito y uno de ellos, al tocarlo, se da cuenta de que con un hueso puede tener una herramienta. Y con esa herramienta mata, prevalece sobre la banda enemiga. Lo que nos dice Kubrick es que la primera vez que utilizamos la inteligencia fue para matar. El mono revolea el hueso al aire y en la elipsis más grande de la historia del cine, ese hueso se transforma en un transbordador espacial. Se trata sin lugar a dudas de una película que fue concebida en pantalla grande”.