Un estudio arqueológico observó el pozo de residuos de la estancia que ahora es el Bosque.
Hace casi 25 años se realizó en terrenos de la Facultad de Ciencias Astronómicas y Geofísicas de la UNLP una investigación arqueológica cuyo objetivo fue conocer cómo era la vida cotidiana de los habitantes del lugar antes de la fundación de la ciudad. El trabajo permitió recuperar abundante evidencia sobre la dinámica doméstica de la familia Iraola (propietarios de los terrenos desde mediados del siglo XIX) y de su numeroso personal de servicio
“El proyecto apuntaba justamente al concepto de vida privada, aunque después todo el proyecto de investigación sea mucho más grande y la idea era ver qué pasaba antes de La Plata en el espacio que ahora ocupa, porque hay una especie de historia fundacional muy conocida que implica que era un lugar casi vacío de vida”, introduce Ana Igareta en Los Mundos Posibles.
Asimismo, la Licenciada en Antropología y Doctora en Ciencias Naturales, Facultad de Ciencias Naturales y Museo, amplía que el proyecto buscaba indagar cómo estaba ocupado, pero “descubrimos que había una familia de estancieros que vivía con un montón de sirvientes, que había una construcción enorme, con muchas dependencias que funcionaron y estuvieron en uso hasta el momento de la fundación de la ciudad, incluso un par de décadas después, que ya había todo un uso del espacio que incluía todo el Bosque y todo el trazado de esas calles que ahora”.
Aquel hallazgo de varios pozos de basura -incluyendo uno particularmente bien conservado en las inmediaciones de la entrada del Planetario- permitió reconstruir aspectos insospechados de su vida privada al brindar información sobre prácticas médicas, consumo de tónicos y remedios y utilización de productos cosméticos que no aparecen registradas en los documentos escritos.
“Era una estancia, se trataba de la familia Iraola, estamos muy acostumbrados a pensar en Pereira Iraola, como si fuera casi una unidad, pero en realidad eran dos familias que a partir de un matrimonio empiezan a adquirir una serie de terrenos mucho más extensos de lo que en realidad eran. Quienes se asientan acá, más o menos a 1856, son los Iraola, la familia de José Jerónimo Iraola, que es el patriarca, en ese momento era un ganadero, gente de la aristocracia de Buenos Aires, que se codeaba con todos los personajes la época”, reconstruye.
Por último, remarca que “hay una vida doméstica que transcurre durante treinta y pico de años hasta la fundación de la ciudad, que es un poco la que va quedando registrada, lo que nosotros encontramos, y parte de los basureros que analizamos, muestran cómo era esa vida”.
Igareta es Investigadora Adjunta CONICET para el Instituto de Investigaciones en Historia, Teoría y Praxis de la Arquitectura y la Ciudad, Facultad de Arquitectura y Urbanismo, UNLP.