Este viernes 22 brindará un espectáculo en el Bar Raíces junto a los músicos con los que lleva 26 años compartiendo escenarios.
La tanguera Adriana Varela se presentará este viernes 22 en el Bar Raíces de Berisso. Estará acompañada por un trío conformado por los maestros Marcelo Macri (piano y dirección musical), Horacio Avilano (guitarra) y Walter Castro (bandoneón). "Se trata de un power trío con el cual vengo trabajando hace 26 años", comentó la cantante, conocida por su estilo inconfundible y su enfoque improvisado, algo que ella misma definió como parte esencial de su arte. "Yo no ensayo, a mí me gusta esa cosa de salir al toro y ser el toro también, al estilo del jazz, porque cuando uno improvisa asume un desafío que me gusta mucho", agregó. Y es que para Varela, cantar no es solo un acto técnico, sino un encuentro emocional con su público. "Mi trabajo no es solo cantar, sino también, y sobre todo, comunicarme con el público", subrayó.
A lo largo de su vida musical, la artista ha sido fiel a su esencia, eligiendo siempre lo que le apasiona y sin ceder a las presiones comerciales. "Siempre canté lo que quise, lo que me gustó, no trancé con ninguna multinacional, nunca pretendí ser millonaria, sino vivir tranquila", aseguró con orgullo. "Canto lo que siento y me emociono mucho, como si los cantara todo el día, y solo canto arriba del escenario", expresó la artista, quien se ha presentado en escenarios de renombre como el Liceu de Barcelona, el Teatro Real de Madrid, el mítico Chaillot de París, el Plaza Condesa de México y el Teatro Colón de Buenos Aires.
“Por supuesto, la guita es tentadora, pero a mí no me tentó. Al contrario, decir que no me liberó y, de ese modo, pude ser libre y hacer siempre lo que me dio la gana”, manifestó, dando cuenta de un camino artístico construido a partir de la rebeldía y la libertad, algo que la cantora reconoció como una constante en su vida desde joven. “Esa libertad me la gané desde muy chiquita, desoyendo las normas ridículas que me ponía mi vieja, a quien amo, pero que imponía un control que para mí no iba. Desde chica me opuse a todo eso, y hoy me doy cuenta de que si hubiera seguido esos controles, hubiera sido un potus y no una cantora”, dijo a Cacodelphia, quien es reconocida como una de las grandes voces femeninas del tango.
Hasta bien pasados los 30, Beatriz Adriana Lichinchi, su verdadero nombre, fue una destacada fonoaudióloga especializada en afasia. Además, se involucró con los estudios de psicología y profundizó en el vasto campo de la lingüística. Fue entonces cuando decidió adoptar el apellido de su esposo, el tenista Héctor Hugo Varela, quien siempre la motivó a seguir su vocación de cantar.
“Por eso fui la oveja negra de la familia, porque siempre elegí mi camino. Cuando tenía una vida armada como fonoaudióloga, me puse a cantar tangos, me separé, me quedé con mis dos hijitos sin un mango y arranqué de nuevo. Y hoy todos me aplauden”, dijo la cantora.
“El tango no se escuchaba en casa. Papá escuchaba jazz y blues, y mamá, boleros y música clásica. Así que cuando dije que iba a cantar tangos, directamente me diagnosticaron: ‘esta chica está loca’, dijeron. Lo cierto es que, de manera un tanto inconsciente, seguí mi deseo, y así fue todo en mi vida. Por eso digo siempre que el deseo es lo único que te salva de la locura”, contó. “Ese es el principio que rige mi vida, porque si uno no desea, está como muertito. No importa qué deseas, pero hay que seguir esos deseos”, manifestó.
“Hoy están pasando muchas cosas en la cabeza del pueblo, fundamentalmente la depresión, la angustia, la desesperación, el desasosiego. Es un contexto muy complicado, especialmente el tema de la salud mental. Hoy el deseo está quebrado, porque, de golpe, una pareja con sus niños quiere ir a comer afuera, algo que se merece por todo lo que trabajan, y no pueden. Era un deseo normal, cotidiano. Por eso digo que el deseo está en peligro, porque estamos atravesando tiempos muy complejos”, reflexionó.
Varela entiende que el arte se convierte en una herramienta para canalizar la angustia colectiva. "El escenario es el lugar donde realmente me descargo y donde, a través del canto, comparto con el público ese rito de la catarsis", dijo. Además, explicó cómo elige su repertorio en un contexto tan difícil: “En general, cuando pasan estas cosas, vuelvo a algunos temas. Uno de Mario Benedetti, por ejemplo, que él mismo me pidió que yo estrenara. Hay lugares donde puedo cantar aquello que cantábamos cuando era chica, en tiempos de dictadura, como ‘Marca de la bronca’. Cuando la canto, la cantamos todos. Hay temas que bajan línea, que no son panfletarios, y que los canto porque me hacen bien. No quiero joder a nadie, pero asumo la responsabilidad que tengo cuando subo a un escenario y elijo un repertorio”, contó.
En este sentido, también reflexionó sobre la importancia de volver a las raíces artísticas: “Hoy es necesario volver a los padres artísticos, volver a escucharlos, porque el sistema nos está haciendo ir para cualquier lado. Tenemos que volver a elegir”.
La hija del rock
A partir de su repertorio, Adriana Varela logró que muchas generaciones se acercaran no solo al tango y a figuras como Gardel, Cadícamo, Homero Manzi, Troilo y Cacho Castaña. Además, les abrió la puerta a otros géneros, acercándolos a artistas como Jaime Ross, Joaquín Sabina y Javier Martínez.
"Javier me vino a ver", dijo emocionada. "Saqué un disco de rock que dirigió mi hijo, un proyecto que hice a mi modo con arreglos muy originales y muy finos. En él participaron Fito Páez, Ricardo Mollo, Pedro Aznar, Débora Dixon, Mariano Otero", contó sobre Avellaneda, un disco producido íntegramente por Rafael Varela.
"Es un homenaje al lugar donde nací y viví hasta los veintidós. Es allí donde mamé esa música y, a los once años, comencé a escuchar a los Beatles", explicó. El material contiene obras de Manal, Almendra, La Máquina de Hacer Pájaros, Miguel Abuelo y Sumo, entre otros. "Se trata de un disco con un repertorio que interpreto sin hacerme la rockera, ya que canto naturalmente lo que elegí. Por ejemplo, de Manal elegí ‘Avellaneda blues’, porque el disco se llama “Avellaneda” y porque allí es donde nací", explicó. "Santaolalla siempre me decía: ‘No disimules el rock que tenés cuando cantes tango’, y no lo puedo disimular, por más que quiera. Tengo un mecanismo corporal que no es tanguero".
“Cuando vino Javier casi me muero. Vino a camarines, me abrazó, me dijo cosas maravillosas, quedamos en tomar un café. Después viajé y hoy Javier ya no está entre nosotros. Todo eso fue muy fuerte", recordó. "‘Avellaneda blues’ es un himno blusero y tanguero porque Javier era re tanguero, y el tipo me vino a ver. El tipo que inventó el rock por estos lados, y el que lo hizo con un nivel musical y literario impresionante, con un realismo sorprendente. Para mí, Javier es un dios. Por eso me puso muy triste su partida", expresó Varela con emoción.
Varela también se relacionó estrechamente con Luis Alberto Spinetta: “Pototo es como mi hermano. Fue quien estuvo en la puerta de mis dos partos, él me presentó a mi ex marido, el padre de mis hijos. Te cuento esto para que veas el nivel de familiaridad que tenemos”, dijo. "De ahí mi relación con Luis, a quien conocí hace muchos años. Yo recién empezaba y fue en un asado en la casa de Poto, y después nos hicimos amigos. Entonces, obviamente, en mi casa Luis, es Gardel, Lepera, es todo", afirmó en Cacodelphia.
En cuanto a la relación entre el tango y el rock, Varela aclaró: "El tango nunca se peleó con el rock, los quisieron hacer pelear". Para dar cuenta de su vínculo con ambos géneros, mencionó a Oscar Di Biase, el muralista que la retrató en Avellaneda: "Hace poco, este artista, que viene retratando con mosaicos a figuras del rock nacional en murales que adornan algunas paredes de Buenos Aires, me pintó en el barrio donde nací y escribió: ‘Adriana Varela, la hija del rock’".
Finalmente, Varela reflexionó sobre su amor por el rock: "El rock es una sonoridad que escuché desde chica. A los once años, me rompió la cabeza escuchar a los Beatles en una reunión de mis viejos. Me convertí en una loca que salía del colegio y me iba hasta el disquero a buscar los discos. Lo mismo me pasó con el tango, cuando vi al Polaco cantar en la película Sur de Pino Solanas. Y casualmente, todos los rockeros iban a ver al Polaco, y el Polaco amaba el rock".
El Polaco
Roberto "el Polaco" Goyeneche y Adriana Varela compartieron una profunda admiración mutua. La relación artística entre ambos comenzó cuando Goyeneche, a los 37 años, la descubrió cantando en el mítico Café Homero. "Al lugar que yo vaya, venís vos", le dijo el cantor nacido en Saavedra. “A partir de él se abrieron todas las puertas”, recordó, quien destacó la influencia de Goyeneche en su carrera, considerándolo un maestro y una fuente de inspiración. Ambos formaron una relación artística cercana, con Varela interpretando su estilo y continuando su legado en el tango.
“El Polaco fue un artista único, un tipo bárbaro, un vecino de barrio con códigos, que nunca se mudó de Saavedra, donde me bautizó en camiseta y con un anillo que le habían dado en Japón, que me puso en la cocina de su casa frente a su mujer y sus hijos. Las cosas que no se dicen del Polaco, no chismes, detalles maravillosos", contó sobre el destacado cantor que, en los años ’80, transmitió su amor por la música ciudadana a la generación vinculada al mundo del rock.
“Le decía a los productores ‘escucha esta piba’ o mandaba a los periodistas a que me hagan entrevistas. Fue un tipo que siempre enalteció a la mujer. Mira lo que era: eligió a una mina mucho más joven que él para pasarle la posta. Eso fue muy fuerte para mí”, contó Varela, quien descubrió al Polaco a partir del film Sur de Pino Solanas.
“A partir de él se abrieron todas las puertas, su bendición fue fundamental. Tenía una sabiduría muy especial, el Polaco era un sabio. Y también alguien muy celoso. Por ejemplo, luego de cantar con Sabina en la Plaza de Toros de Madrid, regresé, me fui a verlo y le quise contar esa experiencia. Me decía: ‘A mí no me cuentes esas cosas’, un ridículo que se ponía celoso”, contó Varela entre risas. “Muchas cosas lindas viví con el Polaco”, expresó la cantora, quien ha tenido la oportunidad de presentarse en grandes festivales y teatros de España, Italia, Colombia, Portugal, Uruguay, México, Brasil, Chile, Grecia, Francia, Inglaterra y Austria.
"La figura de Varela ha quedado asociada a la de destacados cantores masculinos del tango. Al ser consultada sobre las mujeres que marcaron su vida, Varela respondió: “Nelly Omar, de quien fui su amiga, otra brava, heavy metal; la señora de Cadicamo, Rita Cortese, quien me pidió permiso para cantar tangos, una genia que dice los tangos de una manera extraordinaria; Lidia Borda, otra divina que es un placer escucharla”, recordó. “Algunas empezaron por mí, y es muy fuerte eso, que venga una piba de 15 años y te diga que arranca a cantar tangos por lo que uno ha hecho, es fuerte. Y solo puede decir: ‘vos seguí tu deseo, ¿qué más voy a decir?’", confesó la artista con cierto pudor.
Adriana Varela se ha vinculado con todo el mundo y todos quieren grabar con ella. Ha grabado con artistas del blues, del rock y con nuevas generaciones del tango contemporáneo. “Y no grabé con ninguna grabadora, o sea, me llaman por mí, y eso es maravilloso", dijo la artista, quien en 1994 fue convocada por Quincy Jones para representar a la Argentina en el Concert of the Americas que se realizó en Miami. Allí, compartió escenario con Liza Minnelli, Arturo Sandoval, Celia Cruz y Daniela Mercury, entre otros artistas.
Ciudadana ilustre
En junio de este año, Adriana Varela fue declarada Ciudadana Ilustre por el Honorable Concejo Deliberante de Avellaneda. La artista, oriunda de la localidad de Piñeiro, participó junto con el intendente Jorge Ferraresi en la ceremonia, que también contó con la presencia de diferentes artistas y amigos que han acompañado su trayectoria.
“En la época de Néstor Kirchner, me distinguieron en Nación, después en Capital Federal, pero este es muy especial, porque es donde yo nací, es otra cosa, por eso me conmovió mucho realmente”, expresó la cantora.
“Es mi ciudad, donde chape por primera vez, donde hice los amigos, donde está el Club Regatas donde tantas veces fui a nadar, es un lugar referencial, y lo digo siempre y en todas partes. En el Teatro Lirico de Barcelona, por ejemplo, que fui la primera que entró y dije ‘soy de Avellaneda’. Mi identidad está ahí, y la celebro", contó la artista, quien fue la primera artista argentina de género popular en ser convocada por el teatro para formar parte de su selecta programación anual.